El Escape de Hitler

Retrato de un supuesto Hitler anciano


El cadáver de Hitler nunca se encontró y no hay ninguna prueba concluyente de que muriera en Berlín. Esto ha sido el origen de diferentes historias y de muchos rumores sobre una pregunta que millones de personas se han hecho y aún hoy se hacen: ¿Escapó Hitler de Berlín? Según el Hitlerismo Esotérico, eso fue posible. Veamos estas versiónes.

La versión oficial siempre ha sido que se suicidó, junto a su esposa Eva Braun, en el bunker de la Cancillería de Berlín, Hitler de un disparo y Eva Braun tomando cianuro. También existe un libro titulado Yo quemé a Hitler (Ich habe Adolf Hitler verbrannt), escrito por Erich Kempka. La historia oficial del suicidio de Hitler se fundamenta en los testimonios contradictorios y parciales de tres hombres de la SS, que estuvieron a su servicio durante una década y quienes afirmaron haber visto su cadáver.

Por el contrario, el hitlerismo esotérico sostiene que Hitler nunca murió en Berlín, sino que huyó y murió a una edad avanzada.

Una de las últimas fotos oficiales de Hitler, condecorando a un niño por la defensa de Berlín.


Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial se han presentado al público varias fotografías del supuesto "cadáver de Hitler"; en algunas aparece quemado y en otras sin lesiones aparentes. Resulta bastante raro y contradictorio el hecho de que algunas de las imagenes hayan sido fotografiadas, según la versión oficial, por los mismos alemanes que, según esta versión oficial, intentaban hacer desaparecer el cuerpo del Führer para esconder su muerte. ¿Se trataba de dejar "pruebas" falsas que hicieran creer en la muerte de Hitler en Berlín?

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, aparecieron muchas informaciones, a veces contradictorias, sobre el destino de Hitler. Algunos periódicos publicaron cosas tan dispares como que Hitler estaba escondido en un monasterio de budistas tibetanos, que había huído a España o que utilizó un submarino para llegar a Sudamérica o a la Antártida.

Según el escritor Patrick Burnside, Hitler sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, se evadió de Berlín en un avión jet y desde Noruega se embarcó con sus seguidores en un convoy de U-Boote viajando hasta la costa patagónica de la Argentina, donde, en la falda de los Andes, vivió tranquilo por casi 15 años. Sólo en la Argentina hubo cuatro testigos que afirmaron que se toparon con Hitler entre los años 1945 y 1957.

Por otro lado, Stalin nunca creyó que Hitler muriera en Berlín. Tras la guerra, en la famosa Conferencia de Potsdam con Churchill y Truman, le informó a su colega americano que Hitler había escapado. Cuando el presidente americano Truman le preguntó a Stalin si Hitler estaba o no muerto, Stalin respondió: "No". El mariscal Gregory Zhukov, cuyas tropas ocuparon Berlín en 1945, declaró después de una concienzuda y larga investigación: 'No hemos encontrado ningún cadáver que pudiera ser el de Hitler'".

También es significativo el hecho de que los norteamericanos interrogaran durante muchas horas al almirante Dönitz, el almirante de la flota alemana de submarinos, repitiéndole insistentemente la misma pregunta: ¿A donde ha llevado usted a Hitler? También las tripulaciones de algunos submarinos alemanes, que se rindieron pocos días tras el fin de la guerra, fueron interrogados sobre "el escondite de Hitler".

Una habitación del bunker de Hitler


Y los aliados preguntaron a Dönitz con razón, puesto que el mismo Dönitz había declarado durante la guerra lleno de orgullo: „Die deutsche U-Boot Flotte ist stolz darauf, daß sie für den Führer in einem anderen Teil der Welt ein Shangri-La gebaut hat, eine uneinnehmbare Festung“, cuya traducción fiel es: "La flota alemana de submarinos está orgullosa de haber construido para el Führer, en otra parte del mundo, un Shangri-La, una fortaleza inexpugnable".

En la década de los 50 corría el rumor de que Hitler había conseguido escapar a una base secreta del III Reich en el Polo Sur. En 1952 Dwight D. Eisenhower dijo: "Hemos sido incapaces de descubrir ni una sola evidencia que pruebe la muerte de Hitler. Mucha gente cree que Hitler escapó de Berlín".

El jefe del consejo americano en el juicio de Nürenberg, Thomas J. Dodd dijo: "Nadie puede decir que esté muerto". El General Mayor Floyd Parks, comandante general del sector americano en Berlín, añadió que él mismo se encontraba presente cuando Zhukov entraba en Berlín, y éste declaró que pensaba firmemente que Hitler podría haber escapado. Lt. Gen. Bedell Smith, jefe del Estado Mayor del general Eisenhower en la invasión sobre Europa, y más tarde, director de la CIA, declaró públicamente el 12 de octubre de 1945: "Ningún ser humano puede decir de forma concluyente que Hitler esté muerto".

Hitler enseñando a Mussolini los estragos del atentado en su contra


Los aliados permitieron que fuera el Ejército Rojo el que asediera y tomara finalmente Berlín. Una victoria completa hubiera significado la captura de Hitler, a quien Stalin quería vivo, como traidor del pacto de no-agresión que ambos firmaron en 1941. A un batallón especial de la Smersh se le ordenó tal captura pero cuando llegaron al búnker, sólo encontraron los cadáveres de Goebbels, su mujer Magda y sus seis hijos, todos envenenados con cianuro para evitar su captura por las tropas soviéticas.

El coronel W. J. Heimlich, anterior jefe de los servicios de inteligencia de los EE.UU. en Berlín, declaró que él estaba a cargo de determinar lo que le había pasado a Hitler, y tras una cuidadosa investigación, su informe decía: "No hay evidencia que pruebe la teoría del suicidio de Hitler". También afirmó que: "En base a la presente evidencia, ninguna empresa de seguros de vida en Estados Unidos pagaría la prima por Adolf Hitler".

El juez del proceso de Nürenberg, Michael Mussmanno, publicó en su libro "Diez días para morir": "Rusia debe aceptar la culpa de que Hitler no muriera en 1945". Sin embargo, Mussmanno declaró que él había entrevistado al camarero personal de Hitler, a su chófer, sus dos secretarias, pilotos, generales, etc., y todos estaban perfectamente de acuerdo en una cosa: Hitler se suicidó.

Dos días después de que los soviéticos tomaran Berlín, no hallaron en el búnker ni a Hitler ni sus restos. Más tarde, hallaron un cadáver cuyo rostro era casi idéntico al de Hitler. Lo cotejaron con fotos, midieron su estatura y parecía él. Sin embargo, hicieron firmar en un papel al personal que quedaba en el búnker si el cadáver hallado correspondía al del Führer. Al final resultó ser el de un doble de Hitler.

Los rusos alegaron haber descubierto, en su momento, varios cuerpos medio enterrados con las características de Hitler, los llamados "Doppelgänger" del Führer. Algunos creen que tenía varios de estos "dobles" y que uno de ellos fue el que murió en el famoso atentado explosivo en su contra en 1944, del que Hitler "sobrevivió milagrosamente", según se dijo.

El oficial soviético Anatoli Klimenko, por ejemplo, uno de los principales encargados de la toma del Reichstag el 9 de Mayo de 1945, declaró que el cadáver supuestamente perteneciente a Hitler calzaba medias tejidas de lana, que el Führer siempre se negó a utilizar en vida, pues las detestaba.

Por su parte, el mariscal Zhukov negó públicamente la versión rusa de haber encontrado con seguridad el cuerpo de Hitler. Sobre el verdadero paradero de Hitler, declaró: "Mi opinión personal es que se encuentra en algún punto de Europa, tal vez en España".

Hitler, un hombre sumamente inteligente, podría haber orquestado un gran montaje sobre su muerte, si así lo hubiera deseado. Al fin y al cabo, era el Führer de Alemania y tenía todos los medios y recursos a su alcance para hacerlo. Por eso, de haber efectivamente escapado, es verosímil que creara un mito sobre su destino, con el fin de evitar que nadie pretendiera buscarle. Algunos autores hablan de que el supuesto cadaver que se quemó en Berlín era realmente el de uno de sus dobles. Las declaraciones de los testigos que afirmaron haber quemado su cadáver podrían o bien estar equivocadas (quemaron un cadaver, pero ¿el de Hitler?) o bien ser falsas, mintiendo por el Führer. Es incluso posible que se aleccionara a todas las personas susceptibles de ser interrogadas al respecto sobre lo que debían declarar, y también es posible que se les hiciera creer premeditadamente a todos ellos que Hitler se suicidó. Estas sospechas se basan fundamentamente en el hecho de que, aunque la historia del suicidio al principio sonaba convincente, no se puede olvidar que todos eran absolutamente partidarios y fieles a Hitler.

El que fue secretario de estado de EE.UU. Jimmy Byrnes, en su libro "Frankly Speaking", escribe: "Cuando estaba en Potsdam en la reunión entre americanos, británicos, rusos y franceses, Stalin dejó su silla para brindar conmigo, y cuando le pregunté sobre su teoría acerca de la muerte de Hitler, Stalin dijo: "No está muerto: seguro que escapó a España o Argentina".



El titular de la revista The Plain Truth de Junio del 52 rezaba «¡Hitler puede estar vivo!». El artículo revelaba que en 1940 el Reich Alemán comenzó a trasladar un ingente número de maquinaria al Polo Sur con el objeto de construir en un continente desconocido una estación secreta, un nuevo Berchtesgaden para el Führer.

El informe continuaba explicando cómo los técnicos vaciaban un monte entero en la Antártida para construir un nuevo refugio completamente camuflado, en un continente más grande que Europa a 9.000 Km de África, 3.000 Km de la Tierra de Fuego en Sudamérica y 7.000 Km de Australia.

Hacia el quinto día de la caída de Berlín, se encontraron unos restos calcinados envueltos en tela en el jardín del búnker. Se formó una comisión de médicos, denominada comisión Autopsia para estudiar tales restos. Analizando la dentadura de Hitler y comparándola con la dibujada por el ayudante de su dentista personal, ambas coincidían a la perfección. Se cree que al final la autopsia estuvo amañada.

La revista Bonjour y el parisino Le Monde tenían artículos sobre la huída de Hitler al Polo Sur. El almirante Doenitz en 1943 declaraba: "La flota de submarinos habrá amarrado en algún punto del Polo, en algún punto paradisíaco". Aunque no decía dónde, Bonjour señalaba que en 1940 ingenieros nazis habían comenzado la construcción de edificios capaces de soportar temperaturas de 60 grados bajo cero.

Por otra parte, es cierto que los archivos sobre Hitler, que están en manos de los rusos, siguen clasificados y como uno de sus secretos mejor guardados, casi 60 años después.

Los restos de lo que se pensaba eran Hitler y Eva Braun fueron enterrados en un bosque cercano a Buch, y al final fueron inhumados en la ciudad de Magdeburgo. Lo que es cierto es que ambos cadáveres fueron enterrados y exhumados sucesivamente por las Smersh por lo menos en unas tres o cuatro veces, siempre de noche.



En el programa As it happens del 17 de septiembre de 1974 en la Televisión Canadiense, el Dr. Ryder Saguenay, cirujano dental de la UCLA, dijo que Hitler había ordenado un avión especial (posiblemente un Arado Ar-234) para abandonar Berlín con todos los registros médicos y dentales y radiografías de los más altos dirigentes nazis hacia un destino desconocido. De ahí que los registros dentales que se usaron para identificar el posible cadáver de Hitler se sacaran de la memoria de un asistente dental de Hitler que más tarde desaparecería.

Con la Glasnost en Rusia y al principio de los 90, los protagonistas de la Smersh que participaron en los enterramientos y desenterramientos de Hitler decidieron contar su secreto al mundo. Fueron conducidos de Rusia hasta Alemania y señalaron el punto exacto del último enterramiento del Führer. Pruebas realizadas con un radar terrestre localizaron dos objetos anómalos en el subsuelo, en el mismo sitio donde señalaron los ex-oficiales rusos, hoy un abandonado taller de coches. Las excavaciones que se llevaron a cabo tan sólo dieron con un hueso, y no parecía ser humano.

El editorial del diario Zig Zag del 16 de enero del 48 de Santiago de Chile aporta nuevas evidencias. El 30 de abril de 1945, el capitán de aviación Peter Baumgart llevó en avión a Hitler, su esposa Eva Braun y unos cuantos leales del aeródromo de Tempelhof al de Tondern en Dinamarca. Desde allí tomaron otro avión hasta Kristiansund en Noruega, desde donde embarcaron en un convoy de submarinos hacia rumbo desconocido.

En 1993, en uno de los archivos de la KGB en Moscú, se permitió filmar por primera vez, y con un permiso oficial, uno de sus secretos mejores guardados. Cuidadosamente envuelto en un papel, mostraban al mundo restos de lo que dicen es el cráneo de Hitler. En el cráneo aparece un orificio de bala, según el cual Hitler se habría disparado en la boca, pero la historia oficial es que Hitler se disparó en la sien... Por otro lado, ¿por qué los rusos mostraron tan sólo un fragmento de cráneo? Una prueba de ADN solucionaría con casi total certeza las dudas sobre si ese fragmento de cráneo es o no de Hitler. Si los rusos afirman su autenticidad, ¿por qué no se comparan las muestras de ADN de ese fragmento con muestras del ADN de parientes de Hitler muertos?

Lo que a Hitler sí que le importaba y sí que quería evitar a toda costa es que se produjeran hechos como los que le ocurrieron a Mussolini y Clara Petacci una vez muertos, cuando sus cuerpos fueron llevados al Duomo de Milán y allí estuvieron colgados varios días y noches para que todo el que pudiera acercarse, les escupiera y los pateara.

La existencia de planes de huída posrían estar claros con sólo tener en cuenta a una figura tan clave como desconocida de la Segunda Guerra Mundial: el General de la SS Heinrich Müller, jefe durante todo el tiempo de la Amt IV (Gestapo) y a quien por eso se conocía coloquialmente como Gestapo Müller. Los planes que hubiera para una posible huída de Hitler seguro que estaban bajo su directo control, y hasta posiblemente diseñados por Gestapo Müller. Se sabe de él que estuvo en Berlín y que visitaba la Cancillería con regularidad hasta Marzo de 1945 cuando, como por arte de magia, desapareció de la faz de la Tierra y nunca jamás se volvió a saber de él. Él es, exceptuando al propio Hitler, el más alto jerarca del Nacional-Socialismo al que ni Weissman, ni la CIA, ni el Mossad, ni la KGB jamás echó el guante. Parece por tanto algo razonable pensar que Heinrich Müller, Adolf Hitler y Eva Braun huyeran junto a un número indeterminado de fieles.