Taekwondista cubano Matos pateando al juez
En un artículo de opinión, exculpa al taekwondista que pateó al árbitro, habla de la mafia que burla las reglas del Comité Olimpico, el profesionalismo que ha dejado de lado la razón de ser amateur y ha convertido a los deportistas en simples mercancías.
El ex presidente Fidel Castro culpó a los jueces y a la mafia del pobre papel de la delegación cubana en los Juegos Olímpicos de Pekín, donde ganó dos medallas de oro frente a nueve en Atenas, y auguró que en los próximos, en Londres, habrá corrupción, chovinismo europeo y racismo.
En un artículo difundido por medios oficiales, también justifica al taekwondista cubano Ángel Valodia Matos, suspendido de por vida por darle una patada en la cabeza al árbitro, y le manifiesta su "total solidaridad".
"Vi cuando los jueces les robaron descaradamente las peleas a dos boxeadores cubanos en las semifinales. Los nuestros combatieron con dignidad y valentía; atacaban constantemente. Tenían esperanzas de ganar, a pesar de los jueces; pero fue inútil: estaban condenados de antemano", dice Castro Sobre Matos, afirma que éste, "asombrado por una decisión que le pareció totalmente injusta, protestó y lanzó una patada contra el árbitro. A su propio entrenador lo habían tratado de comprar, estaba predispuesto e indignado. No pudo contenerse".
"El árbitro le suspendió el combate cuando estaba ganando tres a dos. No fue el único caso. Es muy grande el poder del árbitro en ese tipo de competencias y ninguno el de los atletas", agrega.
El ex presidente asegura también que "la mafia" ha logrado "burlar las reglas del Comité Olímpico".
"Fue criminal lo que hicieron con los jóvenes de nuestro equipo de boxeo para complementar el trabajo de los que se dedican a robar atletas del Tercer Mundo -añade-. En su ensañamiento, dejaron a Cuba sin una sola medalla de oro olímpica en esa disciplina".
Según el artículo, "Cuba jamás ha comprado a un atleta o a un árbitro. Hay deportes donde el arbitraje está muy corrompido y nuestros atletas luchan contra el adversario y el árbitro".
"No nos dejemos engatusar por las sonrisas de Londres -advierte Castro sobre los próximos Juegos-. Allí habrá chovinismo europeo, corrupción arbitral, compra de músculos y cerebros, costo impagable y una fuerte dosis de racismo".
"Ni siquiera soñar que Londres alcanzará el grado de seguridad, disciplina y entusiasmo que logró Beijing. Una cosa es segura -prosigue-: habrá un gobierno conservador y tal vez menos belicoso que el actual".
Los atletas cubanos que compitieron en Pekín "tienen un enorme mérito como representantes del deporte amateur que dio origen al resurgimiento del movimiento olímpico. Son ejemplos insuperables en el mundo", dice Castro.
"El profesionalismo -continúa- fue introducido en las Olimpiadas por intereses comerciales, que convirtieron al deporte y a los deportistas, como hemos dicho, en simples mercancías".
El artículo aplaude varios triunfos de equipos cubanos sobre los de Estados Unidos en varias disciplinas.
"Fue ejemplar la conducta del equipo olímpico de Cuba en la pelota (béisbol) -dice Castro-. Dos veces derrotaron en Beijing a la selección de Estados Unidos, el país que inventó ese deporte que por intereses de las grandes empresas comerciales fue expulsado de las Olimpiadas".
"Nuestro país no practica el chovinismo ni comercia con el deporte", afirma también el ex presidente, que acaba de cumplir 82 años y convalece desde julio de 2006 de una enfermedad que le impide aparecer en público.
Castro también justifica la escasa cosecha de oros olímpicos de la selección cubana en Pekín por razones históricas y de población.
"No vivimos hoy las mismas circunstancias de la época en que llegamos a ocupar relativamente pronto el primer lugar del mundo en medallas de oro por habitante, y por supuesto que eso no volverá a repetirse", afirma.
"Constituimos (los cubanos) alrededor del 0,07% de la población mundial. No podemos ser fuertes en todos los deportes como Estados Unidos, que posee por lo menos 30 veces más población", agrega el ex presidente.
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Publicado por Daniel 2:14
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