El alemán Werner Heisenberg, Premio Nobel de Física en 1932.
Lo cierto es que en 1938, el físico alemán Werner Heisenberg acepta dirigir el intento nazi por obtener un arma atómica. De 1942 a 1945, dirigió el Instituto Max Planck de Berlín. Durante la Segunda Guerra Mundial trabajó con Otto Hahn, uno de los descubridores de la fisión nuclear, en un proyecto de reactor nuclear. Durante muchos años subsistió la duda acerca de si este proyecto fracasó por impericia de parte de sus integrantes o porque Heisenberg y sus colaboradores se dieron cuenta de lo que Hitler podría haber hecho con una bomba atómica.
En su wagneriana caída, el tercer Reich mantiene el ánimo combativo de millones de alemanes con una promesa: la existencia de WuWa, la WunderWaffen, un "arma maravillosa" definitiva que cambiará para siempre el rumbo desfavorable de la guerra. Simultáneamente desde 1942 se desarrolla en Estados Unidos un esfuerzo industrial y científico sin precedentes: el llamado "proyecto Manhattan", destinado a crear la bomba atómica.
Estados Unidos sabe que Alemania tiene los técnicos, los científicos y el poder industrial necesario para abordar la fabricación de la bomba atómica, pero aparentemente desconoce el grado de desarrollo atómico del régimen nazi. La guerra transcurre, y a excepción de los ataques efectuados por los cohetes V-1 y V-2, y de los aviones a reacción Me-262, no hay rastro de las anunciadas armas definitivas alemanas.
A principios de 1945 el colapso del ejército nazi es inminente, sus comunicaciones y suministros han quedado destruidos y en mayo el fin llega tras el suicidio de Adolf Hitler. Un comando especial del servicio de inteligencia americano, al que se conoce como "ALSOS", se encarga de investigar y recopilar cualquier información referente al programa de la hipotética bomba atómica nazi.
Finalmente el comando encuentra, escondido en una gruta excavada bajo una iglesia de Haigerloch, el reactor experimental B-VIII, un tosco recipiente de agua pesada, con un par de inservibles reactores sumergidos en su interior. Samuel Gouldsmit, jefe de la operación "ALSOS", es tajante en sus conclusiones: el proyecto de la bomba atómica de Hitler fue un mito creado para someter la voluntad de millones de alemanes a una resistencia sin esperanza en una guerra suicida . La prometida WuWa no existió jamás.
Farm Hall
Uno de los objetivos principales de la operación ALSOS era capturar a aquellos científicos alemanes que podían haber jugado un papel considerable en el desarrollo del hipotético programa atómico nazi. Sin demasiado esfuerzo, son encontrados Heisenberg, creador del principio de incertidumbre y premio Nóbel de Física, y Otto Hahn, descubridor en 1938 de la fisión nuclear, clave para el futuro desarrollo de la bomba atómica.
También son detenidos Kurt Diebner y Walter Gerlach, principales responsables políticos del "uraniorum", el programa "oficial" de energía nuclear alemán, con sede en la llamada "Virus House" de Berlín. Poco después de la guerra, el puñado de científicos capturados son internados en una casa de campo equipada con micrófonos, a la que se conoce como "Farm Hall".Allí se observan atentamente las reacciones y conversaciones de los sabios, con objeto de conocer en profundidad el estado de las investigaciones nucleares durante el tercer Reich.
Se obtienen algunos datos: en 1942, se reúnen en Berlín Heisenberg y Albert Speer, entonces flamante ministro de armamento del Reich, en sustitución del recientemente fallecido Dr. Todt. Heisenberg le comunica a Speer que no es posible técnicamente una bomba atómica en un plazo inferior a tres o cuatro años, y que solo es interesante y practico un esfuerzo orientado al desarrollo de un reactor nuclear que permita la propulsión de submarinos. En consecuencia Albert Speer otorga al grupo de Heisenberg la escasa cantidad de dos millones de marcos, cifra veinte veces superior al ridículo presupuesto inicial solicitado por el propio Heisenberg. Después de tres años, los resultados de dicha investigación nuclear son prácticamente nulos. No hay reactor, no hay bomba. Tan solo un ciclotrón que es rápidamente incautado por los rusos en su avance hacia Berlín, y un reactor no operativo en el pequeño pueblo de Haigerloch.
Cuando el 6 de agosto de 1945 les es comunicada la explosión de la bomba atómica de Hiroshima a los retenidos en Farm Hall (Reino Unido), la incredulidad y sorpresa de los alemanes es absoluta.
Todo quedara reflejado finalmente en un libro escrito por el propio Samuel Gouldsmit: "Myths around the german atomic Bomb", en el que se concluye que la investigación científica y tecnológica era inviable en la tiránica Alemania nazi, y que dicho avance solo es posible en los países que se ajustan a los esquemas de la democracia liberal angloamericana. Punto final.
Speer y su poco poder
Para comprender la complejidad y misterio de la existencia de un posible programa atómico nazi, es necesario entender primeramente los mecanismos de poder que se establecían en el tercer Reich: Adolf Hitler era el jefe supremo e indiscutible de Alemania, y era extremadamente difícil determinar quien podía ser, algún día, su sucesor en el cargo. En la Alemania nazi no había segundo de a bordo, no había un verdadero paladín.
Desde antes de la ascensión de Hitler al poder hubo violentas luchas internas en el partido nacional socialista, con objeto de acaparar el control no solo de los mecanismos para el beneficio propio de cada contendiente, sino para una posible futura herencia del poder total en la cabeza del Reich. Mucho se ha criticado la ineficacia de la investigación de guerra nazi, al provocar que muchos proyectos con un objetivo aparentemente común se desarrollaran en paralelo y sin ninguna colaboración mutua.
La inmensa variedad de tipos de armas, aviones, tanques e incluso ejércitos y uniformes, produjo una fértil competencia entre las diferentes partes de la maquinaria de guerra nazi, dando lugar a un increíble avance tecnológico en todos los ordenes y actividades, sobre todo si los comparamos con las pobres y conservadoras innovaciones realizadas por los aliados, siempre preocupados en copiar mediante el masivo uso de organizaciones de espionaje las invenciones realizadas en la Alemania nazi, aunque a la postre dicha variedad técnica fuera finalmente uno de los factores de más peso en la derrota final del Reich, provocando un derroche prohibitivamente caro de los recursos disponibles.
Albert Speer no se libro de la mecánica de funcionamiento del régimen, y en su labor como ministro de armamento sus atribuciones se encontraban fuertemente limitadas a garantizar a la industria de guerra alemana las materias primas, la energía y la mano de obra necesarias para que el motor siguiera en marcha.
Speer permaneció desde 1943 totalmente ajeno a la verdadera naturaleza del programa de cohetes, que dependía desde ese año de la estructura de las SS de Himmler, con quien Speer mantenía una mutua y profunda enemistad personal. Jamás hubo intercambio alguno de información entre ambas partes, a excepción de los requerimientos imprescindibles para la entrega de materias primas. En sus memorias Speer consideraba que el programa de cohetes V-2 era una total estupidez, un capricho más de la compleja fantasía geopolítica de Hitler, aunque el propio Speer lo había apoyado mientras estaban las V-2 bajo el control del ejercito.
Como resultado del escepticismo de Speer, Hitler desde 1943 no le comentaba a éste nada sobre el programa de investigación sobre cohetes, ya que el führer conocía por anticipado la respuesta de Speer . Igual ocurrió con el programa de aviones secretos a reacción, dependientes por entero de la Luftwaffe de Goering, con quien Speer mantenía a su vez una relación tensa. Speer llegó a presenciar el despegue de una V-2, pero aun después de la guerra Speer permaneció absolutamente ignorante respecto a los proyectos de bombarderos intercontinentales a reacción, como los Horten XVIII o el Arado E 555, así como desconocía la mera existencia de los aviones caza de despegue vertical como el Focke-Wulf Triebflugel o el Natter.
Incluso las V-1, construidas por la Luftwaffe de Goering, y las V-2, dependientes del ejército y luego de las SS, crecieron y se desarrollaron de forma separada y en competencia. Quien piense en una estructura de mando estratificada y unitaria en la dirección de armamentos al estilo de lo que ocurría entonces en los Estados Unidos, en Inglaterra o en Rusia, una estructura que estuviera bajo el control total de Albert Speer, se equivoca: solo Hitler estaba en conocimiento de la totalidad de las acciones y proyectos que se realizaban en su Reich, información valiosísima que el führer no dudaba en usar y administrar para fomentar una dura competencia entre los diferentes grupos y reforzar su poder personal.
Por eso la muerte de Hitler significó la desaparición instantánea de la estructura política del nazismo, a pesar de que el apoyo social a dicha ideología era extremadamente fuerte entre la población alemana, aún muchos meses después de la derrota militar. Por ultimo el atentado del 20 de Julio de 1944 contra Hitler supuso otro duro revés para el poder de Speer: aunque nunca se demostró su participación directa en el complot, su nombre figuraba en el futuro gobierno de los golpistas. Solo la intervención personal de Hitler evitó su encarcelamiento y juicio por alta traición.
Heisenberg
Tal y como puede leerse en el libro de Samuel Goudsmit, en las memorias de Heisenberg y en numerosas declaraciones hechas tras la guerra, Heisenberg nunca trabajo en el proyecto de una bomba atómica alemana. Tal circunstancia era un imposible en la Alemania nazi. El prestigio del premio Nóbel era grande en Alemania, pero todos sabían que el famoso científico era también el antiguo amigo y compañero de Einstein, de Niels Bohr, o de Lise Mietner, todos ellos embarcados en el ambicioso proyecto Manhattan americano.
El régimen nacional-socialista desconfiaba de Heisenberg, a quien los dirigentes nazis llamaban "el judío blanco", como también desconfiaban de los físicos teóricos en general, por considerar que la física atómica se había convertido en un asunto de "ciencia especulativa", "ciencia judía", inútil al desarrollo práctico de soluciones militares de uso inmediato. El tercer Reich era esencialmente un régimen pragmático, basado en la ingeniería y la tecnología, y la totalidad de sus desarrollos críticos estaban en manos de ingenieros, no de científicos.
El descubridor de la fisión nuclear en 1938, Otto Hahn, también estaba descartado para encabezar el programa de un arma nuclear para Alemania. Hahn era un pacifista radical, que mostraba una fuerte oposición al desarrollo de cualquier tipo de armas, tras haber colaborado durante la primera guerra mundial en la producción de armas químicas y gases, circunstancia que le dejo profundamente marcado para el resto de su vida. Tanto el ejército como las SS consideraron que era peligroso forzar a Hahn a construir la bomba atómica, ya que temían que este falsificara o boicoteara íntimamente el desarrollo del programa nuclear militar.
Los proyectos
Al menos tres grupos de trabajo sobre el proyecto atómico se estaban desarrollando simultáneamente en la Alemania nazi: el oficial, financiado por el propio ministro Albert Speer, y que bajo la dirección de Walter Gerlach y Kurt Diebner incluía también a Werner Heisenberg y a Otto Hahn . Su trabajo estaba orientado a la física teórica pura, sin conexión directa con el esfuerzo militar alemán, salvo para la creación a largo plazo de un reactor para motores submarinos.
Tal como reflejan los diarios de Speer, un segundo grupo lo constituía el ministro de Telecomunicaciones, Dr. Ingeniero Wilhem Ohnesorge, en colaboración con la Wehrmacht y posteriormente con las SS, tutelando el trabajo del famoso físico Baron Von Ardenne, quien desarrollaría la separación del uranio enriquecido 235 mediante una técnica de centrifugación del hexafluoruro de uranio en sus laboratorios subterráneos de Berlín. Este grupo firmaría un contrato con la compañía Auer, en donde otro ingeniero llamado Nikolaus Riehl inventaría un sistema de refinado rápido del oxido de uranio.
Un tercer grupo, comandado por el eficaz general Kammler y controlado por las SS, colaboraba con la Luftwaffe en la creación de un programa nuclear independiente, en el que obtendrían resultados operativos a mediados de 1943. Dicho grupo trabajaba con un grado extremo de secretismo, y a partir de 1943 se fusionaría con el proyecto nuclear del Reichpost de Ohnesorge. Ese mismo año las SS se harían con el emporio industrial húngaro "Arden-Weiss", donde se montarían todas las bombas atómicas nazis.
Kammler
A raíz del atentado del 19 de Julio de 1944 contra Adolf Hitler, la totalidad de los proyectos considerados como alto secreto son absorbidos por las SS, en un proyecto finalmente unificado bajo el mando del general Kammler. Seria este general el que arrebataría al ejército no solo el proyecto nuclear WuWa, sino también el control del programa de cohetes V-2 y los futuros A-9 y A-10 de misiles intercontinentales. Poco se sabe del General - Ingeniero Hans Kammler, salvo que vivía en el mismo edificio que el Baron Manfred Von Ardenne, y que visitaba frecuentemente los laboratorios subterráneos de Von Ardenne situados en los sótanos anti-aéreos de ese mismo edificio.
Kammler sustituiría a Speer en muchas áreas de la organización de trabajo Todt, y desarrollaría un sistema administrativo paralelo al estado, totalmente computerizado. Construiría a espaldas del ejército y del ministerio de armamento las fabulosas instalaciones subterráneas de Turingia, en donde también se localizaban el grueso de las minas de uranio de Alemania y Checoslovaquia.
Tras la guerra, el General Dr. Hans Kammler desapareció sin dejar rastro. Aunque según informes de la CIA desclasificados recientemente, existen indicios suficientes de su supervivencia tras la guerra y de su participación, con otra identidad, en el programa nuclear ruso a partir de 1945.
El Baron von Ardenne.
Es inútil buscar en una enciclopedia occidental alguna información sobre el Baron von Ardenne. Sin embargo, en la extinta Alemania oriental era una especie de Edison a la alemana. Cientos de calles, colegios y edificios públicos llevan aun hoy su nombre. Von Ardenne, prolífico inventor alemán, adquiriría fama mundial antes de la guerra gracias a sus descubrimientos en el terreno de la emisión televisiva, desarrollando el sistema de transmisión de las olimpiadas de Berlín de 1936.
Durante la guerra inventaría el microscopio electrónico y los visores nocturnos de infrarrojos, así como los fusibles infrarrojos para explosivos que fueron finalmente usados para implosionar bombas como la de plutonio lanzada en Nagasaki.
Von Ardenne fue clave para el desarrollo del sistema de separación de los isótopos U238 y U235 mediante súper centrifugadoras. Tras la guerra seria entregado a los rusos por el general Kammler, desarrollando el programa nuclear soviético dentro de la empresa ruso-germano-oriental WISMUT, localizada en Turingia. Más tarde trabajó en el Instituto para la separación industrial de isótopos (SUCHUMI) en la Unión Soviética.
Desde 1955 fue fundador y director del instituto de investigación germano oriental de Dresde de lucha contra el cáncer, donde desarrolló un sistema de tratamiento de tumores por radiación atómica. Von Ardenne murió el 26 de mayo de 1997. Su compañía aun existe y es clave para la economía de la antigua Alemania oriental.
U-235
El uranio que puede encontrarse en la naturaleza esta compuesto en un 99% de uranio 238, no fisionable y por tanto no apto para hacer bombas atómicas, y un 1% de uranio 235, fácilmente fisionable. Una excepción son las minas de Oklo, en el país centroafricano de Gabón, en donde en 1972 se encontró uranio natural con un 70% de isótopo U235 y vetas de mineral que generaban reacciones sostenidas espontáneas, así como cantidades significativas de plutonio 239 en estado natural.
El proceso de separación de los isótopos de uranio es muy complejo, ya que no puede hacerse por vía química, solo mecánicamente. Los norteamericanos del proyecto Manhattan usaron un sistema de confinamiento electromagnético de separación de isótopos, llamado calutrón, que tras dos años de arduos trabajos y un gasto cercano al billón de dólares, solo había producido dos gramos de U235 a finales de 1944.
Posteriormente, en enero de 1945 los americanos iniciaron otro procedimiento de separación basado en un costoso sistema de filtrado mediante membranas de polvo de níquel comprimido del gas hexafluoruro de Uranio, que, aun siendo más eficaz, apenas permitió tener disponibles dos kilogramos de U235 en Julio de 1945.
El tercer sistema basado en un sistema súper-centrífugo, inventado por el alemán Von Ardenne para la producción masiva de U235 fue un éxito, pero dicho sistema solo fue conocido por los americanos desde 1958 y usado por los rusos desde 1946, después de la guerra. El sistema consiste en una cadena de tubos en cascada de unos 10 a 15 centímetros de diámetro que se hacen girar a una 30.000 revoluciones por segundo. El hexafluoruro de uranio con u235, más ligero que el que contiene u238, permanece en el centro del cilindro, de donde es absorbido e inyectado en un nuevo cilindro centrífugo, y así sucesivamente hasta conseguir una pureza de u235 del 95%.
Otro ingeniero austriaco llamado Gernot Zippe que colaboro con Von Ardenne y que fue capturado también por los rusos, consiguió emigrar a los estados unidos en 1958, atribuyéndose la invención del sistema centrífugo y patentándolo en occidente en 1960, en donde se conoce como Método Zippe de enriquecimiento de Uranio.
Desde 1960 hasta 1985 el sistema centrífugo fue usado también en Estados Unidos. Es diez veces más eficaz y de mucho menor consumo eléctrico que el sistema de filtrado americano. Aun hoy los rusos siguen usando el sistema centrífugo, y de hecho son los mayores productores del mundo de U235. El sistema de enriquecimiento mediante cascada de súper-centrifugadoras es usado además en Holanda, Corea del Norte, China, Irán, Irak e Israel.
Como resultado de lo anterior, y ante la imposibilidad del proyecto americano de realizar una bomba de uranio 235, enfocaron todos sus esfuerzos en la fabricación de una bomba de plutonio 239, elemento artificial también fisionable apto para la fabricación de bombas. En 1942 el físico italiano del proyecto Manhattan, Enrico Fermi, consiguió poner en funcionamiento sostenido un reactor nuclear que permitía la fabricación de plutonio Pu239, mediante la radiación intensiva del uranio 238. A pesar de todo, los Estados Unidos solo disponían de 6 kilogramos de plutonio a mediados de Julio de 1945.
En las vísperas de la batalla de Kursk, un teletipo por valija diplomática fue enviado a todas las embajadas alemanas en Europa. En dicho comunicado se informaba de que había sido realizada con éxito la prueba de una bomba nueva, de poco tamaño y formidable potencia. Se trataba de una bomba mixta de explosivo convencional y una pequeña cantidad de material fisionable que habría hecho las veces de fulminante de alto poder sobre la carga de explosivo convencional. Pero los alemanes ya tenían una prueba de la eficacia de sus métodos en el manejo de material nuclear. Y lo que es más importante: ya en 1943 los alemanes hicieron acertadas estimaciones de la potencia de una bomba atómica de uranio.
De 1943 son los detallados planes nazis de ataque nuclear contra Nueva York ideados por la OKL, la oficina de la Luftwaffe de Hermann Goering, en donde se especificaban exactamente los valores en kilocalorías por kilómetro cúbico del efecto de una explosión nuclear en Manhattan, y que coincidían por completo con la cantidad de kilotones de la bomba que seria usada el 6 de agosto de 1945 sobre Hiroshima.
Nueva York como objetivo
En 1987 se publicó una obra que hoy es ya un clásico: "Waffen und Geheimwaffen des deutschen Heeres. 1933-1945." El autor es el historiador Fritz Hahn que pertenece sin la más mínima duda al campo de la historiografía más académica y oficial.
En la página 168 del tomo II se encuentra reproducido el siguiente documento:
Nos encontramos pues, ante un documento perfectamente conocido y aceptado como auténtico, por la más rigurosa historiografía oficial.
Este plano se realizó en Alemania en 1944 y se le relaciona en todo momento con los proyectos que surgieron aquel año para bombardear Nueva York con cohete como el A-9/A-10 o con aviones espaciales como los concebidos por Eugen Sänger. Según los historiadores oficiales, estos ingenios habrían transportado cargas explosivas convencionales de una o dos toneladas.
Pero para lanzar esas dos toneladas sobre América se requería un costoso cohete de 100 toneladas de peso. Un arma tan antieconómica sólo podría haberse usado a muy pequeña escala y con un impacto más psicológico que militar. He aquí el motivo de que todos estos proyectos fuesen cancelados, concluyen los historiadores ortodoxos.
Toda explosión atómica produce tres efectos principales: onda de choque, efecto térmico y radiaciones. Pero es el calor el que causa el 60% de las muertes en toda explosión mayor de 10 kt.
La reunión
En Abril de 1944 tuvo lugar una importante reunión en el castillo de Klessheim de Salzburgo, a la que asistieron Benito Mussolini, Adolf Hitler, el mariscal Rodolfo Graziani, Von Ribbentrop, Keitel, Dollman y el embajador de Alemania en Italia, Rhan.
Con objeto de tranquilizar a su aliado, Hitler le transmitió una información extraordinaria, corroborada por varios testigos en declaraciones hechas tras la guerra.
Hitler dijo: "...tenemos aeroplanos a reacción, tenemos submarinos no interceptables, artillería y carros colosales, sistemas de visión nocturna, cohetes de potencia excepcional y una bomba cuyo efecto asombrara al mundo. Todo esto se acumula en nuestros talleres subterráneos con rapidez sorprendente. El enemigo lo sabe, nos golpea, nos destruye, pero a su destrucción responderemos con el huracán y sin necesidad de recurrir a la guerra bacteriológica para la cual nos encontramos igualmente a punto. No hay una sola de mis palabras que no tenga el sufragio de la verdad. ¡Veréis!.."
El supuesto test atómico
A principios de Octubre de 1944 el periodista italiano Luigi Romersa, ya famoso por su reportaje sobre la liberación de Mussolini efectuada un año antes por tropas especiales alemanas, recibía del Duce una misión extremadamente importante: viajar a Alemania con objeto de informarle de los avances realizados en el Tercer Reich en el campo de las armas secretas.
El periodista fue llevado a visitar las instalaciones subterráneas de Turingia, las rampas de lanzamiento de las todavía desconocidas V-2, y lo que seria más importante: una prueba de la bomba atómica alemana totalmente operativa.
En varios artículos escritos desde 1947 en prestigiosas revistas militares europeas, el periodista Luigi Romersa declaró ser testigo de una prueba nuclear alemana el 12 de octubre de 1944 a las 11:45 AM en la isla de Rügen, en el mar báltico y próxima a la base de Peenemunde, donde se realizaron la mayor parte de las investigaciones sobre cohetes. La magnitud de la explosión atómica fue captada fotográficamente desde varios lugares de la costa báltica, y la onda sísmica provocada por la detonación fue detectada en la distante Estocolmo.
Dos meses después, el 16 de Diciembre de 1944 un entusiasmado Mussolini pronunciaría su ultimo discurso publico ante miles de fascistas en el teatro lírico de Milán, anunciándoles el inminente ataque germano contra las principales ciudades aliadas, un ataque definitivo con bombas y cohetes de potencia extraordinaria, bombas con capacidad de destruir ciudades enteras en un instante.
El 20 de Abril de 1945 Mussolini volvería a hablar de las bombas atómicas alemanas. Llama al periodista G.G. Cabella, antiguo amigo y director del periódico "il popolo d´Alessandria", y le dicta el que seria después considerado como "testamento político" del Duce. Mussolini afirma con rotundidad en la entrevista que los alemanes tenían ya tres bombas terminadas, y que su uso puede suponer un vuelco de la situación.
Al menos un documento oficial desclasificado hace referencia a la prueba de Rügen: El 24 de enero de 1946, un piloto de la Flak antiaérea alemana llamado Ziesser es interrogado por el capitán Helenes T. Freiberger de la inteligencia americana. Dicho piloto hace una descripción detallada del lugar y momento del test nuclear, que coincide exactamente con el informe de Romersa.
La sospecha de que los alemanes estaban consiguiendo resultados en la investigación nuclear provocó, a finales de 1944, un incremento exponencial de los ataques de la aviación aliada, con objeto de desbaratar la maquinaria bélica alemana.
Pero los aliados desconocían donde estaban las famosa factorías secretas, así que procedieron a un bombardeo sistemático de todo el territorio alemán, incluyendo cualquier objetivo militar y también civil. Pero la industria secreta nazi estaba fuera del alcance de las bombas aliadas: se encontraba a muchos metros de profundidad en la montañosa región de Turingia donde interminables túneles alimentaban el trabajo de cientos de miles de obreros encargados de dar forma a los sueños más arriesgados de Hitler.
Solo en la gigantesca instalación Jonastal S III trabajaban y malvivían más de treinta mil obreros en una ciudad subterránea de veinticinco kilómetros de longitud. Más tarde los rusos ocuparían esas ciudades subterráneas, ubicadas precisamente sobre los ricos yacimientos de uranio del sudeste de Alemania, y crearían desde 1946 la compañía rusa WISMUT, que durante los 40 años siguientes llegaría a fabricar más de 200.000 kilos de uranio enriquecido U235 destinados a equipar el arsenal soviético de bombas atómicas. Posteriormente las minas y ciudades subterráneas serian dinamitadas, y aun hoy el acceso a la zona sigue estando terminantemente prohibido por las autoridades de la reunificada Alemania.
El avión para la bomba
En las factorías Skoda en Praga, Chekoslovaquia, se preparó oficialmente un misterioso avión, el Heinkel He 177-A5 Greif prototipo V38 dotado de un sistema de bombardeo a gran altitud, inusual en la Luftwaffe, y equipado también con un complejo sistema externo de enganche de bombas, protección anti-radiación, un sofisticado equipamiento electrónico y una estructura de operación muy similar a la que equipaba al americano B-29 Enola Gay, que en Agosto de 1945 lanzó la bomba atómica de Hiroshima.
Dicho He177 modificado ha levantado siempre dudas respecto al alcance del programa nuclear alemán entre los historiadores y los aficionados a la historia de la aviación. El alcance de vuelo de dicha versión modificada del He 177 era superior a los 6500 kilómetros, con una carga útil de cinco toneladas en bombas. Suficientes prestaciones para llegar a Nueva York, ciudad situada a una distancia prácticamente equidistante, desde el centro de Europa, a la remota y deshabitada región siberiana de Tunguska. En el último plan de vuelo de aquel He177 figuraba un viaje al aeropuerto militar de Kristiansand, en Noruega.
Vía: sgmcasposidad.com
El Proyecto Atómico Nazi
Publicado por Daniel 0:08
Etiquetas: miscelanea, politica