Mickey Rourke aprovecha el mejor papel de su vida para regresar a la cima de la mano de la película 'El luchador'.
Era carne de cañón y de la sección de sucesos; hoy, deformado, mal vestido y greñudo, está a punto de ganar su primer Oscar y escucha las mayores alabanzas de su carrera. Bastó una película para devolver a Mickey Rourke a la cima.
Prueba de la grandeza que esconden la vida y el cine El luchador es, más que un estreno cualquiera, una prueba de que los milagros existen.
León de Oro en el Festival de Venecia, la película retrata el día a día de un profesional de la lucha que, pasados sus tiempos de gloria, se arrastra por destartalados cuadriláteros a cambio de unas monedas. Duerme en una furgoneta, es odiado por su hija y busca consuelo en los brazos de una bailarina de striptease.
La escasa frontera entre las andanzas de su personaje y las de Rourke dan a la película la credibilidad de un documental. El luchador derrotado es, simplemente, el actor.
El ídolo caído
Tras la cámara se pone Darren Aronofsky, que se aleja de anteriores trabajos (Pi, Réquiem por un sueño y La fuente de la vida) para retratar con crudeza un país (el Estados Unidos más marginal), el paso del tiempo (los alucinatorios y horteras ochenta y la dolorosa resaca que vivimos en el presente) y una figura tan cinematográfica como la del ídolo caído condenado a un destino trágico.
Deudora de una larga lista de películas sobre el boxeo, El luchador se permite además algunas dosis de humor y ternura en el retrato, más que amable, de un gremio tan especial como el de los luchadores de pressing catch.
Todo es poco para enloquecer al público: romper sillas en la cabeza, clavarse grapas o jugarse la vida en el ring. Pero en el vestuario todo es solidaridad. Es sólo en ese sórdido ambiente donde El luchador encuentra la paz y la película sus mejores minutos.
Destrozada por los golpes y los esteroides, la espalda de Rourke sostiene esta película. Pero es su mirada, su voz, y su alma los que le dan su grandeza. Efectivamente, Rourke ha vuelto. Y la espera ha merecido la pena.
* EE UU, 2008. Dirección: Darren Aronofsky. Intépretes: Mickey Rourke, Marisa Tomei. Duración: 115 min.