Adolf Hitler, ¿Sobrevivió al Tercer Reich?



La pelìcula alemana "El Hundimiento" narra los acontecimientos de los ùltimos dìas de la vida de Adolf Hitler. ¿Pero que tan exacto es en relaciòn a los hechos?. En estos dìas, en El Secreto de Zara, y a peticiòn de muchos lectores, hemos retomado los artìculos que condujeron a la caìda del Tercer Reich. Esta entrada responde a una anterior llamada Los ultimos dias de Hitler, a otra anterior llamada La historia de las cenizas de Hitler, y otra llamada Expertos rusos refutan rumores de que Hitler no murió en 1945.

En la mañana del 30 abril de 1945, cuando los rusos ya estaban a metros del bunker en la cancillería, corazón y último estertor del III Reich, Hitler llamó a Bormann y después a Otto Gunsche, su ayudante personal. Les dijo que su esposa y él se suicidarían aquella tarde y les ordenó la ingrata tarea de rematarlos en caso de que aún estuvieran con vida. Pidió expresamente que los cuerpos fueran quemados para evitar que su cadáver fuera sometido al escarnio público en London o New York.«No quiero terminar en un museo de cera», repetía en sus últimos días acaso afectado por el triste final de Mussolini. Poco después del mediodía Hitler y Eva Braun se suicidaron con una cápsula de cianuro. Al parecer Hitler tuvo el tiempo suficiente para pegarse un tiro en la sien con su pesada Walther de 7.65 milímetros. Luego su ayudante llevó los cuerpos hasta el jardín de la cancillería, los roció con gasolina y les prendió fuego. Hasta aquí la versión mas aceptada de la muerte de Hitler y de Eva Braun, narrada quirúrgicamente en la película “El hundimiento”, en el que además de la muerte del Führer, se cuenta la situación física y psíquica, del hombre que llevó al pueblo alemán los más altos grados de degradación moral. Una idea que se desliza continuamente a lo largo de la película es el concepto de sumisión filial, o para ser más preciso “feudalismo moral”. Era tal el grado de identificación que Hitler tenía con su patria que difícilmente hubiese podido sobrevivir un día a la catástrofe de su amada Alemania. Hitler había sido un hombre de acción toda su vida y no hubiera soportado una vida plácida en el exilio.

A esto hay que sumarle su pésimo estado de salud. A sus 56 años Hitler aparentaba ser un hombre de más de setenta, arrastraba los pies al caminar y por el Parkinson sufría temblores en ambas manos. Sus últimas fotografías lo muestran con el rostro sumido, los párpados hinchados y un pelo encanecido y ralo. En 1944 su médico personal envió unas radiografías de Hitler a un centro cardiológico de Berlín bajo un falso nombre para no influenciar el dictamen de los médicos. El resultado no podía ser más desalentador, los facultativos le otorgaban al paciente una esperanza de vida de dos años. El cóctel de medicamentos al que era sometido junto a la tensión propia que le generaba la guerra fueron minando su físico con una rapidez devastadora. Hitler en sus últimas fotografías, viejo y encorvado parece otra persona en relación a lo que era apenas cinco años antes. Su capacidad mental, en cambio, parece haberse mantenido intacta a juzgar por el testimonio de sus más íntimos colaboradores y secretarias.

A partir de esta última circunstancia, no fueron pocos, sin embargo, quienes manejaron la hipótesis de una supuesta fuga de Hitler hacia Sudamérica y , entre ellos, estaba la autorizada voz de Josif Stalin. El dictador soviético murió convencido de que Hitler se había escapado a Sudamérica de la misma forma en que lo habían hecho muchos otros jerarcas nazis. En mi opinión, hay numerosos indicios, que apuntan en esa línea, contradecir la versión oficialista de los nazis no resulta de este modo una frivolidad, sino simplemente una sospecha fundada. Apuntaré aquí de forma breve algunos datos: en primer lugar, el cadáver que encontraron los rusos al llegar a la cancillería y que en muchos manuales de historia aparece como el cadáver de Hitler, era en realidad el cuerpo de un doble que distaba mucho de parecerse a Hitler. Entre otras cosas, se comprobó que medía 10 centímetros menos que Hitler, sus orejas no guardaban relación e incluso los detalles de su vestimenta habían sido trascurados. El cadáver tenía medias rotas y gastadas, unos pantalones anchos y viejos que nada tenían que ver con la pulcra vestimenta de Hitler. Lo más curioso es que distaba mucho de ser un cadáver inicinerado pues su cara era fácilmente reconocible y resulta impensable que el eficiente ayudante de Hitler pudiera descuidar semejante detalle.

Los rusos, por supuesto, no se tragaron el señuelo pero le dijeron al mundo que ese era el cadáver de Hitler. En base a esta evidencia irrefutable, Stalin alimentó sus serias dudas acerca de la muerte de Hitler y murió convencido de la fuga de su colega alemán. Queda claro que si Hitler hubiese querido escapar podía haberlo hecho sin mayores dificultades, y no es una hipótesis desechable. Cientos de oficiales y jerarcas alemanes lograron huir a distintos puntos del planeta, incluso después de la rendición alemana. De hecho, hay constancia escrita que esta alternativa le fue propuesta a Hitler con insistencia por parte de sus más íntimos colaboradores. Sin embargo no hay testimonio alguno de respuesta en ninguna dirección. El Secreto de Zara. Lo que sí es claro es que Hitler hasta el último día creyó que la guerra podía ganarla con sus misteriosas armas secretas (acaso la bomba atómica) y apostó quedarse en Berlín hasta el final. Las pruebas que confirman que Hitler cumplió su promesa son abrumadoras. Hay que reconocer sin embargo, que la hipótesis más probable de la muerte de Hitler, genera hoy incertidumbre, tanto a diversos y prestigiosos historiadores como a varias autoridades administrativas y políticas de diverso tiempo. Algunos personajes contemporáneos del dictador expresaron sus opiniones, al haber terminado la guerra:

En 1952, Dwight D. Eisenhower dijo: “Nosotros no hemos podido sacar ni siquiera una pizca de evidencia tangible sobre la muerte de Hitler. Mucha gente cree que Hitler se escapó de Berlín”.
Cuando el Presidente de EE.UU. Truman le preguntó a José Stalin en la Conferencia de Potsdam en 1945, si Hitler estaba o no muerto, Stalin replicó: “No”.

El oficial mayor del ejército de Stalin, Mariscal Gregory Zhukov, cuyas tropas fueron las que ocuparon Berlín, afirmó después de una larga investigación en 1945: “Nosotros no hemos encontrado el cuerpo que pueda ser de Hitler”.
El jefe del consejo de EE.UU. de los juicios de Nuremberg, Thomas J. Dodd, dijo: “Nadie puede decir que él está muerto”.

El mayor general Floyd Parks, quien comandaba las fuerzas de EE.UU. en el sector de Berlín, expuso en una publicación que él estaba presente cuando el Mariscal Zhukov describió su entrada a Berlín. Según Parks, Zhukov dijo que creía que Hitler pudo haber escapado. El teniente general Bedell Smith, jefe de personal del general Eisenhower en la invasión europea y después director de la CIA, dijo públicamente el 12 de Octubre de 1945: “Ningún ser humano puede decir conclusivamente que Hitler esté muerto”.

Adolf Hitler y el príncipe Paul de Yugoslavia


El coronel W.J. Heimlich, ex-jefe de la inteligencia de EE.UU. en Berlín, que estuvo encargado en la investigación para determinar que había pasado con Hitler, dijo en su informe final: “No hay más evidencia que las habladurías para sostener la teoría del suicidio de Hitler”. — También afirmó que: “En base a la presente evidencia, ninguna empresa de seguros de Vida en Estados Unidos, pagaría la prima por Adolf Hilter”.

El juez del tribunal de Nuremberg, Michael Mussmann, dijo en su libro Diez Días Para Morir: “Rusia debe de aceptar toda la culpa, hasta el entendido que todavía existe, de que Hitler no murió en Abril de 1945”.

El ex-secretario de gobierno Jimmy Byrnes explica en su libro Hablando Francamente: durante la conferencia de los Cuatro Grandes en Potsdam, Stalin dejó su silla, se me acercó con su vaso de licor, la golpeteó con mi vaso, y muy amigablemente le dije: “Mariscal Stalin, ¿cuál es su teoría sobre la muerte de Hitler?”, y Stalin replicó: “él no está muerto. Él escapó hacia Argentina”.

Lo que es un hecho irrefutable, es que el cadáver de Hitler nunca se encontró y no hay ninguna prueba concluyente de que muriera en Berlín. Esto ha sido el origen de diferentes historias y de muchos rumores sobre una pregunta que millones de personas se han hecho y aún hoy se hacen: ¿Escapó Hitler de Berlín? Hoy se piensa que Hitler nunca murió en Berlín, sino que huyó y murió a una edad avanzada. Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se han presentado al público varias fotografías del supuesto «cadáver de Hitler»; en algunas aparece quemado y en otras sin lesiones aparentes. Resulta bastante raro y contradictorio el hecho de que algunas de las imágenes hayan sido fotografiadas, según la versión oficial, por los mismos alemanes que, según esta su visión, intentaban hacer desaparecer el cuerpo del Führer para esconder su muerte. ¿Se trataba de dejar “pruebas” falsas que hicieran creer en la muerte de Hitler en Berlín? La respuesta parace hoy más clara que nunca.

Según el prestigioso escritor Patrick Burnside, Hitler sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, se evadió de Berlín en un avión jet y desde Noruega se embarcó con sus seguidores en un convoy de U-Boote viajando hasta la costa patagónica de la Argentina, donde, en la falda de los Andes, vivió tranquilo por casi 15 años. Sólo en la Argentina hubo cuatro testigos que afirmaron que se toparon con Hitler entre los años 1945 y 1957.

Los aliados permitieron que fuera el Ejército Rojo el que asediera y tomara finalmente Berlín. Una victoria completa hubiera significado la captura de Hitler, a quien Stalin quería vivo, como traidor del pacto de no-agresión que ambos firmaron en 1941. A un batallón especial de la Smersh se le ordenó tal captura pero cuando llegaron al búnker, sólo encontraron los cadáveres de Goebbels, su mujer Magda y sus seis hijos, todos envenenados con cianuro para evitar su captura por las tropas soviéticas. Los rusos alegaron haber descubierto, en su momento, varios cuerpos medio enterrados con las características de Hitler, los llamados “Doppelgänger” del Führer. Algunos creen que tenía varios de estos «dobles» y que uno de ellos fue el que murió en el famoso atentado explosivo en su contra en 1944, del que Hitler “sobrevivió milagrosamente”, según se dijo.

El número de la revista The Plain Truth de Junio de 1952 se titulaba “¡Hitler puede estar vivo!”. El artículo revelaba que en 1940 el Reich alemán comenzó a trasladar un ingente número de maquinaria al Polo Sur con el objeto de construir en un continente desconocido una estación secreta, un nuevo Berchtesgaden para el Führer. El Secreto de Zara. El informe continuaba explicando cómo los técnicos vaciaban un monte entero en la Antártida para construir un nuevo refugio completamente camuflado, en un continente más grande que Europa a 9.000 Km de África, 3.000 Km de la Tierra de Fuego en Sudamérica y 7.000 Km de Australia. La revista Bonjour y el parisino Le Monde tenían artículos sobre la huída de Hitler al cono Sur. El almirante Doenitz en 1943 declaraba: «La flota de submarinos habrá amarrado en algún punto del Polo, en algún punto paradisíaco». Aunque no decía dónde, Bonjour señalaba que en 1940 ingenieros nazis habían comenzado la construcción de edificios capaces de soportar temperaturas de 60 grados bajo cero.

Por otra parte, es cierto que los archivos sobre Hitler, que están en manos de los rusos, siguen clasificados y como uno de sus secretos mejor guardados, casi 60 años después. ¿Qué información no se puede desclasificar?. ¿Hitler proporcionaba armas a China y ésta a la URRS para la Guerra Fría a cambio de silencio? En el programa As it happens del 17 de septiembre de 1974 en la Televisión Canadiense, el Dr. Ryder Saguenay, cirujano dental de la UCLA, dijo que Hitler había ordenado un avión especial (posiblemente un Arado Ar-234) para abandonar Berlín con todos los registros médicos y dentales y radiografías de los más altos dirigentes nazis hacia un destino desconocido. De ahí que los registros dentales que se usaron para identificar el posible cadáver de Hitler se sacaran de la memoria de un asistente dental de Hitler que más tarde desaparecería.

Con la Glasnost en Rusia y al principio de los 90, los protagonistas de la Smersh que participaron en los enterramientos y desenterramientos de Hitler decidieron contar su secreto al mundo. Fueron conducidos de Rusia hasta Alemania y señalaron el punto exacto del último enterramiento del Führer. Pruebas realizadas con un radar terrestre localizaron dos objetos anómalos en el subsuelo, en el mismo sitio donde señalaron los ex-oficiales rusos, hoy un abandonado taller de coches. Las excavaciones que se llevaron a cabo tan sólo dieron con un hueso, y no parecía ser humano.

El editorial del diario Zig Zag del 16 de enero de 1948 de Santiago de Chile aporta nuevas evidencias. El 30 de abril de 1945, el capitán de aviación Peter Baumgart llevó en avión a Hitler, su esposa Eva Braun y unos cuantos leales del aeródromo de Tempelhof al de Tondern en Dinamarca. Desde allí tomaron otro avión hasta Kristiansund en Noruega, desde donde embarcaron en un convoy de submarinos hacia rumbo desconocido.

La existencia de planes de huída está clara con sólo tener en cuenta a una figura tan clave como desconocida de la Segunda Guerra Mundial: el General de la SS Heinrich Müller, jefe durante todo el tiempo de la Amt IV (Gestapo) y a quien por eso se conocía coloquialmente como Gestapo Müller. El o los planes que hubiera para una posible huída de Hitler seguro que estaban bajo su directo control, y hasta posiblemente diseñados por Gestapo Müller. Se sabe de él que estuvo en Berlín y que visitaba la Cancillería con regularidad hasta Marzo de 1945 cuando, como por arte de magia, desapareció de la faz de la Tierra y nunca jamás se volvió a saber de él. Él es, exceptuando al propio Hitler, el más alto jerarca del Nacional-Socialismo al que ni Weissman, ni la CIA, ni el Mossad, ni la KGB jamás echó el guante. Parece por tanto razonable pensar que Heinrich Müller y Adolf Hitler huyeron junto a un número indeterminado de fieles (como por ejemplo Eva Braun). La verdad, hoy ya da igual y desde luego lo que pasó no lo sabremos nunca. Sin embargo, la historia nunca es la que parece, y las películas auto-complacientes menos.