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Los conservadores aprovechan la crisis para influir en la reforma migratoria
El brote del virus H1N1 o gripe porcina ha causado pocas víctimas mortales entre la población de Estados Unidos (un niño y una mujer en Tejas), lo mismo que ha infectado a relativamente poca gente, cerca de 300 casos repartidos en 36 Estados. El virus, sin embargo, ha generado algo que va más allá del simple recuento de afectados, como las voces que acusan a los inmigrantes mexicanos de ser responsables de la presencia del virus en territorio estadounidense.
Las acusaciones han caído como leña al fuego en el siempre intenso debate sobre inmigración, en el que para los sectores conservadores, los inmigrantes latinoamericanos -mexicanos en su inmensa mayoría- son los malos de la película. Uno de estos grupos, Americanos por la Inmigración Legal, pidió al Congreso el cierre de la frontera con México a todo el tráfico que no sea esencial y que también se enviaran tropas militares para evitar "el flujo de miles de inmigrantes ilegales" portadores de la "gripe mexicana".
Prominentes personalidades de la radio y autores de blogs conservadores han apuntado su dedo acusador contra los inmigrantes mexicanos. "Los extranjeros ilegales son los portadores de la gripe de México", señaló el locutor de radio Michael Savaje. Michelle Malkin, columnista y bloguera de gran popularidad, señaló que "las enfermedades contagiosas" se desplazan fácilmente en Estados Unidos debido a la "migración sin control".
Otro locutor de radio de Boston fue suspendido debido a sus ataques a los mexicanos, a quienes llamó "extranjeros criminales" y "primitivos". Algunos medios han bautizado la influenza como la "gripe fajita" o la "gripe mexicana".
Ha sido tal el mar de acusaciones directas e indirectas contra los mexicanos y todo lo que tenga que ver con México que la Asociación de Periodistas Hispanos de Estados Unidos urgió a los medios de comunicación a dar una cobertura "prudente y equilibrada" en el tema de la gripe, evitando echarle la culpa "a los inmigrantes mexicanos". "Los inmigrantes son el chivo expiatorio favorito de muchos que los usan para todo, desde los altos impuestos hasta las enfermedades contagiosas", señaló el grupo que aglutina a varios miles de periodistas de origen hispano.
La asociación recordó que también hay miles de ciudadanos estadounidenses que a diario cruzan la frontera después de visitar México. Y ni hablar de los miles de vuelos que unen ambos países. Tanto la Organización Mundial de la Salud como el Gobierno de Estados Unidos han señalado que no tiene sentido cerrar las fronteras, ya que tendrá poco o nulo efecto en el combate de la propagación del virus.
Para los activistas proinmigrantes, las acusaciones contra los mexicanos vinculadas a la gripe porcina tienen que ver con el debate sobre la reforma migratoria. "La gente que se opone a la reforma utiliza la gripe para desprestigiar a los mexicanos, para invalidar el debate migratorio y evitar la reforma", señaló Salvador Sanabria, de la organización El Rescate.
En Los Ángeles y alrededores se habían detectado hasta el martes seis casos de gripe porcina. Por precaución ante un posible brote de la enfermedad, el condado de Los Ángeles decretó estado de emergencia médica. En otras áreas de California, como la ciudad de Berkeley, se han cerrado varias escuelas y el Estado ha ordenado la suspensión de visitas a las 33 prisiones estatales.
A diferencia de México, donde se ve a mucha gente con mascarilla para protegerse de la gripe, en California apenas se ven. Existe una suerte de desconexión entre la intensa cobertura periodística, que enfatiza lo alarmante del caso, y lo que sucede en las calles, clínicas y hospitales.
Al inicio de la crisis, muchas clínicas reportaron un incremento en el número de visitantes que creían estar afectados por la gripe. "Muchas tuvieron entre un 25% y un 40% más de visitas", explicó Chris Patterson, de la Asociación de Clínicas de Atención Primaria de California. "Una clínica en Sonoma tuvo tantos visitantes que habilitó una tienda de campaña para atenderlos. En la mayoría de los casos se trataba de una falsa alarma".
En una plaza llena de mesas cerca de la Universidad del Sur de California, en Los Ángeles, nadie parecía alarmado por la gripe. "Puede venir de cualquier lado", señaló Walter Clark, un empleado del Gobierno, en su pausa del almuerzo. "No creo eso de que los mexicanos han traído la gripe". Por ahí cerca andaba Emelia Delgado, una inmigrante latinoamericana encargada de la limpieza de las mesas. "Aquí nadie dice nada de la gripe", explicó. "Es en el autobús donde nadie quiere acercarse por si uno estornuda".