Opiniones Sobre Adolf Hitler



Hitler embrujó con su voz y palabra a todo un pueblo y lo condujo a la guerra mas desgraciada de la historia humana. ¿Pero qué era lo que pensaban sobre el dictador alemán muchos hombres importantes de su tiempo?. A continuación, una recopilación de opiniones sobre el dictador nazi lo cual podría esclarecer a muchos el porqué Hitler obtuvo tanto apoyo para su dictadura.

Video: Discurso de Hitler subtitulado


Muchos se han preguntado (y me han preguntado) como fue posible la ascención de Hitler al poder cuando su verbo era la violencia y el odio. Y es que Hitler usó aquello para imponer sus ideas sobre una Alemania fuerte, y como sabemos, demasiada gente creyó en él. A veces, ciertos documentos aparecen en los sitios más insospechados, incluso en algunos considerados no del todo transparentes. La recopilación que sigue parece creada por un apologista del nazismo, pero como conocemos millares de opiniones contrarias a Hitler, se ofrece este documento como recurso para quienes busquen algo distinto, que tal vez le ayude a ver lo que verdaderamente fue aquel tiempo, pues nadie llega al poder, democráticamente además, sin el apoyo de buena parte de sus contemporáneos.

No nos engañemos: Hitler tuvo también muchos y muy importantes apoyos. De otro modo, hubiese sido imposible que llegase a donde llegó. Y conociendo los pensamientos de aquellas personas que influyeron, en buena o mala medida, en su tiempo, podremos darnos una idea de la influencia del dictador alemán en las masas.

Herbert Hoover
Hitler daba la impresión de ser altamente inteligente, dejaba entrever una valiosísima y confiada memoria, parecía educado y era capaz de ofrecer claras exposiciones.

Dwight D. Eisenhower
A la vista de los peligros con que el bolchevismo amenaza a la humanidad libre en el mundo entero, que hacen necesario equipar a los Estados Unidos con las armas más modernas, las oportunas advertencias de Hitler no fueron en absoluto entendidas.

Eduardo VIII
Hemos recorrido el mundo. Pero las cosas que hemos visto en Alemania serían difíciles de imaginar. Es un milagro que sólo un hombre y una voluntad pueden explicar.

August Kubizek
En Hitler palpitaba una activa concepción frente a la vida, que exigía una participación interna cada vez mayor pero en el fondo, sus elementales arrebatos de cólera eran una prueba de la pasión que ponía en todas las cosas.

Ezra Pound
Esta guerra no ha nacido de un capricho de Hitler o de Mussolini. Esta guerra forma parte de la guerra milenaria entre usureros y trabajadores, entre la usurocracia y todos los que hacen una jornada de trabajo honrado con el brazo o con el intelecto.

Houston Stewart Chamberlain
Hitler pertenece a las pocas figuras luminosas, a los hombres completamente transparentes. Hitler se entrega en cada una de sus palabras. Que en su momento de mayor desgracia haya dado Alemania un Hitler, demuestra su vitalidad.

Jorge Luis Borges
Hitler creyó luchar por un país pero luchó por todos, aún por aquellos que agredió y detestó. No importa que su yo lo ignorara; lo sabían su sangre y su espíritu… El nazismo es intrínsecamente un hecho moral, un despojarse del viejo hombre, que está viciado, para vestir de nuevo.

Knut Hamsun. Premio Nobel noruego
No soy digno de hablar de Adolf Hitler a viva voz. Su vida y su obra no dan pie para habladurías de tipo sentimental. Era un luchador, un combatiente para la humanidad y un predicador del mensaje de la justicia para todas la naciones. Su destino fue que tuvo que actuar en una época de brutalidad sin precedentes, que al fin lo aniquiló. Nosotros, sus adeptos cercanos, nos postramos ante su muerte.

Prof. Dr. Edmund Glaise von Horstenau
Con ocasión de este viaje tuve la oportunidad de poder observar el indiscutible efecto de la persona del Führer sobre la gente. Las mujeres tenían lagrimas en los ojos cuando pasaba por delante y los hombres temblaban como hojas de álamo cuando les dirigía la palabra. Algún tipo de aura especialisima debe emanar de él… Él es único, esto lo he podido comprobar una vez tras otra, pero esta vez más que en otras ocasiones… La conversación que pude mantener con el Führer me dio la sensación indiscutible de que este hombre, como sus paralelos en la historia, vivía en una tremenda soledad… “Leo por la noche, decía Hitler, a menudo libros en alrededor de 200 páginas. Lo terrible es que mientras uno lee un libro, se ve obligado a ojear simplemente otros cincuenta”.

Martin Heidegger
La Revolución Nacionalsocialista no es simplemente la toma del Poder por otro partido que habría crecido para tal finalidad. Por el contrario, esta Revolución aporta el cambio total de nuestra existencia alemana… No busquéis las reglas de vuestro ser en los dogmas y las ideas. El Führer mismo, y únicamente él, constituye la realidad alemana de hoy y de mañana; él es su ley… Ni los dogmas ni las verdades racionales, deben erigirse en normas de nuestra conducta. Hoy y siempre, el Führer es el único capacitado para decidir lo que es bueno y lo que es malo. El Führer es nuestra única ley.

Sir Neville Henderson
Es o cuando menos lo era en sus inicios, un agitador genial, un hombre que poseía el don de hacer ver claro al pueblo alemán lo que necesitaba. En tanto lo consiguió sin guerra, su voz tenía absoluta resonancia y la confianza del pueblo hacia él era inquebrantable… Aparentemente poseía una profunda animadversión hacia los diplomáticos, de los que desconfiaba como clase.

Albert Speer
Si Hitler hubiese tenido amigos, yo hubiese sido sin duda uno de sus más próximos… Tras este proceso de Nuremberg, Hitler resultará despreciado y condenado como el culpable de su propia desgracia.

Gotfried Benn
Nos alegramos de que haya venido a Alemania en el momento en el que se constituye este nuevo Reich, por el cual el Führer, a quien admiramos todos sin excepción, pidió la colabora­ción de los escritores.

Pierre Drieu La Rochelle
He llegado al Fascismo porque he apreciado el progreso de la decadencia en Europa… y rechazando las intrusiones de los imperios extranjeros de Rusia y América, he visto la única salvación en el genio de Hitler y el nazismo.

Lady Diana Mitford (casada con el líder británico Oswald Mosley)
No, Hitler no era un hombre vulgar. Por el contrario era una persona muy inteligente, con gran imaginación y una cultura musical muy profunda. También tenía unas hermosas manos y cuando se hablaba con él normalmente no se le caía el flequillo sobre la frente.

Hartmann Lauterbacher
Hitler era entonces para nosotros el Heraldo y el Héroe. Cuando pienso en cómo nos arrancábamos sus fotos de las manos en el colegio en Kufstein, cómo cerrábamos clases enteras, para marchar a cualquier reunión y que nuestros profesores mismos eran nacionalsocialistas… Pero ahora la foto era de repente una realidad viva… Me encontraba junto a Adolf Hitler y ello suponía la satisfacción de un sueño. Mi sueño, lo confieso abiertamente, era Adolf Hitler. Ahora conversaba el conmigo sobre Kufstein y el Tirol y yo lo explicaba todo lo que podía explicarle. Se me hizo claro que no había únicamente un Hitler como Tribuno Popular, no sólo un Hitler como orador, no sólo un Hitler como Presidente del Partido, sino también un Hitler humano. Volviendo la vista atrás, puedo decir que aquella tarde nos lo pasamos estupendamente, nuestra diversión no encontró fronteras. Todo aquel que después haya afirmado que Hitler era un monstruo sin sentido del humor, sencillamente, no le conoció. Hitler tenía humor e ingenio, y podía divertirse también tronchándose de risa. Cuando estaba especialmente de buen humor, entonces se golpeaba con la mano en el muslo de la pierna. Sabemos que en los últiumos años de su vida perdió la sonrisa. Pero yo mismo he escuchado reir a Hitler incluso en la Cancillería del Reich, también en el Cuartel General del Führer. Pero esta alegría juvenil y llena de juventud, esta compañía en aquella noche de su cumpleaños de 1925 en Rosenheim, fue algo único. Ambas cosas, su conversación y su personalidad humana, su felicidad y carencia de etiqueta en aquel momento, me han obligado definitivamente, realmente de forma decisiva, a ponerme de su lado. Y digo obligado porque realmente no podía haber hecho otra cosa. Lo más sorprendente en Hitler era su memoria, su memoria fisionómica.

Ilse Hess
Era una mente clara, diáfana como hay pocas. ¡Qué inteligencia! Era un gran hombre y eso es lo que necesitamos hoy, un hombre con la inteligencia de Adolf Hitler. Recuerdo que ya entonces Hitler habló en una ocasión de la conquista espacial para el bien de la Humanidad, de plataformas interplanetarias, etc. Cierta vez habló incluso de platillos volantes.

Sven Hedin
Jamás ha salido de sus labios una palabra de odio o poco amable, La gran esperanza del Führer fue siempre la de establecer una verdadera amistad con Inglaterra y Francia. Yo tengo para Adolf Hitler un profundo e inestimable recuerdo, viendo en él a uno de los hombres más grandes que ha conocido la Historia. Hitler ha muerto, pero su obra continuará viviendo. El recuerdo del gran Führer continuará perdurando en el pueblo alemán durante mil años.

Prof. Percy Schramm
Poseía una desacostumbrada imaginación para los espacios, que acreditaba también de forma asombrosa en la arquitectura.

Pr. Kireis
Hitler dibujaba muy bien y tenía predilección por la elaboración de bosquejos arquitectónicos y paralelamente demostraba una fuerza imaginativa interior para el espacio y la distribución, dotes gráficas y destacada predisposición creadora musical.

Hans Severus Ziegler
Lo que Hitler ha realizado como “Volksführer” (jefe popular) en el campo del arte y de la cultura, en tan pocos años y de forma tan activa, creadora y productiva, sigue siendo más significativo que todo lo que otros políticos hayan podido conseguir a lo largo de décadas, para la formación de su pueblo. Y Hitler creó todo ésto de la nada. No le vino dado gracias a una herencia familiar ni lo hizo con fines dinásticos o para adornar su propia existencia. No nos podemos permitir olvidar esto.

Corneliu Zelea Codreanu
Se dice que Hitler se ha vuelto loco, que se ha ido a la montaña, etc. Pero Adolf Hitler está sano y se aproxima siempre a la victoria. Se dice que el comunismo provocará una revuelta general y que Hitler caerá. Pero Hitler llegó al poder y la revolución soñada por los hebreos no tiene lugar. Y Hitler pasó de la mayoría a una unanimidad jamás registrada en la historia.

Dr. Joseph Goebbels
Hitler habla, profundo y místico, casi como un evangelio. Uno se estremece al asomarse al abismo de la vida en su compañía. Doy gracias al Destino que nos proporcionó a este hombre.

Alfred Rosenberg
En los campos de batalla en Francia, ante los miles de sus amigos y enemigos, ante el tribunal, en todas partes, él siguió siendo idéntico a sí mismo: El Führer, el hombre que encarnaba el anhelo de los mejores, que dio expresión a sus ansias hasta llegar a la acción, y más allá de la acción.

Martin Bormann
Estoy contento de mi buena suerte de ser uno de los colaboradores más íntimos de este gran hombre. Sinceramente, es el ser humano más grande que conocemos, y no sólo el más grande de todos los alemanes. Que suerte la mía haber sido llamado a trabajar a su lado.

Otto Dietrich
Quien pudiera creer en un milagro, en un suceso de lo alto, que guía y dirige estas rutas del pueblo alemán, en la posibilidad de fuerzas sobrenaturales, sólo ese podría conocer la acción secreta de la personalidad de Adolf Hitler. Dios ha bendecido a este hombre y sigue su camino porque él debe ir. Aquí sí que podemos decir que la Fe mueve montañas. La fe de Adolf Hitler y la fe en Adolf Hitler.



Christa Schroeder
El Jefe vuelve una vez más al apreciado viejo tema de lo dañino que es el fumar. Una vez tras otra mantiene conferencias sobre lo perjudicial de fumar, sobre el estrechamiento de los vasos capilares. ¡Qué ilustrativo podría ser observa el estómago de un fumador! Los fumadores no tienen contemplaciones. Obligan todos los demás a aceptar el aire viciado. Hitler ha estado dándole vueltas seriamente a la idea de prohibir totalmente fumar en Alemania. La campana empezaría con el detalle de que cada cajetilla de tabaco sería impresa con una cabeza de calavera… Hitler decía que con la distribución de tabaco, también los jóvenes soldados que hasta ahora nunca habían fumado, empiezan a fumar. Se les debería dar mejor chocolate en vez de tabaco. Todos afirman positivamente… Hitler continuaba con el tema de que nicotina y alcohol destruyen la salud de los hombres y de qué forma el espíritu se embota…
“Hemos liquidado la lucha de clases de izquierdas”, dijo Hitler, “pero lamentablemente hemos olvidado simultáneamente pararle los pies a la lucha de clases de derechas…. Hitler no apreciaba la casta de oficiales. En el Berghof dijo una vez: “Después de la guerra, colgaré el uniforme de un clavo, me retiraré, y los asuntos de gobierno que los lleve otro. Entonces quiero escribir mis memorias, rodearme de hombres sensibles e inteligentes y no quiero ver más oficiales”.

Lord Rothermere
Esta nación se encuentra apiñada tras Hitler con una unidad como nunca anteriormente. Se trata de algo mucho más significativo que de un simple cambio de gobierno. La juventud ha tomado el mando. Una corriente de sangre joven da al país nueva vida… El sencillo y nada barroco amor de Hitler y sus partidarios por su patria, ha dejado a nuestros “bolcheviques de salón” y a nuestros “comunistas de la cultura” perplejos. Han iniciado una ruidosa campaña de acusaciones contra la “crueldad nacionalsocialista” que, como puede constatar inmediatamente todo el que visite Alemania, se trata únicamente de muy pocos y aislados casos de abusos de poder que son inevitables en toda gran nación, que es una vez y media tan grande como la nuestra… La gran necesidad del mundo de hoy es realismo. Y Hitler es realista.

Julius Streicher
Dios Nuestro Señor nos ha regalado el maestro del futuro: es Adolf Hitler, nuestro Führer. Nosotros los nacionalsocialistas creemos que Adolf Hitler es el mensajero para una nueva Alemania.

Philipp Bouhler
Hitler, generoso y justo, modelo de suprema abnegación y devoción ante el deber, de lógica irrebatible en sus argumentos; equilibrado y al mismo tiempo resuelto y enérgico en sus resoluciones, siempre dispuesto a compartir con sus colaboradores glorias y sufrimientos; orador fascinante, hijo del pueblo, cuyo corazón palpita por el pueblo, era el destinado para conquistar con ímpetu los corazones de la juventud alemana, haciendo de cada uno de sus adeptos un campeón ardiente del ideal común.

Dr. Hans Frank
Hay un Dios que bendice y castiga, sabe, que nuestros corazones eran puros, yo creo y ahora miro humilde a Dios en sus ojos eternos, y nadie me va a quitar esta convicción, que en aquellas horas Hitler, en lo más profundo de su alma, estaba lleno de la mejor voluntad hacia su pueblo y su tarea a ha sido para él un sagrado deber. Estas horas de nacimiento del III Reich fueron brillantes y felices. Si entonces un vidente hubiese anunciado el final entre horrores y padecimientos, muerte y fuego en apenas doce años, no hubiese sido entendido de ninguna manera, tampoco por mí.

Rudolf Hess
Hitler les opuso a la idea de los partidos peleándose, una idea cuyo punto central es el propio pueblo. Él opuso al materialismo de la época un nuevo idealismo. Él opuso al egoísmo del individuo el postulado siguiente: ¡provecho común antes que provecho particular!… Alemania hubiese estado perdida, de no haber llegado el hombre que creó el Nacionalsocialismo: Adolf Hitler.
“El destino me ha permitido colaborar durante muchos años con el hijo más grande que mi pueblo ha tenido en su milenaria historia. Aún cuando pudiera, no borraría esta época de mi vida. Soy feliz de saber que he cumplido con mi deber frente a mi pueblo… mi deber como alemán, como nacionalsocialista y fiel colaborador del Führer. No me arrepiento nada Si me hallara al principio volvería la actuar como lo he hecho. Incluso si supiera que al final ardería una hoguera para mi muerte en las llamas… Siento la mayor indiferencia por las decisiones de los hombres: algún día compareceré ante el Eterno para rendirle cuentas y se que Él me perdonará.
Han sido muy pocos, sin embargo, a los cuales les ha sido dado participar ya desde un principio en las penas y alegrías de una personalidad única, compartir con él sus preocupaciones y sus esperanzas, todas las manifestaciones de su grandeza… y también las pequeñas debilidades humanas que hacen que lleguemos a apreciar plenamente a una persona…
“¿Volvería a servir a un hombre como Adolf Hitler?” Pregunta del Coronel Bird en 1971. Respuesta de Hess: “Sí, lo haría. Creo que recorrería el mismo camino para acabar aquí en la prisión de Spandau. Desde luego, haría mi vuelo a Escocia.

Karl Dönitz
Hitler ha sido el más grande Héroe de la Historia alemana… La lucha de Hitler contra la marea bolchevique fue no sólo en beneficio de Europa, sino del mundo entero.

Dr. Todt
Así como las Pirámides son testigos de la historia de los Faraones y los caminos romanos lo son del poder y de la tarea civilizadora de la Roma de los Césares, de igual modo las fantásticas autopistas de Hitler recordarán su personalidad fuera de lo común en la historia, a un miembro del pueblo sin nombre y sin paria, que de la nada y sin la ayuda de nadie, mediante sus propias fuerzas, creó un nuevo Reich y con su voluntad determinó el destino de todo un Pueblo.

Joachim Von Ribbenttrop
En su forma de ser había algo indescriptible que no permitía una aproximación de carácter privado… Su autoconfianza y la fuerza de su voluntad, aparejadas con su genial y clara forma de expresión, atraían a todos a su camino. En discursos populares yo presencié cómo la multitud se emocionaba al conjuro de su palabra… Adolf Hitler era adorado por millones de alemanes, y sin embargo, se encontraba solo. Así como yo nunca llegué a aproximarme a su intimidad, estoy seguro que nadie lo hizo. Dictaminar sobre el carácter de una figura tan excepcional y genial como Adolf Hitler es muy difícil. No se puede medir con la medida normal que emplearíamos para los demás seres… En las grandes decisiones se conducía como si obrase arrastrado por la fuerza de un destino prefijado por el Todopoderoso .

Emmy Göring
Era un hombre que sabía lo que quería y que estaba seguro de alcanzar su objetivo. Poseía una gran constancia y tenacidad. Estaba convencido de que tenía y de que podía salvar Alemania y que a ello estaba llamado.

Hans Baur
Nunca había hecho política, les dije. Simplemente había creído en Adolf Hitler.

Arno Breker
Hitler había dado la orden incluso de hacer regresar del frente a las personas con talento fuera de lo común, para que pudiesen trabajar en las obras de arte… Él deseaba que la vida artística no se detuviese. Lo quiso hasta el final.

Lothar Rendulic
No encontré en Hitler ningún cambio (Junio 1944). Habló con la misma seguridad y claridad que el pasado otoño… Hitler desarrollaba no raramente ideas geniales sobre problemas de mucho peso y concebía las correspondientes decisiones, que conducían al éxito. En situaciones complicadas encontraba a menudo el socorro correcto. Por otra parte, le faltaba el pensamiento sistemático militar de una formación de alta escuela castrense. En aquel entonces no se notaba en él una decadencia física (Enero de 1945). Espiritualmente estaba tan despierto y lleno de vida como siempre.

Alfred Jodl
Hitler fue una personalidad de tamaño desacostumbrado. Su sabiduría y su intelecto, su retórica y su voluntad triunfaron siempre al final en toda discusión con cualquier otro … Quedé totalmente admirado al comprobar de qué forma consiguió, en el invierno de 1941/42, mantener firme el vacilante Frente del Este, que en esta época amenazaba con una catástrofe como la 1812, gracias a su fe y su energía. Su vida en el Cuartel General no era otra cosa que deber y trabajo… En el transcurso de los años 1933 a 1938 me convencí de que cuando menos Hitler no era ningún charlatán, sino una personalidad gigantesca, que por mucho que se convierta en el último final en una grandeza infernal, fue entonces Con todo y sin duda un Grande.

Walter Funk
La primera conversación con Adolf Hitler transcurrió de forma muy reservada, lo que no es de extrañar, puesto que yo venía de un mundo totalmente ajeno para él. De inmediato me dio la impresión de encontrarme ante una personalidad extraordinaria. Él captaba con la velocidad del rayo todos los problemas y los entendía… Él tenía la costumbre de introducirse en largas conversaciones consigo mismo, por decirlo de alguna manera, para profundizar el tema y observar el problema desde el más amplio campo… Él mismo me dijo vivamente, que también su idea de la política económica estaba dominada por el principio de la selección, por el principio de la capacidad de trabajo, de la personalidad creativa, y se felicitaba de que yo me encontrara en la misma dirección.

Nikolaus von Below
Aunque no tenía posibilidad de compararlo, encontré sin embargo que se podía entablar relación con él rápidamente. Hitler tampoco era pobre en cuanto a capacidad de relación se refiere, pero necesitaba de ello… Hitler veía venir el desenvolvimiento de los acontecimientos antes y más claramente que sus consejeros.

Birger Dahlerus
Yo sabía ahora, que ésto tenía que ver con un hombre que no podía ser tenido como normal. Esta era la opinión que me formé con ocasión de nuestro primer encuentro.



Fritz Erich von Lawinski, llamado von Manstein
No se puede marcar a Hitler como jefe militar con el apelativo de “Cabo de la I Guerra Mundial”. Él poseía sin duda conocimientos sobre las posibilidades operativas… Por el contrario no se tiene conocimiento en la historia de muchos príncipes o duques de los que se sepa que fueran jefes de ejército con éxito. Más lejos aún, Hitler gastaba una memoria sorprendente y poseía vastos conocimientos, una fantasía creadora en relación a cuestiones técnicas y a problemas de armamento… En realidad él era desde un punto de vista del soldado incluso demasiado blando, en cualquier caso dominado por sentimientos. Era sintomático, que no soportaba encontrarse con la crueldad de la guerra. Se asustaba incluso de su propia blandura y sensibilidad, que le habría impedido tomar decisiones que le exigía su voluntad política. Las pérdidas sobre las que se debía discutir o que eran presentadas de forma plástica, eran para el horrorosas, y padecía por ello, así como ante la muerte de seres humanos que le eran conocidos. Tras años de observación, no creo que esto fuera teatro, sino una cara de su propio ser. He aquí también el profundo fundamento de que no fuera al Frente y tampoco a las ciudades bombardeadas. Sin duda no se trataba de una falta de valor personal, sino de miedo ante la crueldad de tal experiencia.

Sefton Delmer
Pero ninguno de ellos me habló entonces con tanta pasión, con tanta elocuencia y con semejante concentración como Hitler. Tras esta conversación tuve a menudo oportunidad de hablar con Hitler tanto de forma oficial como no oficial. Pero en cada una de estas ocasiones tenía lugar lo mismo: Yo hacía una pregunta.. Él respondía, y su respuesta desembocaba en un discurso, mientras nuevos pensamientos irrumpían siempre de nuevo de su cerebro lleno de fantasía y tremendamente claro y despierto.

André François Poncet
Un rostro de “Sturmund Drang”, un rostro no natural… Es seguro que no era normaL Era un ser enfermizo, que podríamos denominar loco, una figura tal y como las dibujaba Dostojewski, un “Poseído”… La fantasía de Hitler era de un romanticismo salvaje. Se alimentaba de elementos que había leído un poco en todas partes. No era un hombre sin cultura. Pero era la cultura defectuosa del autodidacta… No estaba únicamente entusiasmado por la música de Wagner, no tenía a Wagner únicamente por un profeta, un profeta del Nacionalsocialismo, él vivía en su obra, se consideraba un héroe del mundo de Wagner, él era Lohengrin, Siegfried, Walther von Stoizing y sobre todo Parsifal, que curaba la herida sangrante de Amfortas y devolvía al Gral su fuerza maravillosa. En él vivía algo de Luis II de Baviera.

Hjalmar Schacht
Era un hombre de energía tenaz, de una voluntad que vencía toda resistencia. A estas dos cualidades, su psicología de las masas y su fuerza de voluntad, debe agradecer Hitler, que consiguiera atraer tras de sí al 40 por ciento y más adelante al 50 por ciento de todo el pueblo alemán.

Kurt Edler v. Schuchnigq
Hitler es un fenómeno. Carece de sentido mentir sobre ello… No se le pueden poner en duda ni voluntad ni aplicación, resolución y valor, capacidad e ingenio. Lo que permanece cuestionable, es si el avance sin barreras a través de la genialidad es un principio amoral y encuentra en el justificación. Machiavelo y Nietzsche lo afirmaban, Kant y Goethe, Leibnitz y Schiller, Platón y Aristóteles lo negaban. ¿Y Cristo?… Hitler tiene una fuerza mágica sobre los hombres; bien los arrastra con fuerza magnética hacia sí y ya no los deja escapar de su ruta o bien chocaba desde el primer momento violentamente, de forma que les separaba un abismo, sobre el que nunca más podía tenderse un puente… Yo pertenecía a éstos.

Lloyd Georg
Me considero feliz de encontrarme ante aquél que, tras la derrota, ha arrastrado tras de sí y conducido al levantamiento a todo el pueblo alemán.

Boston Evening Transcript
Cuanto más poder tiene Hitler en sus manos, tanto más serenidad hay en su cabeza.

Winston Churchill
La verdad sobre Hitler: Mientras tenían lugar en Europa los más terribles cambios, combatió el cabo Hitler en una lucha incansable por ganarse el corazón alemán. La historia de esta lucha no puede ser leída sin admiración por el valor, la sinceridad y la fuerza de su personalidad …
“No es posible establecer un juicio justo sobre un hombre de Estado de las dimensiones de Adolf Hitler, hasta que la obra de su vida no aparezca completa ante nosotros…
“Quince años después de su decisión de rehabilitar Alemania, ha conseguido no sólo devolver a Alemania su posición de poder en Europa, sino que ha conseguido además en gran medida, darle la vuelta a las consecuencias de la Gran Guerra…
“Estos grandes acontecimientos pertenecen sin duda a los más señalados de la historia mundial …
“Podemos aborrecer el sistema de Hitler y a pesar de ello admirar su servicio a la patria. Si una vez nuestro país fuera vencido, espero que también nosotros encontremos un adalid tan maravilloso, que nos devuelva el valor y el lugar que le corresponde a nuestra nación entre los pueblos.

Sir. Basill H. Lidell Hart
A este proceso Nuremberg en 1946, le basta subordinarse a la idea de que la guerra, con todas sus consecuencias, era conducida contra la agresión de Hitler. Pero esta declaración es demasiado simple. No corresponde a los hechos, puesto que Hitler quería cualquier cosa menos una guerra mundial. Tras el final de la guerra los archivos alemanes más importantes han caído en nuestras manos, y podemos hacernos una idea del extraordinario miedo a una guerra existente en los círculos dirigentes alemanes. El repentino giro de Inglaterra en Marzo de 1938, hizo la guerra inevitable.

Revista Foreign Affairs. New York. 1944
La desnuda verdad grita: Adolf Hitler tiene la respuesta a las cuestiones del Siglo XX, mientras nosotros por nuestra parte no hemos encontrado ninguna. Cuando se tiene sentido de la realidad, entonces se debe reconocer, que dadas las circunstancias de nuestro siglo, hay muchas cosas que nos conducen directamente al Nacionalsocialismo. Nos encontramos en un cambio de época, cuyas consecuencias fueron reconocidas por Adolf Hitler como el primero. Si se reconocen los hechos de este cambio de época, entonces hay que aceptar también las consecuencias. Sean cuales sean las ideas, seguro que no conducen a la democracia de nuevo.

Otto Skorzeny
La entrada de Adolf Hitler en Viena la vi desde muy arriba: de lo alto de uno de nuestros andamios, levantado para restaurar un museo que se encuentra sobre el Ring. Mis obreros estaban más entusiasmados que yo y les comprendía. Era uno de los suyos al que acogían. Desde lo alto de nuestro andamio mirábamos a aquel hombre prodigioso. Digan lo que quieran hoy en Viena, él se había muerto de hambre. Ahora, ante nuestros ojos, venía a tomar en la historia el lugar de los más grandes soberanos austríacos, el de los Rodolfo, Maximiliano, Carlos, José, que habían sido emperadores de Alemania. Era imposible y, sin embargo, era verdad. Con nosotros, cientos de miles de personas gritaban que era verdad. En el cuadro, suntuoso, con el mar de banderas y flores y aclamaciones sin fin, las marchas militares, las tropas alemanas aclamadas como ningún otro ejército lo había sido jamás en Austria. Hubo un instante en que la inmensa muchedumbre tuvo un movimiento de curiosidad: la guardia personal del Führer, la SS?Leibstandarte Adolf Hitler, acababa de aparecer. Su porte nos impresionó, sin que yo pudiera figurarme que un día bien cercano formaría parte de ella.

Sir Oswald Mosley
Mis dos entrevistas con Hitler en Abril de 1935 y en octubre de 1936 se desarrollaron bien, porque no mediaba un choque frontal de intereses. Me pareció un tipo tranquilo, frío, ciertamente endurecido, pero de ningún modo neurótico. Más tarde recuerdo haber observado: si es cierto que se come la alfombra, debe conocer al milímetro el alcance de sus dientes. Tengo entendido que le entraban a veces violentos ataques de rabia, al parecer con el propósito de impresionar a los que le rodeaban para que hiciesen las cosas; una prueba de dinamismo…
Entonces saqué la impresión de que Hitler no era en absoluto un demente, y esta opinión se fortaleció tras sus apariciones privadas en pequeñas fiestas que ofrecía y a las que asistían Diana y su hermana. Ella le describía como un hombre capaz de desplegar una mímica excepcional, igual que un gran actor ante un auditorio entendido. En los tiempos en que fumaba se imitaba a sí mismo, liando cigarrillos y lamiendo el papel pegajoso con el mismo ritual ceremonioso de los viejos fumadores del continente, y diciendo de pronto: si te crees un dictador no puedes hacer determinado tipo de cosas. Esto es un detalle importante, porque los paranoicos no acostumbran a guasearse de sí mismos. En otra ocasión, imitó a Mussolini cuando los árabes le regalaron una espada, desenvainándola y blandiéndola hacia el cielo; entonces dijo: “Yo no sirvo para eso, me limitaría a decirle a mi ayudante: Aquí, Schaub, cuelga eso”.

David Irving
La historia del “Paciente A” echa por tierra muchas leyendas fomentadas por los historiadores, por ejemplo, las especulaciones de William C. Langer, anterior consejero de la OSS, sobre los problemas sexuales y psicológicos de Hitler. Las teorías de Charles Heston sobre la adicción de Hitler a los narcóticos también quedan rebatidas. Mitos americanos sobre la “sifilis congénita” de Hitler y cuchicheos soviéticos de su “impotencia” carecen ambos de fundamento.

Capitán Naval Heinz Assmann
Es un factor principal de consideración en la carrera de Hitler que le preocupaba constantemente poder vivir para ver todos sus planes llevados a efecto. Como él estaba siempre trabajando bajo una presión terrible, a mi modo de ver, esto no derivaba de ningún conocimiento íntimo, de alguna enfermedad u otra cosa, pero sí de la consciencia de la pura magnitud de los planes de tiempo de paz que él soñaba como real misión de futuro. Estos abarcaban planes de cobertura para la reconstrucción arquitectónica, bienestar social, viviendas para los trabajadores, centros de recreo y cultura, puertos, servicios portuarios, puentes y autopistas.

Dr. Prof. von Hasselbach
Hitler tenía una extrema oposición a dejar que la gente viera su cuerpo. Incluso yo nunca le vi completamente desnudo, ni pude explorarle en este estado… La relación con las mujeres era completamente normal. El instinto sexual de Hitler no estaba aumentado ni disminuido, y no era un pervertido, ni tampoco homosexual. La serología de 1940 y particularmente el resultado negativo de los análisis y pruebas de Wassermann, Meinicke y Kalin, demuestran que nunca contrajo sífilis,

Dr. Theo Morell
Le gustaba pasear por el jardín y sentarse junto a la chimenea de la casa: la llamaba la tahona, ya que le hacían pasteles de almendra, justo lo que le gustaba a él… Siempre quería que los médicos le dijeran la verdad sobre su condición física… Hitler tomó la costumbre de no irse nunca a la cama hasta estar seguro de que el último avión enemigo había abandonado el espacio aéreo alemán… Solía hacer una corta siesta por la tarde de 10 minutos… Lee mucho, por supuesto, mucho, especialmente antes de quedarse dormido… El Führer le da mucha importancia a estar delgado.

General Heinz Guderian
Una cabeza de talento sobresaliente unida a una memoria no vulgar, especialmente para las fechas históricas, cifras técnicas y estadísticas económicas. Leía cuanto caía en sus manos llenando así las lagunas de su formación. Sorprendía cada vez más por la retención de lo leído o escuchado en las conferencias: “Hace seis semanas me dijo Vd. algo completamente distinto” era una réplica temida y acostumbrada en él, pues controlaba las contradicciones en las aseveraciones que se le habían hecho como si estuviera en su mano la nota taquigráfica de cada conversación… Hitler era vegetariano, abstemio, no fumador. Estas eran para él muy apreciables cualidades, de las que resaltaba el testimonio de una vida ascética. Pero fatalmente repercutían en su aislamiento corno ser humano. No tenía un verdadero amigo… Caminó solo por el mundo.

Richard Grunberger
Hitler fue el primer jefe de Estado alemán que adoptó la costumbre de pasear por los talleres de las fábricas y de compartir el estrado con los trabajadores de los astilleros.
Todas las Navidades ordenaba personalmente la liberación de un cierto número de prisioneros de campos de concentración, recluidos allí por su conducta antisocial”.
Hitler se detiene en una pequeña fonda de pueblo. Viene el camarero y Hitler pide agua mineral. Todos los demás le imitan, excepto un hombrecillo de aspecto despiadado que se sienta al otro extremo de la mesa, que pide una cerveza. Sus vecinos le dan codazos, aparentemente escandalizados. Desde su sitio, Hitler le dice: “Me parece que usted y yo somos los únicos hombres honrados del pueblo”.
La actitud de los trabajadores hacia el régimen fue de una abrumadora lealtad. Creían en Hitler como en nadie más, creían en él y sólo él podía comprender al mismo tiempo a la clase obrera de la que procedía y el misterio de la política, que había sido ocultado a la raza alemana.

Adolf Galland
Vestía ropas civiles y durante su breve discurso apenas elevó la voz. Era otro Hitler que aquel conocido a través de las películas de actualidades y la radio, lo que constituyó para mí una grata sorpresa… Hitler pasaba de un grupo a otro, también por el mío, conversando brevemente y terminando por conquistar a todos con su personalidad. Lo único desagradable ?casi insoportable? para mí era que estaba prohibido fumar… La cuestión de las condiciones climatológicas era la especialidad de Hitler, en este sentido poseía no sólo un afortunado poder de intuición, sino también de consejeros capaces…
Hitler tenía aversión desde un principio a una guerra con Occidente. Hitler se informó con el mayor interés y plena comprensión de nuestra lucha en el Canal … Poco más tarde nos encontrábamos en el refugio de Hitler. Este me impresionó estaba excitado en extremo, extenuado por el exceso de trabajo y afectado física y psíquicamente,

General Neusinger
Su memoria y el talento que tenía de reducir las cosas a su más sencillo denominador le eran de gran ayuda… Cuando fracasaban todos los medios de persuasión, Hitler utilizaba en su calidad de Jefe de Estado y del Ejército, el recurso supremo: la orden. Pero creo que entonces no estaba satisfecho… No se podía adivinar a Hitler: a menudo era tierno y flexible, pero por lo general llegaba a la brutalidad en la dureza y a la testarudez en la tenacidad. Era esencialmente un temperamento de artista recubierto progresivamente con una triple coraza de inflexibilidad… Gozaba de una imaginación fecunda para prever las modificaciones de las armas futuras…
“En los planes que Hitler trazó, agrega Neusinger, la audacia de las ideas estratégicas se manifiesta siempre de manera notoria; la campaña de Noruega, la de Francia y la de los Balcanes son ejemplos muy claros.

Conde Schwerin von Krosigk
Me llamaba la atención la memoria de Hitler y sus capacidades para ir al meollo de las cosas.
“La fuerza sugestiva que emanaba de Hitler y de la cual ni yo mismo pude sustraerme parecía surgir ante todo de la emoción, de la convicción íntima que ponía en sus palabras… Hitler creía juzgar a la gente a primera vista. Su famosa intuición le inspiraba juicios de sorprendente exactitud o errores fantásticos.
“Hitler aunaba los dones de la bondad y la dureza y los golpes de la vida, en vez de suavizarlo, lo galvanizaron más.

Allan Bullock
Hitler tenía una creencia firme en su papel histórico y en que él mismo era una criatura del destino… Poseía una férrea voluntad de afrontar los riesgos y un talento especial para simplificar los asuntos que otros hombres creerían difíciles… Mientras sus peritos se ataban solos en retorcidas complicaciones, su mente tenía la facultad de dirigirse hacia la médula del asunto o del problema y aun su perito financiero Schacht tuvo que admitir en varias ocasiones con cierto dejo de resentimiento: “Hitler con frecuencia encuentra soluciones extremadamente sencillas para problemas que a otros hubieran parecido insolubles”.



A. Zoller
Hitler carecía del cariño, de la alegría familiar y de todo lo que crea la dicha en la célula natural de la sociedad, y él sufría por eso. Aquella alma insatisfecha que se prohibía la entrega a la dicha natural y simple, estaba constantemente en busca de su equilibrio… Hitler jugaba con su perrita “Blondi” como un niño, pero hacía lo posible para entregarse a esta distracción sólo cuando estaba lejos de toda mirada extraña.

General Von Manteuffel
Los que lo iban a ver empezaban discutir sobre su propio punto de vista, pero gradualmente se encontraban sucumbiendo ante la personalidad de aquél, y al final de muchas ocasiones estaban de acuerdo, en oposición a lo que originalmente habían intentado… Había llegado a tener un buen conocimiento de los escalones bajos de la milicia, las propiedades de las diferentes armas, el efecto del terreno y del tiempo, la mentalidad y la moral de las tropas. En particular era muy hábil para estimar lo que las tropas sentían.

Charles de Gossi Brissac
El Nacionalsocialismo debió principalmente su éxito a la asombrosa personalidad de Adolf Hitler. Nos haremos la pregunta mucho tiempo de si fue genio o un loco. Este hombre del pueblo, de extracción humilde, ascendencia dudosa, instrucción rudimentaria y salud incierta, fue un fracaso hasta que cumplió los 27 años de edad. Sin embargo, este hombre llegó a ser en poco tiempo uno de los más grandes oradores y el jefe guerrero y de Estado más absoluto que Alemania jamás conoció.

Curt Riess
Todavía no era mucho el respeto que sentían por él - los generales?, pero había que confesar que el hombre entendía bastante del oficio… Los conocimientos militares de que hacía gala les dejaban asombrados y su habilidad para emplear términos castrenses y deducir de ellos conclusiones plenas de sentido común les seducían. Resultaba incomprensible aquello en un hombre que ni siquiera era oficial, sino un intruso, un profano.

General Günther Blumentritt
Hitler era un católico austríaco, un hombrecillo insignificante que en 1912 había ido de Viena a Munich… A tenor de lo que de él cuentan algunos de sus camaradas de entonces, fue un soldado raso bastante valiente que se ofrecía voluntario para todos los servicios de patrulla y que sentía un gran cariño por la milicia… Se le concedió la Cruz de Hierro de primera y segunda clase y el galón de herido en campaña.

Mariscal Wilhelm Keitel
Todo soldado profesional confirmaría sin vacilaciones que las dotes de mando y estrategia de Hitler causaban admiración. Muchas noches de guerra las pasabamos en su Cuartel General estudiando los tratados militares de Moltke, Schlieffen y Clausewitz, y en su asombroso conocimiento no sólo de los ejércitos sino de las armadas del mundo entero, denotaba su genio.

Hans Schwarz
Hitler rechazó con firmeza todos los intentos de presentar su persona, su comprensión o sus acciones bajo el aspecto de fundador de una nueva religión e incluso lo persiguió con sarcasmo. El mismo debió experimentarlo cierta vez, al expresarse en este sentido. Hitler dijo: “Yo me siento absolutamente humano y no le doy derecho a nadie para que me perjudique en mi humanidad mediante un certificado de santidad. Si los hombres de esta época tienen la necesidad de nuevos dioses, en realidad sólo quieren elevar su propio egoísmo al Altar. No me siento ni fundador de una religión ni tengo el deseo de ser visto o juzgado de esta manera… Rosenberg llegó un día con planes y pensamientos que de una forma vaga, parecían aportar hábitos semireligiosos. Hitler lo despidió con burla sarcástica: “Deje Vd. eso”, le dijo, ” ¡para fundador de religión no tiene usted el formato! “.

“Hitler descendió del automovil, fatigado, encorvado, ayudándose con el bastón, envejecido. Su aparición inesperada en la línea del Frente los últimos días de la guerra, nos dejó a todos sin respiración, inesperada su visita, inesperado su aspecto, nadie hubiera supuesto ninguna de estas cosas, la última desde luego no… Espanto y compasión recorrieron las filas, lo que pudo notarse claramente, a pesar de la inamovible corrección en el comportamiento de este círculo de oficiales. Los hombres se habían hecho profesionales, sin ilusión tras la larga experiencia, de las durezas de las vivencias del Frente del Este, a través de la escuela de tan sobrio oficio. Estaban cargados de preocupaciones o escepticismo. Llevaban en sí mismos el padecimiento de la desconfianza o el padecimiento de la confianza. Todos lo sabían. Lo que les mantenía unidos y conservaba intacta su disciplina de grupo, era la voluntad común de cumplimiento del deber sin condiciones, en una despiadada y precaria situación, sobre la que pensaban de formas diferentes. Pero estos diferentes pensamientos no les separaban entre sí ni los apartaba de su deber.
Entonces habló Hitler, profundo, encorvado, con una mano obediente dominando la otra enferma. Pero su ser, sus palabras, su mirada, eran claras, medidas, llegadas tranquilas de una distancia, sabiduría y abnegación, que parecían abandonar las estrechas miras personales. Ninguno de nosotros había visto ni oído a este hombre en tal estado: acrisolado y como alguien que condujera a sus amigos largamente más allá de las fronteras del ser material… Así se encontraba este hombre ante nosotros, físicamente viejo y cansado, pero hechizador gracias a su convincente vigilancia espiritual y seguridad en las decisiones. Una vez lo conocimos como el impetuoso. Pero este era otro, alguien a quien para sí mismo ya nada le ligaba a la vida, sino únicamente a la función que lo fuera encomendada.

Sencillamente dicho: nosotros sentíamos quiénes eramos nosotros y cómo pensábamos anteriormente sobre el y estábamos ante él, que aquí estaba ocurriendo algo cuando se fue. Ni uno sólo de nosotros hubiese querido decir: yo no le quiero seguir, yo me doy la vuelta. Él personificaba aquí, todo lo que a nosotros mismos nos movía: nuestra preocupación, nuestro conocimiento de lo despiadado de la última alternativa, nuestra vacilante esperanza, nuestro vacilante amor a nuestro país y nuestra sobria determinación de ponernos manos a la obra. Encontramos que él personificaba una Tragedia y que la suya no se diferenciaba de la nuestra.
Nosotros recibimos el inexorable ultimátum de este momento. Si hubo todavía una posibilidad, entonces sólo pudo ser la que Hitler había mostrado, mostrado con todas sus consecuencias… Nosotros nos decidimos por detener el ocaso de nuestro país al precio de nuestro probable propio ocaso, para intentar, como mínimo, no quedar deudores con el país. Así fue esto. Es la verdad. Pocos de los reunidos entonces volvieron más tarde de aquel ataque. Yo hablo en nombre de todos y de todo lo que hay que decir de aquel momento.

Tras aquella visita de Hitler tuvo lugar algo remarcable: incluso sus más duros y reservados críticos quedaron conmovidos en lo más elemental. Fueron ellos quienes dijeron que ahora comprendían el 20 de Julio como un acontecimiento realmente trágico, porque ahora entendían que este hombre ahora tan calmado y solitario fuera una vez tan fanático, colérico y sin consideraciones… el llegó a desconfiar porque había descubierto que muchos no eran convencibles y muchos demasiado débiles para una oposición honrada y por tanto simulaban ante el estar convencidos (se refiere a la casta de oficiales del antiguo régimen). Ahora se tenía sobre Hitler la impresión, de que él ya no se encontraba únicamente por encima de los demás, sino también por encima de sí mismo. ¡Menudo camino, menuda tragedia, que el consiguiera convencerlos después de ocurrido lo del 20 de Julio, en este estado y que esto los convenciera tan tarde y por mucho demasiado tarde!.

Alouis Linder
Recuerdo que vino un par de ocasiones a charlar conmigo para que me hiciese cargo de las “cocinas populares”, uno de sus proyectos sociales. Sí, tengo que ser sincero. Para mí Hitler era un hombre más simpático que el demonio. Nunca me encontré a disgusto a su lado. Mentiría si dijera lo contrario.

Hans Schemm
Adolf Hitler es una prueba fantástica de la calidad de nuestro pueblo. La lucha de Adolf Hitler no hubiese logrado de ningún modo el éxito conseguido, si previamente no hubiese existido en nuestro pueblo tal masa hereditaria de alta calidad. El ser humano corre siempre tras sus propios pensamientos. Cuando alguien que quiere lo mismo que nosotros pensábamos, marcha ante nosotros, entonces le seguimos. El Führer es sin duda una personalidad, es un carácter, es un genio, pero el último secreto de su victoria, se encuentra, en que lo que el quiere, sus aspiraciones, su proceder, su sacrificio, su trabajo, no son extraños, en el sentido más profundo, a nuestra propia vida interior.
Él es aquel que, por una parte, ha impedido la destrucción del concepto de religión a manos del bolchevismo, y por otra parte, unificó a la totalidad del pueblo alemán en todos los campos: políticos, culturales y económicos.

¿Y si Adolf Hitler no hubiese llegado?
La mayoría de los hombres olvidan rápidamente, No piensan más, cuál era la situación antes del levantamiento. Ya no se acuerdan de la gran cantidad de materiales explosivos que fueron retirados de las centrales comunistas; ya no se acuerdan de las listas con los nombres de aquellos que tenían que ser asesinados. Ya no saben lo que sería hoy la República de Weimar, de no haber llegado el levantamiento. No era ya más que una carrera entre Nacionalsocialismo y Bolchevismo. Si el Bolchevismo hubiese dado un salto más Alemania no sería hoy más que un montón de escombros.
Cuando el Führer llegó al Sarre, me encontraba junto a un hombre, que miraba al Führer con un rostro tan radiante y unos ojos tan luminosos que, al verlo, el Führer se dirigió a él y le apretó la mano. Esto conquistó a aquel hombre de tal manera, que con lágrimas en los ojos me dijo: “Este es el día más hermoso de mi vida, el Führer me ha dado la mano. Hasta hoy no era nacionalsocialista, pero a partir de hoy sólo conozco el Nacionalsocialismo”.

Este poder viene de Adolf Hitler, porque él ha permanecido auténtico como lo ha sido siempre, el hombre del pueblo. Él es camarada y miembro de la comunidad popular como nosotros, sólo que tiene un deber que cumplir mucho mayor que el nuestro, No hay nadie que se entienda mejor que pueblo y héroe. El pueblo reconoce y ama a sus héroes y el héroe no ama y quiere otra cosa que a su pueblo. Pueblo y héroe se pertenecen mútuamente.
Que se nos permita vivir en una época, en que el Destino regaló a nuestra generación un hombre semejante, es un honor, que no le ha sido dado compartir a lo largo de milenios a ninguna otra generación.

B. von Afenchbach
Según esto, el pueblo alemán habría sido “liberado” de la tiranía parda y hasta cierto punto, automáticamente, vencidos los restos de los sentimientos de simpatía hacia un acontecimiento histórico grandioso… Sin embargo, ¡una idea no se deja enterrar tan fácilmente! Y tampoco es tan sencillo alejar, ni de la historia, ni del pensamiento de sus contemporáneos, a un hombre, contra quien, para doblegarlo, sus enemigos mortales tuvieron que poner en marcha un incendio de alcance mundial a lo largo de seis años y jugar hasta la última carta, y en el que ni con la mejor voluntad, se puede hablar de una victoria “honrosa”.
¡Pero sólo con palabras no se pueden disolver hechos consumados! Aunque los acontecimientos del pasado son poco apropiados para que el recuerdo de Hitler se diluya en la nada. Más aún despiertan la atención y el recuerdo de aquel héroe las proféticas y verdaderas palabras que un día pronunciara: ” ¡Cuando ellos vengan… !”.

Savitri Devi Mukherji
Finalizada la I Guerra Mundial, ascendió de entre una Alemania rota, el hombre determinado por el destino pa­ra inspirar una nueva fuerza, un nuevo orgullo, una nueva energía vital llena de alegría; y no sólo para su propio pueblo, sino para la élite racial del mundo entero; el más grande europeo de todos los tiempos: Adolf Hitler.
Solo, sin ningún tipo de riqueza, sólo con el amor de su gran corazón, una voluntad invencible y la inspiración en la sabiduría eterna; sin otra fuerza que el pujante poder de la verdad… consumó aquello, que ningún otro hombre pudo haber soñado… una supercivilización, materialmente en orden, en la que el ser humano, simultáneamente, estaba poseído de una fe del más alto valor, y era absolutamente consciente del verdadero sentido de la vida. Algo así no se había dado todavía nunca, ni siquiera en la antigüedad, donde se dio el primer paso hacia un nuevo orden en Europa, la Alemania nacionalsocialista, la precursora de una nueva “época de la verdad” en la evolución del mundo.
De haber surgido Alemania victoriosa de la II Guerra Mundial y de haberse extendido el sueño de Hitler por toda la esfera terrestre; o si no hubiese tenido lugar la guerra, y la Idea hubiese ido ganando lenta y firmemente terreno, mediante la única fuerza de la llamada a las élites del mundo, ¡que lugar maravilloso hubiese devenido este planeta!

Los seres humanos fueron demasiado tontos y demasiado vulgares para captar la belleza de este sueño. El mundo, la raza aria misma en su mayoría, rechazó el regalo del genio y el amor de Hitler y le pagaron con el más oscuro desagradecimiento… Ni uno sólo en la historia ha sido tan mal interpretado, tan sistemáticamente falseado y, sobre todo, contra ningún otro se incitó a un odio tan extendido.
Pero ahora, en cualquier caso, las herramientas de la falsificación han conseguido su deseo. La orgullosa y bella Alemania nacionalsocialista yace en escombros; cientos de diligentes colaboradores de Hitler están muertos. Y los millones que hace sólo un par de años le admiraban jubilosamente, casi con adoración, han sido hechos mudos. “Este es un país con miedo”, fueron las palabras que en 1948, en el Sarre, me fueron dirigidas, como expresión de la situación general en la Alemania ocupada…
Pero la creencia nacionalsocialista, que se basa en verdades que son tan antiguas como el sol, no podrá ser destruida por nadie. Vivo o muerto, Adolf Hitler no puede morir nunca. Y tarde o temprano, su espíritu vencerá.

Schwäbische Donau Zeitung
Vencer el “pasado” supone, indispensablemente, también, una valoración histórica positiva de la personalidad de Adolf Hitler. Los ingleses con su Cromwell “asesino del Rey”, y los franceses con su “fiera corrupia”, Napoleón, han sabido ponerlos en el lugar que les corresponde en la historia nacional. Nosotros tenemos que ver con un hombre que, como joven austríaco absolutamente desconocido, volvió de la guerra mundial, para crear, gracias a la fuerza de su personalidad, un movimiento de millones de personas, que siguiendo las reglas del juego parlamentario, llegó a canciller del Reich alemán, dio cuerpo a una nueva Wehrmacht partiendo de la nada, construyó las autopistas, rasgó el Tratado de Versalles, hizo realidad en corto tiempo el sueño de una gran Alemania y finalmente, tras una gigantesca lucha de seis años, zozobró ante todo un mundo de enemigos. Ciertamente, al fin, Hitler no se arruinó a sí mismo, y también un ser trágico y discutible, tiene un lugar en la larga historia de un gran pueblo.

F. H. Hinsley
Los aliados estaban en una posición en la cual hubiesen podido explotar mucho mejor una retirada de los alemanes que éstos aprovecharse de la misma… Desde el punto de vista estrictamente militar, basándonos en la suposición de que la guerra había de ser continuada, es imposible discutir qué otra estrategia hubiese sido mucho más inteligente que la de Hitler después de principios del año 1943.

Mariscal Kesselring
Esta exposición de la situación, que se prolongó durante varias horas, demostró que Hitler estaba perfectamente al corriente de todos los detalles y que nada le había pasado por alto…
Hitler exigía que se mantuviera a toda costa aquel frente, el Occidental, con la confianza puesta en sus defensas naturales, para ganar tiempo y lograr una decisión en el frente del Este y poder lanzar a la lucha las nuevas armas secretas, de las cuales venía hablando continuamente.

Prof. Hasselbahn
Hitler seguramente permaneció fiel a Eva Braun y nadie ha dudado tampoco de la fidelidad de ella para con él.



Dr. Stumpfegger
Seguía trabajando, estudiando mapas, dando órdenes. Sostenía un tren de actividad que hubiera matado a un rinoceronte.

Mayor Freytag von Loringhoven
Nadie se permitía pensar en el último momento (Abril 1945)… La influencia de Hitler sobre los que lo rodeábamos fue decisiva hasta el final.
Todos hablaban del subterráneo como de un panteón, porque se consideraban a si mismos como cadáveres vivientes que ya no saldrían de allí.

Documento Oficial Británico sobre su muerte
Su estado de ánimo (Abril 1945), parecía haber mejorado considerablemente. Ya no se le vio lleno de ira contra los que él suponía culpables de la derrota de Alemania. Todavía tenía hondos resentimientos durante el transcurso de los cuales recordaba las traiciones pasadas y descubría nuevas, Pero excepto el temblor de las manos, malestar que había padecido desde hacía tiempo, era un hombre enteramente normal y sereno.

General Emilio Esteban Infantes
Me sorprendió extraordinariamente el encontrarme con el supremo jefe alemán sin grandes ceremonias ni esperas; y confieso que avancé a estrechar la mano que él me tendía, con marcado nerviosismo e incluso azoramiento; a pesar de lo cual tuve serenidad para dirigir durante unos segundos una mirada a aquella sala rústica, alargada, sin más mobiliario que una gran mesa lateral con planos y una mesa y cuatro butacas de pino en el centro. Aquel alojamiento imponía por su austeridad.
Hitler, con una sonrisa, no muy natural por cierto, me ofreció un pergamino con el nombramiento de caballero de la Cruz de Hierro, y, por mediación del intérprete, cruzamos las palabras de rigor en estos casos. Al mirarle a la cara pude observar su acusado aspecto de cansancio y fatiga. Dos pronunciadas bolsas azuladas bajo sus ojos inexpresivos, revelaban esfuerzos y preocupaciones extraordinarias.

La posición del jefe alemán, cuadrado y pretendiendo estar erguido, daban a su figura (ya severa por su traje oscuro y abotonado), un aspecto algo tétrico. Me impresionó. Me fue presentado el mariscal Keitel, y, por indicación de él, me dirigí a una de las sillas que rodeaban la mesa central. Allí me senté entre Hitler y Keitel; enfrente estaba el teniente Hoffmann. Los primeros minutos yo presumo que fueron de observación: ni a mí me quitaban ojo, ni yo se lo quitaba a los dos personajes, ya históricos, que tenía delante. Pude además ver, a través de una puertecilla de cristales, entreabierta, una especie de celda con un camastro, una mesilla y una silla tosca. Eso que parecía la celda de un cartujo era la alcoba del Füher, a la que sólo faltaba un santo Cristo para darle aspecto monacal.

Por fin, empezó la conversación general, y, sin preámbulos de ninguna clase, Hitler empezó a charlar sobre el trabajo hercúleo que estaba desarrollando el ejército alemán. Aquel hombre, algo encorvado, de faz demacrada y con movimientos lentísimos fue poco a poco animando su mirada, moviendo los músculos de la cara, accionando con los brazos y elevando la voz con la misma pasión de un latino. Se transformó totalmente, ofreciendo tras aquella envoltura física decadente, un espíritu enérgico, fuerte e incluso violento, que le daba la apariencia de un ser iluminado. Aquello no fue una conversación, ni siquiera un diálogo; fue más bien un monólogo con pequeñas intervenciones de cortesía por mi parte. La figura de Hitler se agrandó a mis ojos. Su palabra era fluída y contundente, sus juicios certeros, sus conclusiones precisas, terminantes, claras, breves. Aquel hombre convencía y apasionaba. Habló “del sacrificio que estaba haciendo el soldado alemán combatiendo desde el Polo Norte al desierto africano, desde el Volga al Atlántico, sin poder acumular sus medios contra los rusos.” ¡Están ciegos los occidentales! repetía una y otra vez. ¡El peligro está en el Este y no me dejan combatirle! ¡Toda Europa sufrirá las consecuencias de este error! ¡El enemigo no soy yo, el enemigo es Stalin!, y Alemania no puede derrotar a Rusia teniendo que defenderse al propio tiempo por los otros tres puntos cardinales. Si tuviese posibilidad de disponer de mí potencia militar para trasladarla al otro lado del Vístula, se salvaría Europa y evitaríamos otra guerra”.

Sus párrafos acababan con signos de desesperación unas veces, de impotencia otras, clavando fijamente su mirada en una esfera terrestre que tenía colocada sobre uno de sus armarios.
No hizo alusión para nada a la retirada de nuestra División de voluntarios, cuyos detalles de transporte, entrega, etc., fueron más tarde concretados con el mariscal Keitel.
…Al cabo de muchos años los hechos han demostrado la clarividencia de este hombre…

Hanna Reitsch
Al día siguiente tuvo lugar la recepción de Hitler en la Cancillería del Reich para concederme la Cruz de Hierro de 2ª clase.
Con una gran tensión interior, subía en aquellas horas los escalones de la cancillería… Hitler me introdujo en una larga conversación sobre mis vuelos de prueba. Me impresionó, que Hitler dispusiera de conocimientos sobre un terreno puramente aeronáutico-técnico, que normalmente sólo poseen aquellos, que se ocupan especialmente con los mismos. Sorprendente fue la claridad de sus preguntas, que iban a lo esencial y al núcleo de la cuestión. Me ocurrió en aquellas horas lo mismo que a otros antes y después de mi que tuvieron la oportunidad de conversar con Hitler sobre cuestiones de su campo profesional. Sus maneras sencillas y nada forzadas emanaban una confianza que contagiaba a todos cuantos se encontraban cerca suyo (27.3.1941 ).
(26/28 Abril 1945): Nos encontramos con Adolf Hitler en la pequeña entrada del Führerbunker. Su figura estaba fuertemente inclinada, ambos brazos le temblaban ininterrumpidamente, y su mirada tenía algo de acristalado y lejano. Con una voz apenas sin tono nos saludó.
Greim informó. Hitler escuchaba tranquilo y tenso. Al finalizar el informe tomó las manos de Greim, y dijo entonces, dirigiéndose a mí: ” ¡Vd. brava mujer! Aún quedan fidelidad y valor en el mundo “.
Todo intento de salvación de su persona, que en estos días todavía se le ofrecían, como el aterrizaje de un Ju-52 y un Arado 96 en el Eje Este-Oeste, lo rechazaba de forma indiscutible. Unicamente su creencia de que su permanencia en Berlín era un último estimulante para los soldados le mantenía con vida.
Me despedí de Hitler, que se encontraba en el cuarto de discusión de la situación, con un corto apretón de manos. En aquella situación no encontré una sola palabra que le hubiese podido decir, mientras él me dijo únicamente, con voz baja: ” ¡Dios la proteja!

Wallis de Windsor
No sabes lo que Hitler tiene en la cabeza hasta que no tienes el honor de escuchar a este hombre extraordinario.

Jacques Ploncard d’Assac
Wagner, de haber vivido, hubiese podido hacer de la vida de Adolf Hitler una ópera y uno cree escuchar las armonías de las que se hubiera servido. Pero el drama fue que Hitler construyó su visión del mundo a la manera de una Tetralogía.

General Federal Adolf Heussinger
Adolf Hitler desconcertó a los oficiales con sus excelentes conocimientos de las técnicas de armas. Conocía todos los modelos, todos los datos técnicos, a menudo mejor que sus generales. No se le podían dar lecciones. También dejaba a los expertos sorprendidos y a menudo perplejos.

Salvador Borrego E.
La unión del jefe con sus tropas, hasta la muerte misma, es un caso muy rara vez observado en la Historia. Desde Leónidas en las Termópilas no había vuelto a repetirse hasta la Canci­llería de Berlín. Generalmente el jefe de un Estado vencido dimite o se va al des­tierro; la unión parece siempre firme ba­jo los albores de la victoria, pero se es­fuma impalpablemente en las sombrías horas de la derrota. Con Hitler no ocurrió así. Cuando nueve años antes de su última batalla celebraba el plebiscito que lo dio plenos poderes, dijo a sus sol­dados el 30 de Enero de 1936: “En la historia, ningún otro jefe está unido a sus partidarios como nosotros…” Y cuando juntos, tropas y Führer, llegaron en dura prueba hasta las ruinas de Ber­lín, esa confraternidad no se rompió.
“Al recibir los partes de las penetraciones enemigas, Hitler comentó: “Siempre he dado órdenes a mis fuerzas para que no se retiren; ahora sólo me queda dar el ejemplo y ajustarme a mis propias órdenes”. Dirijiéndose al Mariscal Keitel y a Bormann dijo: “No abandonaré nunca Berlín… ¡nunca!”.
“El día 22 de Abril de 1945 Hitler decidió que moriría ahí, en la Cancillería, junto a sus soldados del Frente Oriental.
“Ese día, 20 Abril 1945, Hitler tenía una profunda paz interior y parecía aguardar “la muerte como una liberación, luego de una vida dura preñada de dificultades”.