Exterminio Nazi: Holocausto Judío



Nunca en la historia de la vida del ser humano en la Tierra, hubo tanto terror. Y por la misma mano del mismo ser humano

Posiblemente estamos hablando del crimen mas atroz de la historia ya que fue friamente calculado y aniquiló a millones de seres humanos en los campos de concentración. Los judíos fueron sometidos a un estado casi animal y a la mas espantosa degradación moral y física, y tanto niños, como hombres y mujeres fueron torturados malévolamente y puestos a morir en las cámaras de gas por el solo hecho de pertenecer a una raza considerada inferior o de sostener creencias religiosas o políticas antagónicas a las de la supuesta "raza superior". Hitler fue el origen de este furioso torbellino de la muerte. Pero Hitler no estaba solo. Parte de un pueblo fanatizado por la propaganda, educado en el desprecio hacia el hombre no ario, le ayudó a borrar de la faz de la tierra a todo una raza.

La expresión más estremecedora de lo que el Nuevo Orden Europeo Nazi supuso fue el Holocausto judío, que significó un cambio esencial en la experiencia colectiva de la Humanidad a través de los siglos.
En otros tiempos -como, por ejemplo, durante la Guerra de los Treinta Años- el ser humano había practicado la eliminación de sus semejantes animado por supuestas motivaciones ideales y de principio, en este caso de carácter religioso, pero nunca, en cambio, se había intentado hacer desaparecer de la superficie de la Tierra una entera categoría racial o religiosa.



La situación de los judíos europeos en el momento del estallido de la guerra era diferente según las latitudes, pero en términos generales se puede decir que habían experimentado un claro proceso de emancipación en los últimos tiempos. En Alemania, constituían ya una minoría decreciente, no solían ser practicantes desde el punto de vista religioso y tuvieron un papel importante en determinados partidos políticos, como el socialdemócrata.
Más al Este, su influencia era mayor: en Polonia representaban la décima parte de la población y eran un tercio del total de los habitantes de Varsovia. Aparte de que aquí la emancipación había sido más reciente, seguían siendo una minoría inasimilada, observante en materia religiosa y confinada a determinadas dedicaciones y actividades. La existencia de problemas de conciencia nacional contribuía de forma poderosa a alimentar tradicionales sentimientos populares antisemitas. El antisemitismo de Hitler tenía poco de nuevo, casi nada de coherente y tampoco fue constante en sus perfiles concretos.



En realidad, esta actitud se hallaba muy difundida en la sociedad alemana, en especial en los medios de la derecha tradicional, sin necesidad de ser nazi. En los años treinta, a estas doctrinas se les sumó, multiplicando infinitamente su peligrosidad, un repudio radical de los ideales de la civilización cristiana y liberal. Fue el abandono de lo que Goering denominó como los "estúpidos, falsos, ingenuos ideales de humanidad" lo que permitió que la sociedad alemana aceptara la persecución de los judíos con indiferencia y en gran parte contribuyera a la misma. Pero el Holocausto en sí no se entiende sin la personal peculiaridad de Hitler.
Éste podía decir en términos teóricos que el problema de los judíos no era más que el de la decisión de hacerlos desaparecer, pero eso no suponía en principio que quisiera exterminarlos a todos. Sin embargo, lo que convirtió esta posibilidad en actos fue la sensación de auténtica angustia sentida por el Führer en 1918, cuando atribuyó a la traición la derrota alemana y el peligro de su propia eliminación física. Lo que produjo el Holocausto fue, en fin, el carácter obsesivo del antisemitismo de Hitler. En condiciones de victoria, podía proponer para los judíos el simple alejamiento. Si le amenazaba la derrota de su sueño megalómano y demencial, podía proponer la eliminación radical de este esencial adversario.



A partir de estas afirmaciones, se puede dar respuesta a un interrogante que durante mucho tiempo ha obsesionado a los historiadores. El Holocausto puede, en efecto, ser interpretado como un proceso de intencionalidad clara, en el que cada uno de sus pasos previos llevaba de forma necesaria al siguiente. Sin embargo, parece obvio que en última instancia el camino hacia el estadio de la eliminación masiva sólo puede explicarse como consecuencia de circunstancias concretas de un determinado momento. Sólo con la campaña contra la URSS se hizo inmediata la voluntad de eliminar por completo a los judíos. La victoria de los nazis en la Alemania de 1933 había supuesto en primer lugar la determinación de lo que se entendía como judío desde el punto de vista familiar y religioso, así como la marginación de los judíos de ciertas categorías profesionales.

Desde 1933 hasta 1937, emigraron de Alemania unos 130.000 judíos y en los dos años inmediatos al estallido de la guerra lo hicieron otros 120.000. Pero las conquistas territoriales del III Reich situaron bajo el dominio de Alemania un mayor número de judíos que en tiempos anteriores, con lo que se complicaron los problemas para las autoridades nazis. En general, en los nuevos territorios se siguió una política de mayor dureza que en la propia Alemania. En ella, sin embargo, respecto a los propios alemanes, se tomaron las medidas que resultan en muchos sentidos más directamente relacionadas con los campos de exterminio del futuro.



El racismo nazi, en efecto, tuvo como primera consecuencia la eliminación de disminuidos físicos y mentales, con el objeto de purificar la etnia germánica. En su momento, no se dio publicidad alguna a la aplicación de esas medidas, que supusieron la desaparición de decenas de millares de personas y que solamente se detuvieron en 1941. Hasta este momento, el Reich tan sólo consideraba como posibles medidas a aplicar en el futuro acerca del destino de los judíos la obligada emigración a territorios remotos. Se pensó en obligarlos a la emigración hacia Polonia o Madagascar que, por su condición insular y su lejanía, parecía el lugar más oportuno. A estas fórmulas se las denominó conjuntamente "Solución final", aunque de momento la expresión no tuviera el trágico significado que más adelante adquirió.

Al mismo tiempo, se tomaron algunas disposiciones prácticas que, aunque tenían otra razón de ser, acabaron coadyuvando a los planes de eliminación física. La principal de ellas fue la concentración de los judíos en determinadas áreas, primer paso para cualquiera de las dos opciones. Siguió existiendo la emigración, pero la necesidad de contar con Gran Bretaña para llevarla a cabo impidió que pudiera realizarse de forma sistemática. A mediados de 1941, Hitler adoptó dos disposiciones que antes había rechazado y que obedecían al propósito indicado: por una parte, los judíos debían estar señalados con un distintivo personal; por otra, tenían que ser enviados hacia el Este.



Como se apuntaba antes, la chispa que prendió todo el potencial de barbarie que nacía de la ideología nazi fue la guerra contra la Unión Soviética. Hitler confiaba en derrotar en plazo de tiempo muy breve a los ejércitos de Stallin, que habían demostrado su ineficacia contra Finlandia, pero sabía también que en el enfrentamiento se lo jugaba todo. Su racismo le llevaba a considerar que en la nueva ofensiva se debían romper las reglas de la guerra; además quería proceder a explotar lo más rápidamente posible desde el punto de vista económico los territorios conquistados. Aquí, el enemigo, en su opinión, no estaba constituido más que por puras y simples "bestias".

La resistencia que le ofrecieron favoreció las instrucciones de eliminación de los cuadros políticos -comisarios de guerra, por ejemplo- y de ellos se pasó a los judíos, incluso mujeres y niños. Se debe tener en cuenta que hasta el momento el número de muertos alemanes apenas superaba las tres decenas de millar y esta cifra fue pronto abrumadoramente superada en suelo soviético.



De ahí el inicio de los asesinatos masivos. Para ello, se crearon unos grupos especiales que se desplazaban por el frente y procedían a ejecuciones sumarias mediante el fusilamiento o el tiro en la nuca. Con el transcurso del tiempo, se imaginó un procedimiento más "humano" -para los verdugos, por supuesto-, como era la utilización de unos camiones que venían a ser algo así como una cámara de gas móvil.
La fecha en que se tomaron las disposiciones tendentes a que la "Solución final" decidiera la eliminación del adversario no es segura, pero todo hace pensar que debió ser en torno a septiembre de 1941, cuando empezaba a demostrarse que la resistencia soviética era superior a lo previsto. Y sobre ello, no cabe la menor duda de que la responsabilidad fue de Hitler, sin cuya voluntad no resulta imaginable que se tomara una medida de tal trascendencia. Pero, en la burocratización del genocidio que siguió a continuación, los responsables se multiplicaron de forma exponencial.



A partir de este momento, se siguió un doble proceso, paralelo y complementario. En primer lugar, los judíos, otras minorías raciales consideradas inferiores y los disidentes políticos fueron integrados en un sistema de trabajo forzado en campos de concentración, del que los explotadores extrajeron importantes ventajas económicas.
El campo de Auschwitz estuvo, por ejemplo, ligado a una de las más importantes industrias químicas alemanas. Aquí, era conocida la existencia de una red de campos de concentración, en los que no se excluía la posibilidad de la liquidación física de los prisioneros. Solamente en ella murieron más personas que en conjunto en otros seis campos situados al Este, junto a la frontera soviética, que pueden ser considerados como verdaderas fábricas de muerte. El sistema de eliminación racial o política se basaba, en efecto, en una racionalización industrial de acuerdo con criterios de mínimo coste y máxima eficacia. Hubo en todo este sistema dos círculos concéntricos de culpabilidad: la de los burócratas que, con cada una de sus decisiones y sin preguntarse por el efecto que pudieran tener, hicieron posible la totalidad del proceso y la de quienes ocupaban los escalones intermedios en los campos.



Un radical despotismo respecto de quienes estaban en ellos ni siquiera hizo necesaria la existencia y actuación de grandes criminales. El poder absoluto transformó la intimidación en terror y éste pasó a ser un horror colectivo como hasta ese momento jamás había sido imaginable. Los resultados cuantitativos se pueden precisar con datos precisos, al menos hasta un determinado punto. Unos seis millones de judíos fueron eliminados, o lo que es lo mismo, casi uno de cada tres de los que vivían en Europa. En determinados países, como Polonia, la proporción todavía fue mayor: de unos 3.300.000, sólo quedaron 50.000 con vida. Ello hizo que numéricamente, al final de la guerra, casi la mitad del judaísmo mundial fuese el residente en Estados Unidos.

El 27de enero de 1945, otros soldados soviéticos pudieron presenciar una escena parecida en otro lugar siniestro: Auschwitz. Y en el mes de abril, tras la llegada de los blindados americanos al campo de Buchenwald, cerca de Weimar, el general Eisenhower comprobó con sus propios ojos hasta dónde fueron capaces de llegar los nazis en su desprecio por la vida de los seres humanos.



La historia de los campos de concentración nazi comienza poco después de que Hitler fuera nombrado canciller del Reich el 31 de enero de 1933; su existencia obedece al propósito de eliminar a la oposición política.Al principio, Hitler introdujo la "Schutzhaft" (custodia preventiva) como excusa para encerrar en los campos elementos no gratos para el régimen; más adelante no tuvo escrúpulos para eliminarlos. En marzo de 1933, con motivo de la puesta en servicio de los primeros campos -Oranienburg y Dachau-, Hitler definió así la función de estos establecimientos: «La brutalidad inspira respeto. Las masas tienen necesidad de que alguien les infunda miedo y las convierta en temblorosas y sometidas. No quiero que los campos de concentración se conviertan en pensiones familiares. El terror es el más eficaz entre todos los instrumentos políticos... Los descontentos y los desobedientes se lo pensarán dos veces antes de enfrentarse con nosotros, cuando sepan lo que les espera en los campos de concentración.



"Atacaremos a nuestros adversarios con brutal ferocidad y no dudaremos en doblegarlos a los intereses de la nación mediante los campos de concentración". No cabe la menor duda que quienes fueron delegados por Hitler para este cometido cumplieron fielmente los deseos de su jefe. En un principio, los campos se hallaban bajo el control de la SA («Sturm Abteilung», sección de asalto), tropas de choque que acabaron por ser anuladas después de un sangriento ajuste de cuentas con las SS durante la célebre «Noche de los cuchillos largos», el 30 de junio de 1934. La SA fue, por tanto, la encargada de instaurar el terror mediante asesinatos masivos en los primeros
campos de concentración. El comandante de Dachau, Theodor Eicke, redactó de forma escrupulosa un reglamento cuya letra y espíritu legitimaban estos asesinatos.

Tras la desaparición de la SA, Hitler asignó a las SS («Schutz-Staffeln», escuadras de protección) el control de los campos y Heinrich Himmler se encargó de organizarlas. Con tal fin creó unos destacamentos destinados al servicio de custodia de los campos, las «Totenkopfverbánde» (formaciones de la calavera), reclutadas entre los nazis más fanáticos.Las primeras remesas de prisioneros llegadas a los campos fueron obligadas a trabajar bajo una disciplina
durísima y en unas condiciones inhumanas para levantar y ampliar los establecimientos. Aquéllos que no eran capaces de soportarlo morían sin remedio o eran fusilados; sin embargo, en ningún caso se revelaba la verdad sobre los fallecidos.



Bajo la directa supervisión de Himmler, los campos se multiplicaron. Después de Dachau, Sachsenhausen, Buchenwald, Ravensbruck(campo para mujeres),Stutthof, Auschwitz, Neuengamme,...Estos grandes campos tenían otros anexos menores llamado: Kommandos exteriores. Antes de 1939, el número de prisioneros internados en campos de concentración era relativamente bajo, sobre todo si se tienen en cuenta las cifras del período de guerra; además, aún no se habían aplicado masivamente los sistemas de tortura y muerte. No obstante, esta situación cambió de modo radical tras las redadas de judíos llevadas a cabo por los nazis durante la tristemente célebre «Noche de cristal» (9-10 de noviembre de 1938), y después de la anexión de Austria, que significó la entrega de aquel país a manos de la Gestapo y de las SS. Tras estos acontecimientos, el número de internados aumentó vertiginosamente. Y Himmler planeó la posibilidad de explotar la fuerza de trabajo que tal cantidad de detenidos era capaz de ofrecer a sus secuaces. Hitler había prohibido el empleo de prisioneros en la fabricación de armamento, pero a partir de septiembre de 1942 se hizo imprescindible aumentar la producción bélica. Con este objetivo se llegó a un acuerdo según el cual los prisioneros trabajarían en las industrias privadas encargadas de abastecer al ejército, a cambio de dinero y de un porcentaje de la producción para reequipar a las SS.



Mas de 30,000 muertos al mes durante 1944

Pero las infrahumanas condiciones de trabajo y la pésima alimentación hicieron aumentar de manera alarmante la mortalidad en los campos. Al recibir un informe en el que se le comunicaba que de los 136.700 deportados que habían ingresado en los campos entre junio y noviembre de 1942 sólo habían sobrevivido 23.502, Himmler montó en cólera. Eso significaba que las bajas eran del orden de 19.000 mensuales, algo intolerable para el buen ritmo de la producción. La respuesta de Himmler fue la promulgación de una ley titulada «El Reichsführer orde hacer disminuir, en forma absoluta, el índice de mortalidad».

A pesar de la grandilocuencia, en 1944 el número de víctimas había aumentado a 30.000 mensuales. A medida que los ejércitos aliados avanzaban, la situación en los campos alcanzaba las metas que se habían propuesto sus funestos artífices. Como ha dicho el psicólogo Bruno Bettelheim, superviviente de Dachau y Buchenwald, por medio de los campos de concentración la Gestapo pretendía «Acabar con los prisioneros como individuos, extender el terror entre el resto de la población, proporcionar a los individuos de la Gestapo un campo de entrenamiento en el que se les enseñaba a prescindir de todas las emociones y actitudes humanas, proporcionar, en fin, a la Gestapo, un laboratorio experimental para el estudio de medios eficaces para quebrantar la resistencia civil.»



Auschwistz, la tierra de la muerte

Sobre la puerta de entrada de Auschwitz I, todavía hoy puede leerse un letrero que reza: «Arbeit macht frei» (El trabajo da la libertad). Situado en tierra polaca, entre Katowice y Cracovia, el campo de Auschwitz cuenta en su haber con la cifra más alta de asesinatos: se calcula en 4.000.000 el número de exterminados, la mayoría de ellos judíos (3.000.000 muertos en las cámaras de gas), además de millares de gitanos y de prisioneros de guerra soviéticos. El campo estaba rodeado de una alambrada espinosa electrificada, y varias torretas dotadas de ametralladoras y potentes reflectores custodiaban las instalaciones día y noche. A la llegada de cada convoy, los SS gustaban de repetir con macabro cinismo: «Aquí se entra por la puerta y se sale por la chimenea.»

En la misma estación de ferrocarril, los deportados que habían sobrevivido al viaje eran seleccionados: los más fuertes se empleaban para el trabajo, el resto era eliminado. Inmediatamente, los SS practicaban la «Strasse» (calle) en la cabeza de los prisioneros: un surco de unos 2 cm de anchura desde la frente hasta la nuca; a continuación se marcaba a fuego su número de matrícula en el brazo o en la nuca, número que también era inscrito en una placa de hojalata que el prisionero debía llevar constantemente atada a su muñeca, y cuya pérdida podía significar la muerte.El vestido de los prisioneros consistía en un uniforme a rayas al que se cosía, según las categorías, un triángulo de paño de distintos colores dentro del cual se estampaba la inicial de la nacionalidad del detenido (F, francés; B, belga; S, español; R, ruso; P, polaco). Debajo del triángulo figuraba el número de matrícula. Los prisioneros judíos llevaban una estrella de David de color amarillo.



Los deportados que habían resistido las primeras vejaciones era integrados en escuadrones de trabajo bajo las órdenes de un «Kapo» (KAmaraden POlizei), generalmente delincuentes de derecho común que colaboraban con los SS en los peores servicios y brutalidades. Los escuadrones de trabajo debían recorrer diariamente varios kilómetros a pie para llegar al lugar del trabajo. Una vez allí les estaba prohibido hablar. Si alguno caía rendido por el cansancio o se alejaba de su puesto, era fusilado inmediatamente, y su cadáver debía ser cargado por sus compañeros hasta el campo para el recuento.Sometidos a una despiadada explotación, los deportados llegaban a convertirse en lo que según la jerga de los campos se denominaba «musulmanes»; es decir, detenidos que habían alcanzado el último grado de agotamiento, el límite de sus fuerzas.

Los prisioneros de Auschwitz trabajaban, en el l. G. Farben, en las fábricas de material de guerra de la Unión Krupp y en empresas más pequeñas que los empleaban en minas, bosques o trabajos de construcción de carreteras. De este modo, las SS, a cambio deproporcionar mano de obra barata obtenían de tales empresas sustanciosos beneficios.

Hambre, terror y muerte

La escasísima alimentación era otra forma de morir lentamente. En Auschwitz, un prisionero recibía alrededor ue 1.740 calorías diarias, cuando las mínimas indispensables debían ser 4.800. Además, la disenteria y otras enfermedades causaban estragos entre los deportados. Algunos «afortunados» lograban acceder a la enfermería («Revier») que, a pesar de ser un lugar siniestro e insalubre, y en la mayoría de las ocasiones la antesala de la cámara de gas, significaba un refugio para muchos prisioneros, sobre todo en invierno.

En noviembre de 1944, ante el avance de los aliados hacia Alemania, Hitler ordenó la suspensión de matanzas en Auschwitz y el desmantelamiento de los hornos. Se inició así el último de los sufrimientos para los que aún sobrevivían: 60.000 personas fueron evacuadas hacia Buchenwald. Anduvieron toda una noche recorriendo 70 km; luego les esperaban tres largos días de penoso viaje en vagones de tren descubiertos, soportando temperaturas de -20 C. Al entrar los soviéticos en el campo de Auschwitz el 27 de enero de 1945, se encontraron con 5.000 deportados, la mayoría de los cuales murieron poco tiempo después a causa del estado en que se encontraban.



Sobre una colina boscosa y arrasada por el viento, próxima a la ciudad de Weimar, la cuna de Goethe, se levantó en 1937 el campo de Buchenwald.En l puerta de hierro forjado de su entrada se podía leer una inscriopción que decía: «Jedem das seine» (A cada uno lo suyo). Buchenwald era una auténtica «fábrica de cadáveres»: en los sótanos de su «Krematorium» estaban las salas de disección, cámaras de tortura y la sala en la que se llevaban a cabo ahorcamientos mediante ganchos de hierro clavados en las paredes; desde allí, los cadáveres subían en un montacargas al piso donde estaban instaladas las cámaras de gas y los hornos crematorios. A pesar de la enorme capacidad de este edificio, en el patio también se amontonaban carretas de muertos procedentes de los barracones o de la enfermería.Un cierto número de deportados -en su mayoría políticos y judíos alemanes, polacos y checos- fue empleado en las fábricas de Gustloff anexas al campo, en la «Steinbruch» (cantera), o en la reparación de carreteras.



La crueldad de los campos se vio aumentada en Buchenwald por la presencia del comandante Walter Koch y, sobre todo, de su esposa llse, cuyo nombre tiene para los supervivientes un significado escalofriante: nadie puede olvidar las lámparas de su habitación, cuyas pantallas fueron elaboradas con la piel tatuada de algunos deportados.En los primeros días de abril de 1945, las SS recibieron orden de liquidar el campo. Gran cantidad de deportados fueron evacuados hacia los campos de Bergen-Belsen, Dachau y Flossenburg, entre otros. Muchos murieron en el camino. Sin embargo, la última empresa de exterminio no pudoser llevada a cabo por las SS gracias a la decisiva acción de la organización clandestina del campo que logró liberarlo el 1 1 de abril de 1945, algunas horas antes de la llegada de los blindados americanos. De los 250.000 detenidos que habían pasado por Buchenwald, en aquel momento sólo sobrevivían penosamente unos 25.000.



Mauthausen, la fortaleza

Auténtica fortaleza inexpugnable, Mauthausen fue construido junto a la cantera de Wienergraben, aorillas del Danubio, en las cercanías de la ciudad austríaca de Linz. El acceso a la cantera se efectuaba descendiendo los 186 escalones de la «escalera de la muerte». Al amanecer, los prisioneros la bajaban corriendo, golpeados por la SS que formaban dos hileras; por la noche, la subida se llevaba a cabo en columnas de a 5, muy a menudo con un bloqke de piedra a la espalda.En la cima de la cantera al final de la escalera, se abría un abismo en la roca cortada quie la SS había bautizado "pared de los paracaidistas" porque mucho prisioneros deseperados se lanzaban al vacío o eran empujados y precipitados por los guardianes.Entre 1939 y 1945, el campo de Mauthasen llegó a albergar a 335.000 deportados de los que murieron 122.777, si contar los que eran asesinados antes de ser registrados.Antes de morir, había que sifrir todo tipo de humillaciones.En los barracones donde se hacinaban 10 veces más personas que las inicialmente previstas, 5 o 6 prisioneros tenían que compartir un pequeño jergón de paja.



En plena podía llegar la orden de dirigirse desnudos al baño para regresar sin secarse a los barracones o de formar en la plaza central de campo durante horas soportando temperaturas de -20 grados centígrados.
En el despacho del comandante de campo, Franz Ziereis, responsable de los crímenes allí cometidos, se encontró una orden que decía: "En el casoq ue el enemigo aproxime, hagansé sonar las sirenas, obliguesé a todos los detenidos a entrar en el "Keller" (galerías subterráneas) y procédase a su eliminación utilizandosé gas." Un Comité Internacioanal de Resistencia, creado clandestinamente por los deportados , liberó el campo tras duros combates entre el 5 y 7 de mayo de 1945, antes de que llegaran las fuerzas aliadas.



Un día cotidiano en la desesperación

La diana solía sonar entre las 4 y las 5 de la madrugada. Había que ocuparse de la limpieza personal, pero en muchas ocasiones se carecía de agua. A continuación se distribuía un tazón de agua sucia eufemísticamente llamada café, cuya máxima virtud era estar caliente. Sin perder tiempo, los internados tenían que formar en la «Appelplatz» o «Lagerplatz» (plaza central del campo) donde se pasaba lista. Tras este trámite, que podía durar horas, los prisioneros eran agrupados en «Kommandos», cada uno de los cuales constituía un grupo de trabajo a cuyo frente estaba un «Kapo». Los trabajos forzados se realizaban aprovechando al máximo la luz solar. El único momento de reposo era el de la «comida»: un plato de sopa y las denominadas «porciones», que consistían en 300 g de pan de salvado o de serrín de madera.



Por la noche, otro plato de sopa, esta vez con trocitos de legumbres secas, col y nabos. Cinco veces por semana se distribuían con el pan 25 g de margarina, y una vez por semana un pedacito de salchicha vegetal de unos 75 g o dos cucharadas de mermelada. De vez en cuando, dos cucharadas de coágulos de leche que pretendían ser queso. A medida que pasaba el tiempo y aumentaba el número de prisioneros en los campos, las raciones de comida fueron disminuyendo. Para los hambrientos, cualquier cosa era comestible, ya fueran mondaduras sucias o patatas crudas; en algunos campos, incluso se dieron actos de canibalismo.Los barracones de madera («Blocks»), además de albergar a los prisioneros amontonados, estaban cargados de piojos, pulgas, polvo, moho y excrementos humanos. Los enfermos que no cabían en la enfermería se quedaban en los barracones, agrupados por enfermedades, esperando la llegada de la
muerte.Los castigos corporales formaban parte de la vida cotidiana.

Era casi imposible escapar a los castigos porque todo estaba prohibido: aproximarse a menos de dos metros de la alambrada, dormir con la chaqueta o sin calzoncillos, no ir a la ducha los días señalados o ir los días no señalados, salir del barracón con la chaqueta desabrochada, llevar bajo la ropa papel o paja para protegerse del frío,...
La contravención del reglamento podía significar 20 ó 50 bastonazos en los riñones, o bien tener que permanecer en posición de firmes bajo los focos de los reflectores durante toda la noche, con las manos cruzadas detrás de la nuca.
Sin embargo, los SS pocas veces se manchaban las manos. Se elegía a los verdugos entre los propios compañeros de los prisioneros: los odiados «Kapos».



En ocasiones, los mismos prisioneros aceptaban colaborar para poder disfrutar de algunas ventajas. El llamado «Sonderkommando» (destacamento especial) se encargaba de las cámaras de gas y de los hornos crematorios. Lo formaban prisioneros polacos, lituanos, rusos y ucranianos, en su mayor parte judíos. Su trabajo consistía en abrir las cámaras de gas, arrastrar con gar os os ca veres asta e orno, limpiar la cámara para la siguiente utilización y trasladar las cenizas y huesos que habían caído a través de las parrillas.

Los campos de la muerte

En 1942, niios procedentes de los territorios ocupados por la Alemania nazi, fueron deportados a los campos de exterminio en Polonia. Generalmente, los niños, en su mayoría judíos, eran asesinados inmediatamente en los campos, muy pocos lograron sobrevivir.
Auschwitz, es el mas grande , el mas conocido, pero no es el único.
Majdanek, a las afueras de Lublin, Polonia, es el mejor conservado de todos los campos de exterminio nazi.

En este campo, se construyó una de las primeras cámaras de gas experimentales. Se puede observar aún el orificio por donde los nazis, dejaban un gas mortal conocido como ziklon B, a base de un compuesto químico de cianuro. Son latas de aproximadamente 40 centímetros.
Actualmente se conservan algunas de ellas, en una de las cámaras de gas de Majdanek.
Algunos historiadores estiman que en los campos de concentración y exterminio nazi, en Auschwitz, murieron más de un millón y medio de niños. Noventa de ellos fueron seleccionados, provenientes de Checoslovaquia, del Ghetto de Terezin. Nadie sabe por qu�, pero 45 de ellos, lograron sobrevivir al holocausto.



El preso 169, 101, que a los 12 años de edad vivió el peor de los infiernos, pero logró sobrevivirlo es Bedrich Steiner.
"Nosotros, del Ghetto de Terezin, como se dice en checo, fuimos transportados en diciembre del año 43. El transporte duró entre tres y cuatro días, desde Bohemia hasta Polonia, sin agua, sin alimentos, con niños y con los viejos", relató Bedrich Steiner.

Steiner señala como el mismo médico o doctor de la muerte, Mengele, seleccionaba a los presos. "No me recuerdo las facciones muy bien, porque eran varios, pero fue seleccionado un transporte, una partida de hombres, después de mujeres, otra vez de hombres y al final no sé porque razón se le ocurrió seleccionar jóvenes."
Aquellos niños entre los ocho y 15 años de edad, deportados a Auschwitz, fueron asignados a trabajos especiales. Recibiendo el mismo trato que los adultos, las mismas humillaciones, la misma verguenza.

"Vivía yo entonces como en un sueño. No era un estado de conciencia, no estaba del todo consciente, el ser humano, estoy hablando por mi, vivía el momento y no podía pensar más adelante, en cinco minutos, porque no sabía si iba a vivir." indicó Steiner.
Las condiciones en las que vivían los niños en los campos de concentración eran deplorables, sus pequeños cuerpos débiles, estaban en los huesos, sin músculos, sin grasa, con la piel arrugada. Muchos de ellos amanecían en las barracas muertos, por desnutrición, con el cuerpo carcomido.



Con tan solo 12 años, Bedrich, vio en Auschwitz, lo inimaginable. Lo mas trágico, es que nunca pudo llorar la muerte de su padre, de su madre, de su hermana. Aquella vida en Auschwitz, le arrebataba las l�grimas hasta a los niños.
"Yo sabía cuando fueron asesinados mis padres, no sabía exactamente la hora o el momento, pero sabía el día, yo sabía el día porque nos separaron. yo fui a un lado y mi madre con mi hermana fue a otro lado, y mi padre también fue a otro lado."
Bedrich Steiner, aquel niño de 12 años quedó marcado con el olor de Auschwitz, impregnado todavía en sus recuerdos.
Imagine el rostro de aquellos niños, los que sobrevivieron y los que murieron, reducidos a nada. Sus gritos, sus lamentos, sus llantos, uno nunca olvidara el amargo recuerdo de Auschwitz.



Mas Muerte

Ya en los últimos meses de 1939, Hitler propuso un programa de eutanasia, destinado a eliminar los enfermos incurables, fundamentalmente los mentales. El asesinato de las víctimas se llevó a cabo obligándoles a inhalar monóxido de carbono. Los familiares debían contentarse con un certificado de defunción que aludía a «muerte por pulmonía o debilidad cardíaca».
Cuando Hitler decidió la llamada «Solución final», fueron dispuestos los grandes campos de exterminio polacos (Chelmno, Belzec, Sobibor y Treblinka) para dicho cometido. En Chelmno, por ejemplo, los deportados eran obligados a prepararse para tomar un baño antes de ser enviados a trabajar. A continuación se les introducía en camiones especiales, preparados para que el monóxido de carbono producido por los motores penetrase en la cámara donde viajaban las víctimas.



Cuando ya no se oía ningún grito, los camiones se trasladaban hacia un bosque cercano donde los cadáveres eran arrojados en grandes fosas. Más tarde se construyeron las cámaras de gas fijas y los hornos crematorios. Para el funcionamiento de aquéllas se utilizó el gas «ZyklonB», «mucho más eficaz», según palabras de Rudolf Hess.
Cuando el exterminio fue masivo, se «perfeccionaron» las instalaciones. En Treblinka, y con la presencia de Himmler, se inauguraron nuevas cámaras y hornos capaces de eliminar 5.000 cadáveres en 24 horas.Con la aplicación de técnicas más expeditivas, en la primavera de 1944 se alcanzó la cifra de 24.000 gaseamientos diarios. Previamente, las víctimas eran despojadas de todas sus pertenencias. La rapiña de las SS llegó hasta el punto de especular con el pelo de los deportados que, mediante un adecuado tratamiento, era convertido en fieltro industrial.

Tras la liberación de Auschwitz se encontraron siete toneladas de cabellos humanos en los almacenes del campo. Los huesos sin quemar se vendían a firmas industriales, y las cenizas, se utilizaban como fertilizante. Las prótesis dentales de oro o platino iban a parar a los bolsillos de los SS.Además de las cámaras de gas, los nazis utilizaron otros muchos medios para matar. Los prisioneros de guerra y políticos de cierta relevancia eran fusilados. En Mauthausen se colocaba a los prisioneros de
espaldas contra una regla vertical graduada-a modo de medidor de estatura que tenía un agujero a la altura de la nuca; por este orificio de disparaba acertadamente y sin posibilidad de error.En algunos campos , las víctimas fueron obligadas a descender a fosas llenas de cal viva en que luego se le arrojaba agua.



En varios campos, los internados fueron utilizados como cobayas humanas y sometidos a terribles experiencias:inoculación de fermedades,ablación de músculos, castración y esterilización. Algunas de estas experiencias estaban orientadas a encontrar los métodos más eficaces para el exterminio de las etnias y los grupos sociales considerados inferiores. El Instituto de Higiene de las Waffen SS dirigía estas pruebas, llevadas a cabo por médicos nazis en colaboración con las secciones de química farmacéutica del I. G. Farben y otras empresas. Cuando las víctimas ya no servían para nada, una inyección venenosa terminaba con sus vidas.

El Dr. Brack ideó un método de esterilización basado en la proyección intensa de rayos X sobre los órganos genitales, mientras el individuo, sin advertir lo que le estaban haciendo, rellenaba un formulario en una ventanilla. También se pensó en la castración quirúrgica, pero resultaba un método excesivamente lento. En Dachau se hicieron más de 500 operaciones para el adiestramiento de estudiantes de medicina: la mayoría de los operados falleció sin remedio.Uno de los más crueles «médicos» nazis fue el Dr. Sigmund Rascher. Introducía a sus víctimas en cámaras de descompresión, las sometía a temperaturas bajo cero, las sumergía en recipientes de agua helada para «observar las reacciones del paciente». En Auschwitz se efectuaron experiencias consistentes en someter la epidermis de los internados a la acción de gases tóxicos; se les inyectaba petróleo o gasolina, y se estudió la influencia de determinados productos químicos sobre la capacidad mental de las víctimas. Algunas deportadas sufrieron la inoculación de células cancerígenas en el cuello del útero, para después ser gaseadas.



Se ha hablado mucho y se han barajado gran cantidad de cifras al referirse al genocidio judío y a las víctimas de la barbarie nazi en general. Se estima que murieron alrededor de 5.934.000 judíos, de ellos, 3 millones eran polacos, 900.000 ucranianos, 450.000 húngaros, 300.000 rumanos y 210.000 alemanes y austríacos. Según algunos historiadores, otros seis millones de personas murieron en los campos de concentración del Reich.Entre 150.000 y 200.000 soldados, oficiales e industriales fueron responsables directos de estas muertes. Desde el final de la guerra, sólo unos 35.000 han sido juzgados y condenados por ello.Además de los judíos, gentes de todas las etnias, grupos sociales, nacionalidades y credos religiosos y políticos sufrieron en silencio la degradación y la muerte: gitanos, homosexuales, miembros de la Resistencia francesa, soldados rusos, republicanos españoles, políticos comunistas y sacerdotes católicos. Nadie escapó al holocausto.

Carta del Dr. Clauberg a Himmler



Queridísimo Reichsfuhrer:
Cumplo con el deber que me ha señalado de tenerle periódicamente informado de los resultados de mis investigaciones...
"Pese a la brevedad del período de tiempo que he tenido a mi disposición, solo cuatro meses, ya me hallo en condiciones , Reichsfuhrer, de informarle de cuanto he descubierto.El método inventado por mí para esterilizar el organismo femenino sin intervención quirúrgica, se encuentra en la práctica totalmente a punto.El método se funda en una sola inyección en el cuello del útero y puede ser aplicado mientras se efectua un examen ginecológico normal, conocido por todos los médicos.Cuando afirmo que el método está a punto "en la práctica"quiere decir que aun de efectuarse determinados perfeccionamientos, que este sistema puede ser,desde ahora,utilizado en lugar de la intervención quirurgica para nuestras esterilizaciones eugenésicas y sustituírla."

"En cuanto a la pregunta que Ud. Reichsfuhrer, me formuló hace casi un año respecto al tiempo necesario para esterilizar por este sistema a un millar de mujeres, puedo responderle con suficiente aproximación.Es decir si mis investigaciones siguen con el ritmo actual - y no existe motivo para suponer lo contrario- , no está lejano el momento en que un médico práctico, que disponga de la instaalción adecuada y de una docena de ayudantes (el número de ayudantes está en función de la aceleración del programa que se desee cumplir) , se halle en condiciones de esterilizar varios centenares - e incluso 1000 mujeres al día -.



Educación de esclavos
Para los pobladores no alemanes del este sólo habrá una escuela primaria de cuatro grados.Esa enseñanza elemental tendrá exclusivamente el siguiente objeto: enseñar a contar hasta 500, escribir el nombre completo, inculcar la doctrina de que hay un mandamiento divino, obedecer a los alemanes, y ser trabajador y dócil. No estimo necesario que se enseñe a leer." Memorias de Himmler.



Video Holocausto Judío