Depeche Mode, un paso a la deidad



Dioses y Monstruos

Hay quien usa a Depeche Mode en misa; y países donde su cantante es una deidad. Nos lo cuenta el propio Dave Gahan, a quien apodan El Gato por las veces que ha estado a punto de morir. Presenta un nuevo disco “espiritual” mientras se plantea dejar los escenarios.

"Es como... que te llena", Dice Dave Gahan (Essex, Reino Unido, 1962). Le cuesta describir Sounds of the universe, el nuevo disco con Depeche Mode: "Es un álbum espiritual [larga pausa]. Tiene alma, emociones".

Gahan, que hoy responde trabajosamente —con frases lentas, plagadas de silencios e interjecciones—, no tiene aspecto de preocuparse por llenar almas. Más bien parece un tipo duro de barrio: mirada de infinito hastío, chupa de cuero, anillo de oro, el pelo engominado y rostro curtido. Sin embargo, el cantante de Depeche Mode tuvo la oportunidad de hacer un curso intensivo sobre el alma humana. En 1996, tras una sobredosis, su corazón se paró durante más de un minuto. Los enfermeros lograron reanimarle y devolverle de entre los muertos: "No era una sensación acogedora. Fue algo aterrador", recuerda Gahan. "Sabía que no quería estar ahí, nunca he estado más seguro de algo. Me hizo entender que la vida es algo precioso que se debe usar bien. Que debía estar cerca de mi familia y hacer algo creativo".

Gahan asegura que esta experiencia le ayudó a desintoxicarse de su adicción a la heroína y a labrarse una carrera independiente. Ha lanzado los álbumes en solitario Paper monsters y Hourglass, y firma canciones en Depeche Mode, un rol antes reservado a su compañero Martin Gore. "Martin es mucho más estructurado que yo, pero a mí me gusta ser así. Mis canciones no cobran sentido inmediatamente. Vienen de un sitio emocional y crudo. No sé de dónde. A veces son imágenes, como las de los libros ilustrados que tenía de crío. Todavía me gustan esos cuentos, que ahora leo a mi hija. Con sólo palabras y palabras no consigo mantener la atención, necesito algo visual".

En sus casi tres décadas de trayectoria, Depeche Mode ha publicado 12 discos, de los que ha vendido unas 100 millones de copias. La banda, formada a principios de los años ochenta, todavía levanta pasiones en los rincones más insospechados del planeta. No hay mejor revancha para unos artistas que no siempre son profetas en su tierra. Depeche Mode no tiene su origen en una concienciada y rabiosa ciudad industrial norteña o en localidades de glamour bohemio del sur de Inglaterra: vienen de Basildon (Essex), una zona al norte de Londres tachada de vulgar, objeto de mofa, a la que el resto del país mira por encima del hombro: "Los ingleses piensan que los demás no son civilizados. Crecí rodeado de ese sistema de clases que te repetía que no eras lo suficientemente bueno", afirma Gahan, residente en Nueva York desde hace 12 años. "Cuando era joven nunca hubiera pensado en estar en un lugar como éste", dice señalando la elegante habitación del club privado donde tiene lugar la entrevista. "Mi madre todavía se siente incómoda si viene a este tipo de sitios".

Durante todos estos años, el aspecto de los integrantes de Depeche Mode ha ido cambiando, un alivio para Gahan: "Las fotos antiguas me dan vergüenza ajena. Intentábamos parecer más duros de lo que realmente éramos. La peor época fue cuando me teñí el pelo de blanco". Sin embargo, su sonido, menos susceptible al oleaje de las tendencias, no ha envejecido. Algo que puede achacarse al complejo de Peter Pan de la banda: "Nuestra juventud se resiste a dejar nuestros cuerpos. A veces, delante de mis hijos, me siento inadecuado. Sobre todo del que tiene 16 años. Soy como su amigo raro".

Sounds of the universe aparece después de cuatro años de descanso de la banda. Con él se colocan en un lugar entre el pasado y el futuro, que juega con sonidos retrofuturistas: "Utilizamos equipos analógicos y vintage", explica Gahan. "Martin [Gore] se pasaba el día en eBay, comprando guitarras viejas, artefactos de los años setenta, cajas de ritmos. Cuando llegaban al estudio, las sacábamos de sus cajas y nos poníamos a trabajar. Unas funcionaban; otras, no; pero en muchas ocasiones daban a las canciones una nueva dirección". Según Gahan, los cortes siguen hablando de lo que les ha obsesionado desde sus comienzos: "Siempre abordamos los mismos tres temas: sexo —o deseo—, relaciones humanas y fe".

El líder de Depeche Mode siguió durante años el catecismo de la vida disoluta de estrella del rock. Las arrugas alrededor de sus ojos son muescas de sus adicciones, un intento de suicidio, un infarto en el escenario y varias escaramuzas con la ley. Sus amigos le apodaban El Gato, por todas las vidas que ha gastado. Hoy parece haber encontrado la calma en la Gran Manzana, donde vive junto a su tercera mujer y sus hijos: "Salgo con mi familia y mis amigos. Voy a cenar, a conciertos, al cine, a galerías de arte, que me dan mucha paz. Nunca me aburro. Voy a ver a mi hijo jugar al baloncesto, llevo a mi hija al colegio. Eso me hace feliz".

El cantante procura mantener delimitadas sus facetas de padre y de artista: "Quiero mantener a mis hijos alejados de todo esto. Cuando mi hija era más pequeña me vio durante una actuación y se asustó. Dijo: 'Tú no eres mi papi". Y es que Gahan, en concierto, es gesticulante, convulso e inquieto. Casi un poseído. El 10 de mayo comenzará en Tel Aviv la gira mundial Tour of the universe, con escenografía de su fiel colaborador Anton Corbijn. Sin embargo, es tanta la intensidad que gasta Gahan en vivo que el cantante no sabe si continuará yendo de gira durante mucho más tiempo. "Se necesita mucha energía. A veces pienso que esa noche será la última. No quiero llegar al punto en el que no sea capaz de actuar como normalmente hago. Además, pienso en mis hijos, sobre todo en la niña, que sólo tiene nueve años. Quiero estar cerca cuando empiece a salir con chicos y esas cosas...".

Aunque todavía le faltan algunos años antes de que tenga que abrir la puerta a los novios de su hija, el momento en el que Dave Gahan se retire será una jornada trágica para algunos de sus seguidores. El documental The posters came from the walls, firmado por los artistas Jeremy Deller y Nick Abrahams, explora el extraño mundo de los fans de Depeche Mode. En el metraje se demuestra que Gahan es poco menos que una deidad en Rusia. "Llega a ser como un culto raro", confirma el cantante. "Los fans rusos organizan una manifestación para celebrar mi cumpleaños. Muchos, con el corte de pelo Dave Gahan. Cuando vi las fotos no me lo creía".

Para los jóvenes de los países comunistas, escuchar a Depeche Mode era un acto de rebeldía y de emancipación cultural. "Cuando viajamos al antiguo bloque del Este, la gente nos decía que no estaba permitido escuchar nuestra música. Conseguían nuestros discos mediante cintas piratas. Supongo que nos prohibían por el contenido sadomasoquista de las canciones o la manera en la que mezclamos sexo y religión. Me parece terrorífico. Es sólo música", remarca. Sin embargo, hay quien aparta la lujuria y se queda simplemente con el aspecto religioso. El documental también descubre misas góticas celebradas en la ciudad inglesa de Cambridge que acompañan el servicio con temas de Depeche Mode.

Quizá sus "sonidos del universo", en los que Gahan percibía espiritualidad, respondan a la voluntad de trascendencia que algunos encuentran en la banda. "Alguien puede estar escuchando ahí fuera", comenta Gahan. "Es un buen disco para meter en una caja y lanzar al espacio".

Por Brenda Otero, El Paìs