El decendiente del nazi Goering que se convirtiò al judaísmo

Hermann Goering


Matthias Goering dice: “Solía sentirme maldito por mi apellido pero ahora me siento bendecido.”

Después de haber sido criado para menospreciar a los judíos, el se abrazó a su fe y aunque todavía no está formalmente convertido al judaísmo mantiene la alimentación kosher, celebra el Shabat y está aprendiendo hebreo.
En un restaurante judío en Basle, el Sr. Goering se apasiona con Israel: “Se siente como en casa” dice. “Los israelíes son muy amigables, inclusive cuando les digo mi apellido. Dicen que están muy agradecidos por haberme contactado con ellos”.

Teniendo el mismo apellido que el antiguo jefe Luftwaffe, el cual se suicidó en Nuremberg horas antes de ser ejecutado, el Sr. Goering dice no haber tenido una infancia feliz. Su abuelo y el abuelo de Hermann eran hermanos y eso fue suficiente para asegurar problemas después de la caída del Tercer Reich. “Mis hermanos y yo estábamos siendo intimidados despiadadamente” dice Matthias. Su padre, un doctor militar, fue un soviético prisionero de la guerra, pero volvió con su punto de vista anti-semita intacto. “Cuando los tiempos fueron difíciles nuestros padres nos decían: `No pueden tener tal cosa porque todo nuestro dinero le corresponde a los judíos”.

El Sr. Goering se fue de su casa a los 18 años para formar parte de un circo, pero se estableció finalmente al formarse como fisioterapeuta. Se casó y tuvo un hijo. Pero en el 2000 perdió su trabajo como fisioterapeuta en Suiza y su mujer lo dejó, llevándose a su hijo con ella. Solo y dolido estuvo cerca de suicidarse, momento en el cual dice que rezó por primera vez en su vida. Y ese mismo día su plegaria fue escuchada: obtuvo un trabajo cerca de Zurich.

El Sr. Goering empezó asistiendo a iglesias cristianas, pero dos años después empezó su viaje hacia el judaísmo. Dice que Dios le dijo “que tiene que vigilar las puertas de Israel” a pesar de su apellido y de su familia. “En ese momento supe que tenía que ir a Israel” dice.

Otros descendientes de nazis también siguieron el mismo camino

Katrin Himmler, quien publicó un libro acerca de los crímenes que realizó su tío abuelo, el comandante de la SS Heinrich Himmler, durante la guerra. Se casó con un israelí y dice: “Fue como si estuviéramos predestinados a encontrarnos”. Su libro “Los hermanos Himmler” es el más reciente en un género que florece en Alemania sobre descendientes de nazis que tratan de superar la maldición de sus historias familiares.

Beate Niemann, hija del temido Mayor de la SS Bruno Sattler, hizo una película (reconocida por el medio) “El buen Padre” donde se encuentra documentada su búsqueda desesperada por un padre del cual ella pudiese estar orgullosa y trata de disculparse con los grupos de sobrevivientes tras descubrir que su padre fue el culpable de la muerte de miles de judíos.

El padre de Monika Goeth era Amon Goeth, el comandante del campo interpretado por Ralph Fiennes en “La lista de Schindler”, quien le disparó a los prisioneros judíos desde el balcón de su casa. Monika ha pasado años tratando de conseguir un acercamiento con los sobrevivientes de ese campo. “Yo estoy completamente unida al judaismo” dice. “Los judíos son verdaderos héroes. No puedo sentir otra cosa más que desprecio por aquellos que idolatran a los nazis”.

Esas expediciones personales hacia el alma de una nación que intenta lidiar con la culpa de la guerra, parecen un reflejo natural, un simple ejercicio para disipar sentimientos culposos por la vía de adherir a la cultura de las víctimas del nazismo. Pero Mathias Göring cree que su conversión religiosa es más que eso. “No siento culpa alguna por mí mismo”, dice. “Hay una culpa espiritual en nuestra familia, hay culpa en la nación alemana y es nuestra responsabilidad declararlo abiertamente. Creo que Dios está tomando esta oportunidad de usar mi nombre para cambiar algo en el corazón de los demás”.

Antes de la guerra, los Göring eran una familia acomodada y estrechamente unida. El extravagante estilo de vida de Hermann Göring era legendario. Sus lujosas villas, sus uniformes hechos a mano y sus obras de arte fruto de pillaje, le dieron la más refinada imagen en la elite nazi. Pero después del colapso del Tercer Reich se desvanecieron el dinero y la seguridad. El apellido Göring estaba en ruinas. “La familia perdió contacto entre sí. Era cada uno para uno mismo”, dice Göring.

Hermann Göring encabezó la fuerza aérea nazi y fue el brazo derecho de Hitler. El padre de Mathias, Ernst Wilhelm Göring, médico militar, fue prisionero de guerra en la Unión Soviética.

Cuando regresó a Alemania después de la guerra, instaló un centro de cirugía cerca de Heildelberg. “Entonces murió un niño de 14 años, que estaba siendo tratado por bulimia”, suspira Göring. En el pueblo empezó una caza de brujas. “Dijeron: lo mataste, igual como tu familia mataba judíos”. Ernst Wilhelm fue enviado de nuevo a la cárcel. “Mis padres parecieron perder cualquier creencia religiosa después de la guerra”, dice Göring. “Cuando los otros niños de la escuela tenían instrucción religiosa, mis hermanos y yo éramos obligados a sentarnos solos, afuera, en el corredor”. El dinero era exiguo. “Nuestros padres siempre nos decían ‘no pueden tener aquello, porque todo nuestro dinero va a los judíos”, dice. “Se convirtieron en un símbolo de todo lo que no podíamos tener”.