Nuremberg: El Juicio



La idea de castigar a los gestores de los aberrantes crímenes del régimen nazi, surgió mucho antes de que terminara la guerra. Ya en el año 1942 cuando se conocían los terribles crímenes cometidos por el gobierno alemán, se empezó a confeccionar una nómina de los candidatos a ser juzgados. El objetivo de los juicios era juzgar a la cúpula más alta de la jerarquía nazi. Sin embargo esto no fue posible, pues muchos de los líderes se suicidaron antes del juicio. Tal es el caso de Himmler, Goebbels y Hitler. La gran duda de este juicio es el principio básico de todo código penal civilizado: "Nullum crimen, nullai poenam sine lege" en virtud del cual nadie puede ser acusado ni condenado por la comisión de actos que, cuando fueron cometidos, no estaban sancionados por la Ley, esto no fue tenido en cuenta en el juicio. Por eso, para muchos, representó mas que el juicio a unos políticos o militares, lo que se enjuició en Nuremberg fue un sistema político, el nazismo, que resultó tan perjudicial y nocivo para la Humanidad. Esta entrada responde a una anterior llamada Juicio y Muerte de Hermann Goering, a otra entrada de título: Las Cartas Personales Sobre Goering, a otra entrada anterior: Los Criminales De Guerra Nazi, otra de nombre: Exterminio Nazi: Holocausto Judío, y por último, la entrada llamada La Entrevista Olvidada Con Hermann Goering.

Video: Documental - (Ejecuciones) Juicio de Nuremberg



Hechos y Resumen

Sin duda alguna el proceso de Nuremberg es un acontecimiento de carácter histórico, pues marcó el fin de la barbarie humana de una época y se constituyó como un promotor de justicia y paz que ayudó a sentar las bases del actual Derecho Penal Internacional.

Cuando con el triunfo de los aliados culminó la Segunda Guerra Mundial en el año 1945, en la humanidad quedó una profunda huella de dolor y ansias de justicia debido a los crímenes cometidos por el régimen nazi, liderado por Adolfo Hitler. La idea de castigar a los gestores de los aberrantes crímenes del régimen nazi, surgió mucho antes de que terminara la guerra. Ya en el año 1942 cuando se conocían los terribles crímenes cometidos por el gobierno alemán, se empezó a confeccionar una nómina de los candidatos a ser juzgados.

Entonces una vez terminado el conflicto, las naciones vencedoras impulsaron el inicio de procesos jurídicos contra los principales gestores del genocidio de millones de judíos. Se creó entonces un Tribunal Militar Internacional, avalado por la Carta de Londres, que fue integrado por cuatro jueces titulares de Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética.

Los juicios comenzaron el 20 de noviembre de 1945 y se sucedieron hasta el 1 de octubre de 1946 en el Palacio de Justicia de la ciudad alemana de Nuremberg, la ciudad de los congresos del Partido Nazi. Este palacio fue elegido porque contaba con un centro penitenciario próximo, por lo que todos los traslados eran seguros y, de esa forma, se podía mantener el aislamiento de los dirigentes nazis. El objetivo de los juicios era juzgar a la cúpula más alta de la jerarquía nazi. Sin embargo esto no fue posible, pues muchos de los líderes se suicidaron antes del juicio. Tal es el caso de Himmler, Goebbels y Hitler.

El juicio se basó en una lista de 24 de donde los únicos jerarcas presentes eran Goering, el segundo líder (después de Hitler) Ministro de aviación, y fundador de la Gestapo; y Rudolph Hess, el tercero al mando del régimen nazi. En total fueron cuatro los cargos imputados: Crímenes contra la paz (Fueron los nazis los que planificaron e iniciaron el sangriento conflicto) contra la humanidad (genocidio, persecución racial, torturas) de guerra (sustracción de bienes, matanza de rehenes, torturas, etc.) y conspiración (para cometer los delitos anteriores).



El proceso principal llevó 216 sesiones, donde se presentaron como pruebas documentos y películas. Las actas llenaron 16.000 páginas, la acusación presentó 2360 documentos, la defensa 2700. El tribunal oyó a 240 testigos y verificó 300.000 declaraciones juradas. El proceso fue realizado en cuatro idiomas: inglés, francés, ruso y alemán.

Luego de todo esto se dictó la sentencia el 1 de octubre de 1946: Tres acusados fueron absueltos: el Ministro y Vicecanciller, Franz von Papen; Hans Fitzsche, quien había participado en la propaganda nazi, y el ex presidente del Reichsbank, Hjalmar Schacht.

Cuatro fueron condenados a penas de entre 10 y 20 años de cárcel: el Ministro de Armas Albert Speer; el Líder de las Juventudes Hitlerianas, Baldur von Schirach; el Gran Almirante Karl Dönitz y Konstantin von Neurath, Ministro de Asuntos Exteriores.

Tres fueron condenados a cadena perpetua: Rudolf Hess, Walther Funk y Erich Raeder.

Doce fueron condenados a muerte. Diez de ellos fueron ahorcados el 16 de octubre de 1946: Hans Frank, Wilhelm Frick , Julius Streicher, Alfred Rosenberg, Ernst Kaltenbrunner , Joachim von Ribbentrop, Fritz Sauckel, Alfred Jodl , Wilhelm Keitel y Arthur Seyss-Inquart. Martin Bormann fue condenado "in absentia" y Herman Goering se suicidó en su celda antes de la ejecución.

Después del proceso principal a los criminales de guerra tienen lugar 12 procesos subsiguientes. El último fallo se da a conocer el 11 de abril de 1949. Los Juicios de Núremberg se habían transformado ya para entonces en un hito en la historia del derecho internacional. Se habían transformado en una detallada descripción de los crímenes y monstruosidades del régimen nazi.

Algunos países no aceptaron la validez del Tribunal

En 1946 se estaban desarrollando las sesiones del proceso de Nuremberg, en el que fueron juzgados los dirigentes del régimen nazi que dirigió el III Reich Alemán. Algunos países y muchas gentes de la época no aceptaron la validez jurídica de aquel Tribunal Internacional. Se aducía que los vencedores no podían ser justos jueces de los vencidos. Sin embargo, los dirigentes de las naciones que se vieron arrastrado a a la guerra tenían muy claro que aquello no podía volver a repetirse y que era necesario juzgar y condenar a los principales responsables de la terrible catástrofe de la Segunda Guera Mundial. El tribunal era un primer paso para robustecer la paz futura y para garantizar un orden internacional que impidiera la repetición de situaciones semejantes.

Más de medio siglo después casi nadie discute la oportunidad de aquellos juicios. La Organización de Naciones Unidas configuró un nuevo sistema de relaciones internacionales, que no ha conseguido erradicar las guerras, pero que ha logrado controlarlas y localizarlas, evitando su extensión. No hemos alcanzado otra Pax Augusta, pero se ha evitado la conflagración total, a pesar de los difíciles tiempos de la guerra fría y la carrera de armamentos. Por eso los Procesos de Nuremberg son uno de esos acontecimientos históricos complejos, que pueden ser analizados y juzgados

Antecedentes

En la historia no existían precedentes de la celebración de un juicio internacional contra los dirigentes de una nación soberana después de perder una guerra contra otras naciones. La inexistencia de un derecho internacional reconocido por todas las naciones consituía un gran obstáculo para imputar delitos a los políticos desde instancias ajenas a la soberanía de su estado. Sus acciones estaban solo sometidas al ordenamiento jurídico de su país y el político era únicamente responsable ante los tribunales de este. Los políticos nazis, pues, solo podrían ser juzgados por los tribunales alemanes.

Las noticias de las atrocidades que estaban cometiendo los alemanes durante la guerra y la convicción de que el gobierno nazi había provocado deliberadamente la contienda favorecieron desde principios de 1941 el desarollo de la idea de someter a un juicio internacional a los dirigentes del nazismo. Wiston Churchill fue quien primero habló de crímenes de guerra y de la necesidad de que "el castigo por estos crímenes debiera tener lugar cuando se produjera el desenlace definitivo de la contienda".

En 1942 se creó una comisión con el fin de ir elaborando una lista de responsables que debían ser juzgados cuando terminase el conflicto. En 1945, en la conferencia de Yalta, Stalin, Churchill y Roosevelt trataron también este tema, analizaron un amplio documento elaborado en Estados Unidos y establecieron las bases para llegar a un convenio entre los aliados sobre la forma en que el juicio debería celebrarse. Finalmente, el 8 de agosto de 1945, cuando ya se había acabado la guerra, se firmó en Londres el acuerdo entre los 26 paises que habían intervenido en ella contra Alemania por el que se decidió la creación de un Tribunal Internacional Militar.

Las celdas

Göring con Donitz


Los acusados fueron acomodados en celdas individuales a lo largo de uno de los pasillos de la prisión de Nüremberg. En la pared exterior de cada celda había una pequeña ventana enrejada, por la que los guardianes que se turnaban cada dos horas vigilaban constantemente, el más pequeño movimiento de cada uno de los inquilinos de estas odiosas habitaciones, cuyo único mobiliario lo constituía una cama, una desvencijada mesa de carton y una silla que se retiraba cada noche para evitar posibles suicidios. A los acusados no siempre se les permitía pasear durante veinte minutos por un angosto patio de 30 metros, lo que constituía su único ejercicio físico posible. También era normal, la odiosa norma impuesta de dormir del lado derecho para dar siempre la cara al guardian, de forma que cuando en medio del sueño el cuerpo daba la vuelta, eran despertados a través de la mirilla por un largo palo, con lo cual los acusados debian responder en marathonianas sesiones, a los más fieros ataques de los fiscales, despues de pasar algunas noches en blanco, lo que unido a los potentes focos que en las sala facilitaban la labor periodística, provocaron en varias ocasiones la somnolencia de los acusados.

Los internados recibian a menudo la visita de psicologos americanos que los estudiaban con el mismo entusiasmo de un bacteriólogo a sus bacilos. Posteriormente, los grupos en el patio fueron prohibidos, teniendo que mantenerse cada uno alejado del otro a una distancia de diez pasos. Era imposible hablarse en voz baja, impidiendo los guardianes todo tipo de contactos durante casi todo el tiempo de los once meses del proceso.

Legitimidad

Aunque la legitimidad del Tribunal estuvo en entredicho desde el primer momento -al no existir precedentes similares en toda la historia del enjuiciamiento universal-, los trabajos realizados para la tipificación de los delitos (también hasta entonces insólitos en su magnitud) y los procedimientos para el desarrollo de la causa servirían en adelante para la constitución de la justicia internacional.

De este modo, se concretaron conceptos sobre delitos anteriormente ausentes o vagamente definidos, como el de crimen contra la humanidad, evocado en la Convención de La Haya de 1907. También resultó modificado el enfoque tradicional de las reglas del derecho internacional que se centraban en las relaciones entre Estados, pero no en los derechos y deberes de las personas. Desde entonces, los delitos cometidos por individuos de una nación a lo largo y ancho de varios países podrían ser juzgados internacionalmente por el conjunto de los países afectados, como fue precisamente en la formación del Tribunal de Núremberg.

Juicio a Criminales de Guerra

Este proceso comienza con una sesión preliminar en Berlín, el 18 de octubre de 1945, presidida por el juez militar ruso Nikitchenko. Pero el proceso como tal en contra los principales culpables de crímenes contra la paz, de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad se celebró entre el 20 de noviembre de 1945 y el 1 de octubre de 1946 en el Palacio de Justicia de la ciudad de Nuremberg. Lamentablemente muy pocos responsables de la barbarie alemana fueron juzgados e incluso muchos jerarcas nazis lograron evitar ser atrapados. A Nuremberg llegaron las caras más conocidas del III Reich, al menos, aquellas personas que aún seguían vivas al momento de celebrarse el proceso. Himmler, Goebbels y el propio Hitler se habían suicidado para evitar ser juzgados; solo Göring llegó vivo a Nuremberg en su condición de gran jerarca nazi.

Göring en el juicio


Se escogió la ciudad de Nuremberg por una cuestión práctica: en Berlín no había quedado en pie ningún edificio que pudiera albergar un procedimiento judicial de estas características, pero Nuremberg poseía un palacio de justicia con una sala capaz para 600 personas, contiguo a un gran centro penitenciario en el que se podía recluir a los detenidos y con un acceso a la sala, que, por una parte, evitaba todo contacto no deseado de los dirigentes nazis, y por otra, hacía completamente seguros los traslados de los presos desde las celdas al tribunal. Nuremberg ofrecía además, un aliciente añadido: había sido la sede de las grandes manifestaciones; allí habían desplegado todos sus símbolos y banderas aclamadas por multitudes, y allí se había aprobado las leyes más racistas del III Reich. El ingrediente simbólico también era importante.

Los cargos de la acusación

La acusación formuló cuatro cargos:

1.- Crímenes contra la paz: es decir, actuaciones que llevaran a la planificación o ejecución de violaciones de tratados internacionales o comisión de actos de agresión injustificada contra naciones.

2.- Crímenes contra la humanidad: planificación, ejecución o participación en exterminios y genocidios.

3.- Crímenes de guerra: violaciones de las leyes y convenios internacionales sobre la guerra.

4.- Conspiración: actuación con otros o asociación con ellos para cometer cualquiera de los crímenes señalados en los cargos anteriores.

Jueces

El tribunal quedó consituido por cuatro jueces procedentes de las cuatro potencias principales que habían intervenido en la guerra: Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la URSS. Cada uno de ellos tenía un sustituto de su misma nacionalidad. La presidencia recayó en manos del inglés Geoffrey Lawrence.

Acusados

Los acusados fueron seleccionados entre los ochocientos altos jefes detenidos en los últimos días de la guerra. La lista, al final, quedó reducida a 24 nombres, aunque el tribunal solo abrió la causa contra 22, porque la acusación contra el magnate de la industria pesada Gustav Krupp se sobreseyó por su avanzada edad y mala salud y porque Robert Ley, responsable de los campos de trabajo, consiguió suicidarse, ahorcándose con una sábana antes de que se abriera el proceso. Ante el tribunal se presentó todavía uno menos, ya que Martin Borman siria juzgado en rebeldía porque aun no se había confirmado su muerte en la batalla de Berlín (el total de acusados presentes en Nuremberg fue de 21 personas).

El proceso

El único jerarca que acompañó a Göring durante el proceso fue Rudolph Hess quien, por su parte, aparentó no estar en sus cabales. Durante los interrogatorios Hess sonreía sin motivos, miraba fijo al techo o dibujaba mamarrachos sobre su banquillo. Apenas en su alegato final esbozó cierto grado de cordura cuando dijo que no se sentía arrepentido de haber servido al hombre más importante que había nacido en tierras alemanas en los últimos mil años, refiriéndose naturalmente a Adolf Hitler. Nunca se sabrá si Hess simuló su estado de locura aunque sus miradas cómplices con Göring parecen ratificar esta sospecha. Hermann Göring, por su parte, también defendió a Hitler con una vehemencia que mereció la admiración de sus adversarios.

Göring y Hess


Mientras los generales y ministros de Hitler se echaban las culpas unos a otros haciendo recaer la responsabilidad en Hitler como impartidor de las órdenes, Göring se levantó indignado y dijo ante el tribunal : "como me hubiese gustado que los alemanes aquí presentes hubiesen limitado su defensa a tres palabras: chupame el culo". Göring bajó la vista una sola vez durante todo el proceso, en ocasión de la exhibición de algunas escenas de los campos de exterminio, y jamás se quebró ante el maltrato de sus carceleros. El otro poderoso Reichsmarschall vestía unas ropas viejas y gastadas y era obligado a comer en una lata sin cubiertos en una pequeña celda de 3x3 sin calefacción ni agua caliente. El mismo trato recibieron el resto de los prisioneros en un acto que demuestra que la sentencia ya estaba firmada antes de que el "juicio" empezara.

Nuremberg fue un circo con Göring como figura estelar a falta de Hitler que astutamente se anticipó a la intención de los aliados suicidándose y ordenando quemar su cuerpo. El resto de los prisioneros, especialmente los ministros de Hitler, demostaron una conducta cobarde y egoísta que no sólo indignó a Göring sino también a sus acusadores. El arrogante y soberbio Ribbentropp se rebajó a niveles increíbles con tal de salvar su pellejo pronunciando frases ridículas como cuando se negó a revelar los secretos del pacto ruso-germano de 1939 alegando sus deberes de discreción como diplomático; Schact no entendía de qué lo acusaban; Frank apelaba al juicio de Dios para condenar el reinado de Hitler; Kaltembrunner se consideraba una víctima de Himmler; Von Papen en su rol de corderito inocente consideraba a Hitler como un embustero patológico que los había engañado a todos;Hess repetía que no se acordaba de nada; Keitel se escudaba en su obediencia como soldado y por lo tanto se consideraba exento de toda responsabilidad. Albert Speer, organizador de la industria bélica, fue el único junto a Göring que no trató de eludir su responsabilidad y contestó siempre con rectitud.

Vista de la causa

La causa se fue desarrollando durante diez meses y diez días, en 216 sesiones. Se emplearon 4 idiomas: inglés, francés, ruso y alemán. Cada delegación de los cuatro países que componían el tribunal estaban integradas por 600 personas que se afanaron en buscar pruebas. Se analizaron más de diez mil documentos y se utilizaron películas como pruebas. No todos los imputados fueron acusados de los cuatro cargos.

Los argumentos de la defensa pretendían negar la competencia del Tribunal y poner de manifiesto la dificultad de aplicar unas leyes con carácter retroactivo. Las acusaciones describían delitos que no lo eran en el momento de haberse cometido, porque no existían las leyes internacionales que habían sido creadas con posteridad. La defensa hábilmente recordó que los países acusadores mantuvieron relaciones con la Alemania de Hitler incluso durante los primeros años de guerra, tal el caso de los Estados Unidos. Las leyes raciales en Alemania ya estaban vigentes cuando se celebró la conferencia de Munich en 1938 o el pacto ruso-germano al año siguiente.

Hess en prisión


Especialmente se hizo hincapié en la obediencia debida y en la supuesta ignorancia por parte de los implicados en la llamada solución final. Los jueces, sin embargo, querían sentar jurisprudencia y condenar no sólo a los jefes nazis sino a la guerra misma y a sus horrores. ( El juicio de Nuremberg fue concebido para que se transformara en una norma de conducta para la humanidad y así poder impedir futuras tragedias. El proceso, las actas de acusación y las sentencias de Nuremberg formaban parte de la doctrina que había quedado plasmada en la Carta de las Naciones Unidas. Lo concreto es que el juicio de Nuremberg resultó una farsa jurídica que ni siquiera cumplió sus propósitos originales en el sentido de prevenir otras guerras).

Sentencia

Se dictó sentencia el 1 de octubre de 1946, los jueces hallaron a 19 de los 22 acusados culpables de alguno de los cargos que se les imputaban. Hess, Raeder y Funk fueron condenados a cadena perpetua; Speer y Schirach fueron condenados a veinte años; Neurath a quince años; Doenitz a diez años. Condenados a morir en la horca: Göring, Ribbentrop, Keitel, Kaltenbrunner, Rosenberg, Frank, Frick, Streicher, Seyss-Inquart, Sauckel , Jodl, Bormann (fue condenado en ausencia puesto que se hallaba prófugo). En lo que respecta a los acusados Schacht, Fritzsche y Von Papen fueron increíblemente absueltos.

No hubo acuerdo pleno entre los jueces a la hora de fijar sentencia. El juez ruso desintió en dos cuestiones: no aceptó las tres absoluciones y exigió sin conseguirlo, que fueran condenados globalmente como organizaciones criminales tanto los gobiernos del III Reich, como los Estados Mayores de sus Fuerzas Armadas.

Concluido el juicio, las autoridades norteamericanas juzgarían a 199 personas más, acusadas de actividades criminales durante la guerra, entre 1945 y 1949 en el Tribunal de Nuremberg. De ellos, 38 fueron absueltos, 36 condenados a muerte (de los que 18 fueron ejecutados), 23 a cadena perpetua y 102 a condenas menores. De hecho, y de otros juzgados por los norteamericanos, ninguno de los que quedaron con vida cumplieron más de siete años de prisión. Además se crearon los Tribunales alemanes de desnazificación en la zona de ocupación norteamericana, en los que se definieron cuatro categorías de nazis: delincuentes principales, delincuentes, delincuentes menores y seguidores. Por ellos pasó un importantísimo número de personas que habían tenido algún tipo de responsabilidad civil en instituciones del III Reich.
Hermann Goering resumió en una frase el pensamiento de acusados y observadores imparciales: "No era menester tanta comedia para matarnos".

Ejecuciones

Göring yace muerto en su celda


Las ejecuciones de los condenados fueron consumadas por el sargento primero John C. Wood, de San Antonio, Texas, un verdugo profesional que hasta entonces había ejecutado a 299 personas. Hermann Göring escapó de las manos del verdugo porque se suicidó horas antes de su celda ingiriendo una cápsula de cianuro. Nunca se llegó a saber como llegó el veneno a manos de Göring, que le sirvió para salvar el orgullo del hombre censurado con mayor dureza por el Tribunal, que le tchó de "lider de una guerra de agresión y creador del programa de persecución contra los judíos. Su culpabilidad es única en su enormidad".

El 16 de octubre de 1946, a la una y once minutos de la madrugada, Ribbentrop subía las escaleras del patíbulo, instalado en el gimnasio de la prisión, para ser ahorcado. Le seguirían en un corto intervalo, Keitel, Kaltenbrunner, Rosenberg, Frank, Frick y Streicher, quién gritó ¡¡ Heil Hitler !! mientras el verdugo rodeaba su cuello con la soga de horca. Los demás, Jodl, Sauckel y Seyss-Inquart, subieron al patíbulo con serenidad. Borman, juzgado en ausencia, no pudo se ejecutado. Más tarde se confirmó su muerte durante los últimos días de Berlín.

Para evitar cualquier tipo de manifestación en memoria de los líderes nazis ejecutados, sus cuerpos fueron incinerados en el único horno crematorio que existía en Dachau, cerca de Munich, y sus cenizas fueron esparcidas en el cercano río Isar.

Nuevo derecho internacional

La enormidad de los crímenes del nazismo planteó la necesidad de crear un ámbito jurídico internacional por encima de la soberanía de los estados. Conscientes de ello, la mayor parte de las naciones de la Tierra crearon, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la Carta de las Naciones Unidas. Esta organización, convertida más tarde en la ONU, es el lugar donde se ha ido cimentando un Derecho Internacional y un Tribunal que todavía está en proceso de desarollo.

Condena histórica del nazismo

Una vista del juicio


El proceso contribuyó a la objetivación y divulgación de las atrocidades nazis. Gracias al fiel cumplimiento de todas las garantías procesales que se establecen en un juicio, la historia posterior no puede dudar de la veracidad de los crímenes, todos ellos probados. Se trata además de temas que ya no están sometidos a la especulación de historiadores interesados. Ahora ya no se puede maquillar la historia. A menudo, personajes históricos han sufrido procesos de envilecimiento para unos y de exaltación para otros. Drake, por ejemplo, es un héroe visto desde la historiografía inglesa y un vulgar pirata visto desde la española. Pero será prácticamente imposible redimir a Hitler o al nazismo después de Nuremberg.

Efecto disuasorio

Las naciones que ganaron la guerra intentaban también crear un precedente que surtiera en el futuro un efecto disuasorio sobre potenciales políticos alocados. El proceso de Nuremberg se planteó como una catarsis para escarmentar en cabeza ajena. Todos los que detentan el poder último en un país soberano, incluso aquellos que disponen de un poder absoluto y están por encima de las leyes de su propio país, saben que no son impunes ante la historia.

La identificación de culpables y de crímenes sirvió también para ir diluyendo el sentimiento generalizado de culpa en el pueblo alemán, y para distanciarle de los crímenes a los ojos de las demás naciones. Quizá eso propiciara una profunda reconciliación posterior que hizo posible el nacimiento de una nueva Europa.

Lo que dejó el Juicio despues de 60 años

Es la mañana del 20 de noviembre de 1945 en Nuremberg. Acaban de dar las diez de la mañana. La sala de juicio se estremece. Veintiún acusados hacen su entrada. El ex mariscal Hermann Goering, enfundado en el uniforme degradado de la Luftwaffe, la fuerza aérea del Reich, exhibe unos papeles. Quiere hacer una declaración. El tribunal rechaza la petición. La palabra la tiene Robert Jackson, el juez norteamericano que actúa como fiscal jefe de la acusación. Jackson, que ha llegado a la ciudad alemana hace días desde Washington, hablará durante toda la jornada. Su mensaje esencial es: “No debemos olvidar que la vara con que juzgamos hoy a estos acusados es la vara con la que la historia nos juzgará mañana. Pasar a estos acusados un cáliz envenenado es poner este cáliz en nuestros propios labios. Debemos observar en nuestra conducta tal imparcialidad e integridad que la posteridad pueda elogiar este juicio por haber colmado las aspiraciones de la humanidad de que se imparta justicia”.

Pasaron 60 años. El abogado Reed Brody, de la organización Human Rights Watch, se encuentra en Dakar, Senegal. Esta misma semana colaboró en la detención del ex dictador de Chad entre 1982 y 1990, Hissène Habré, a raíz de una orden internacional de detención de la Justicia de Bélgica para su extradición a dicho país. “Habré esquivó a la Justicia durante 15 años. Vi cómo lo traían detenido este martes hasta el juzgado. Parece, y digo parece, porque uno nunca está seguro en estas cuestiones de la jurisdicción universal, que la Justicia finalmente le cayó encima”, explicó Brody en una entrevista telefónica desde Dakar. “Hemos logrado que el tribunal aplace la decisión sobre la extradición hasta el próximo 22. Ya es algo”, añadió.



El profesor de derecho internacional de la Universidad Libre de Bruselas, Eric David, se preguntaba a mediados de los años ’80 si Nuremberg “es una espada de Damocles suspendida sobre la cabeza de cada dictador y cada torturador o bien es un producto congelado enterrado en el refrigerador del aparato legislativo de los estados”. Su respuesta: “El derecho de Nuremberg es un poco las dos cosas”. Según David era un “derecho dormido”. O “derecho fantasma”.
Ese fantasma es el que recorrió Europa y Africa y cobró forma en los tribunales de los años ’90 para Ruanda y la ex Yugoslavia. Un proceso que se remataría con la creación, en 1998, de la Corte Penal Internacional, cuya inexistencia mantuvo la Convención contra el Genocidio de Naciones Unidas convertido en papel mojado durante largos años.

En el medio de este proceso, en 1996, un viento fuerte, inesperado, comienza a soplar desde el sur de Europa. La Justicia española, liderada por el juez Baltasar Garzón, empezó a investigar los crímenes de la dictadura de Jorge Rafael Videla en la Argentina y de Augusto Pinochet en Chile. “La doctrina de Nuremberg inspiró nuestra experiencia en el caso Pinochet”, recuerda el abogado valenciano Joan Garcés, quien presentó la querella contra el ex dictador chileno en julio de 1996. “El conflicto entre impulsos criminales y humanistas continuará siendo permanente. Estamos viendo todos los días ejemplos de esa lacra. La doctrina de Nuremberg sigue siendo uno de los instrumentos racionales para enfrentarlas.” La fecha clave es el 16 de octubre de 1998, el día en el que el juez Garzón cursa a Londres la orden internacional de arresto de Pinochet. El 24 de marzo de 1999, la Cámara de los Lores, para determinar si el ex dictador podía ser sometido a un juicio de extradición en el Reino Unido, votaba una sentencia capital: ni Pinochet ni ningún ex jefe de Estado podrá invocar su inmunidad ante el delito de tortura.

Esa sentencia está pesando en EE.UU. Scott Horton, presidente de la comisión de derecho internacional de la Asociación Americana de Abogados, cree que es así. “El cáliz envenenado del juez Jackson parece estar ante los labios de la administración Bush, que ha retirado al país de su respeto tradicional al derecho internacional e incumple sus compromisos con las convenciones de Ginebra y la convención contra la tortura. Es el fantasma de Nuremberg. ¿Por qué razón el presidente Bush y el vicepresidente Cheney amenazaron con vetar la enmienda de John McCain en el Senado que prohíbe la tortura? Quieren garantizarse la inmunidad ante una futura persecución penal”, explicó Horton.
Mientras, Brody reflexiona desde Senegal. “Soy un norteamericano que va por el mundo intentando que tiranos y torturadores comparezcan ante la Justicia. Hoy la parte más dura de mi trabajo es ser norteamericano. ¿Por qué? Porque a los ojos de los demás represento la doble vara de medir y al imperialismo judicial.”

Carlos Castresana, el fiscal que presentó la primera denuncia sobre los crímenes de la dictadura argentina y, más tarde, contra los cometidos por la chilena, advierte, desde California, donde reside, los peligros que tuvo del régimen de Bush contra el derecho internacional. “La doctrina de Nuremberg tiene después de los atentados a las Torres Gemelas, en el contexto de la llamada guerra contra el terror, mayor vigencia que nunca: los crímenes internacionales son tales, aunque la ley interna autorice abusos como los que tienen lugar en Guantánamo, Chechenia o Abu Ghraib.” ¿Y los asesores de Bush y Cheney, que diseñaron la tortura bajo la guerra contra el terror? Philippe Sands, abogado británico, dice que “la Convención contra la Tortura también criminaliza a aquellas personas que son cómplices. EE.UU., por otra parte, condenó a Josef Altstotter y otros abogados que colaboraron en las leyes nazis y los decretos de Hitler por su participación en un sistema organizado de crueldad. La sentencia del tribunal dice que la daga del asesino estaba oculta bajo la toga de los juristas”.

Video: Juicio de Nuremberg, Parte 1