Esta es la
historia de Tsutomu Yamaguchi, un ingeniero japonés quizá el hombre con mas
buena suerte del mundo, o depende como lo vean, con más mala suerte…
Hiroshima
“De miles de
personas, más cerca del centro de la explosión, no hubo rastro. Desaparecieron.
La teoría en Hiroshima es que el calor atómico fue tan grande que se quemaron
al instante a cenizas… excepto que no hubo cenizas”.
(Wilfred
Burchett, primer periodista extranjero que llegó a Hiroshima luego de la bomba
atómica).
Era el 6 de
Agosto de 1945 y Tsutomu se encontraba en Hiroshima como enviado por la empresa
en donde laboraba, Industrias Pesadas Mitsubishi, para cerrar unos acuerdos de
negocios.
Se levanta
temprano y va al encuentro de los ejecutivos, de pronto Yamaguchi escucha el
zumbido de un motor aéreo, el ruido provenía de un bombardero estadounidense
llamado Enola Gay, éste avión surca el cielo de Hiroshima y deja caer un objeto
metálico. Eras las 8 y 15 de la mañana.
Yamaguchi se
encuentra a tres kilómetros de la caída de la bomba llamada Little Boy. Luego
contó que lo que recuerda fue el pitido en los oídos que se le ha quedado
grabado para siempre, también comentó que luego de eso, parecía que ocurría un
terremoto muy intenso en el lugar, todo se oscureció, los ojos le empezaron a
arder, el polvo y el aire se combinaron y no podía respirar, y luego perdió el
conocimiento. Le dijo a The Times: “Cuando abrí los ojos todo estaba oscuro, no
podía ver muy bien. Fue como cuando estás en el cine antes de que empiece la
película”.
Al despertar, tenía
los tímpanos perforados, y fuertes quemaduras en el cuerpo, pero había
sobrevivido. Luego, al ir a un refugio, vio la ciudad destrozada y le
comentaban que había algo de cien mil muertos con lo que había sucedido, en
realidad la gente aún no entendía muy bien lo que había pasado.
En el refugio, le
dice al doctor que tenía que regresar a su hogar ya que tenía una familia
esperándolo, Se sube al tren con las pocas fuerzas que tiene. Durante los
primeros quince kilómetros –de los trescientos que lo separan de su destino
ubicado al sudoeste de Hiroshima– no hace sino ver la destrucción por la
ventanilla. El mundo conocido hecho dolor y ruinas…
Nagasaki
“Los japoneses
estaban listos para rendirse y no era necesario golpearlos con esa cosa
horrible.”
(General Dwight
D. Eisenhower, en una entrevista a Newsweek en el año 1963).
Yamaguchi era
originario de la ciudad de Nagasaki, y se trasladó para allá para curar sus
heridas y estar con su familia, sin saber que la segunda bomba atómica iba a
ser detonada en esa ciudad. Al llegar a su ciudad después de un viaje en tren,
contó a sus amigos que la ciudad de Hiroshima había sido destruída, al parecer
por una bomba increíble y poderosa. Sus amigos creían que estaba delirando, no
podían creer lo que contaba, que una sola bomba podía destruir toda una ciudad.
La ciudad
portuaria de Nagasaki, en el sur de Japón, despertó usualmente como siempre,
pero esta vez el destino le deparaba una gran sorpresa. Era la mañana del 9 de
agosto, y otro avión norteamericano dejó caer la segunda bomba atómica que se
utilizaba contra una ciudad, esta vez, la bomba tenía un nombre: Fat Man, y ha
sido la última bomba atómica jamás lanzada contra una población civil.
Tsutomu Yamaguchi
estaba allí y nuevamente a tres kilómetros de la detonación de la bomba. Nuevamente
sintió el poder de la explosión como si se repitiera de nuevo, el cuenta que
era el infierno que se repetía que no acababa, y destrozó la ciudad
completamente. De nuevo. Y Yamaguchi seguía vivo.
Japón se rindió
ante los estadounidenses al ver que no podía luchar contra un poder tan mortal
como aquellas bombas, tanto así que el historiador Gabriel Jackson lo tildó de
crímenes de guerra dando una cifra de muertos que va entre 170.000 y 240.000
personas víctimas de las bombas…
Incredulidad y
Reconocimiento
”El primero que
dijo: ¡Estos son mis colores!, transformó el arco iris en una bomba atómica, y
convirtió a los pueblos en ejércitos”.
(Fatou Diome).
Muchos no creían
la historia de Yamaguchi, pero el gobierno japonés hizo una investigación y lo
declaró como el único superviviente a las dos bombas atómicas que cayeron en
Japón. En 2009 el gobierno japonés reconoció oficialmente a Tsutomu Yamaguchi
como el único hibakusha que había sobrevivido no solo a la bomba de Hiroshima
sino también a la de Nagasaki.
Yamaguchi cuenta
que él se convirtió en lo que hoy él mismo llama "el mensajero de una
lección de paz para futuras generaciones".
"El hecho de
que me he sobrevivido doblemente a las radiaciones de las bombas atómicas es
hoy un asunto oficial en el gobierno japonés", ha dicho Yamaguchi en una
entrevista a la BBC, una vez certificada su experiencia en su país. "Ahora
puedo contarles a los jóvenes mi terrible historia y todo el mundo sabrá lo que
viví incluso después de mi muerte".
Aproximadamente
140.000 personas murieron en Hiroshima tras el bombardeo, mientras otras 70.000
perecieron tras la destrucción de Nagasaki. Los supervivientes han vivido con
las secuelas de las radiaciones, que incluyen graves enfermedades por años tras
las bombas. Yamaguchi, según el Guardian, sólo perdió levemente la audición de
uno de sus oídos.
Yamaguchi fue
protagonista de dos de los momentos más duros y difíciles de la historia de la
humanidad, pero al mismo tiempo se convirtió en el hombre con más suerte jamás
visto. Y es que sobrevivir a dos bombas atómicas y poder alargar tu vida otros
65 años, ya que vivió hasta los 96 años, muriendo en el 2010.
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