La Rendiciòn de los Nazis



El 7 de mayo Alemania se rendía incondicionalmente por orden de Doenitz, después de hacerlo también las tropas de Kesselring en la Italia septentrional al general inglés Alexander y lo que quedaba en poder de los nazis en Austria, Dinamarca, Holanda y el Noroeste de Alemania.

Hitler decidió esperar el desenlace final en Berlín, donde aún podía manipular a los escasos altos mandos que quedaban. La mayor parte de sus colaboradores políticos y militares abandonaron la capital para dirigirse hacia el norte y sur de Alemania, seguramente para no estar al alcance de los soviéticos. Hitler se suicidó en su búnker de Berlín el 30 de abril. Su último acto oficial importante fue nombrar al almirante Karl Dönitz como sucesor suyo en la jefatura del Estado.

La única opción que le quedaba a Dönitz, que había sido leal a Hitler, era rendirse. Su representante, el general Alfred Jodl, firmó la rendición incondicional de todas las Fuerzas Armadas alemanas en el cuartel general de Eisenhower, establecido en Reims, el 7 de mayo. Las tropas alemanas de Italia ya se habían rendido (el 2 mayo), al igual que las de los Países Bajos, el norte de Alemania y Dinamarca (4 de mayo). Los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña declararon el 8 de mayo el Día de la Victoria en Europa. La rendición incondicional completa entró en vigor un minuto después de la medianoche, una vez firmado en Berlín un segundo documento que también suscribió la URSS.

Se hablaba de luchas entre los mismos nazis y de que Hitler estaba herido. Después de anunciarse que el Führer había entregado el mando de lo que quedaba de la Alemania nazi al gran almirante Doenitz, el organizador de la guerra submarina en el Atlántico, se dio a conocer la muerte de Hitler el 2 de mayo, mientras Berlín era ocupado parcialmente por los ejércitos soviéticos mandados por los mariscales Zhukov y Koniev. El cuerpo de Hitler no fue hallado y, en un principio, quedaron dudas acerca de su muerte. Luego se dijo que su médico le había dado, a indicación suya una inyección mortífera.

En Checoslovaquia se siguió resistiendo todavía hasta la rendición de Praga (8 de mayo), y después de ella aun se produjo un ataque a traición de fuerzas nazis. Caía también Noruega.

El 01 de mayo de 1945, se recibieron en Plön, desde Berlín, otros dos radiogramas de Bormann que anunciaban, el primero, que el testamento de Hitler, estaba en vigencia, que el Führer había designado Presidente del Reich al Almirante Dónitz y como nuevo Canciller del Reich al Ministro de Propaganda Dr. Goebbels. En el segundo, Bormann anunciaba lacónicamente que el Führer había fallecido el 30 de abril y comunicaba su inminente llegada a Plön.

Hitler saluda a los niños combatientes en su ultima apariciòn pùblica.


Nadie en Plön sabía que Goebbels y su familia se suicidaban ese mismo día, ni que el 2 de mayo el General Weidling, último comandante alemán de Berlín, se rendía con el resto de sus tropas y que esa misma noche la bandera con la hoz y el martillo, ondeaba en lo alto del Reichstag. Legalmente, el testamento no llegó nunca a entrar en vigor. Bormann tampoco llegó nunca a Plön, desapareciendo de Berlín la noche del 1 al 2 de mayo de 1945. Por su parte Himmler trató de escapar disfrazado y con documentación falsa en dirección al sur.

Esa noche Dónitz hace anunciar oficialmente por Radio Hamburgo la noticia de la muerte del Führer, que da la vuelta al mundo como reguero de pólvora. No emplea el título de Presidente del Reich, sino que sigue utilizando el de almirante. Un nuevo juramento de la Wehrmacht no se llegó a realizar. Debido al rápido avance inglés hasta Lübeck y el oeste de Mecklenburg, la sede del nuevo directorio del Reich fue trasladada de Plön a Flensburg-Mürwik en la parte más septentrional del Reich. Al frente del nuevo gabinete estaba, a ruegos de Dónitz, el antiguo ministro de Finanzas Graf Schwerin von Krosigk. Se cumplían en parte los telegramas velados de Bormann. Los Aliados no tomaron nota oficial de este Gobierno. Su meta estaba cifrada en el desarme total de la Wehrmacht -por lo que cada unidad tenía que capitular ante la del contrario con la que había luchado- y la completa ocupación militar del territorio del Reich.

Tres millones de alemanes luchaban aún

En aquellos momentos el almirante regía un imperio totalmente difuso. En Berlín había bolsones de resistencia donde se luchaba sin tregua. Los rusos ya controlaban la capital cuando el general Weidling trató de negociar la capitulación pero los rusos lo rechazaron. Rendición incondicional o muerte. El General Mohnke fue sacando al personal del bunker en grupos hasta que él mismo fue hecho prisionero. Pero, un importante número de fuerzas alemanas se encontraban todavía luchando en Noruega, los Países Bajos y Dinamarca que estaban todavía ocupados; en Bohemia y Moravia un Grupo de Ejércitos con un millón doscientos mil hombres luchaba todavía contra los rusos; en el Báltico se defendía el Grupo de Ejércitos Kurland, en la península de Hela el Ejército Ostpreussen. En las costas del Canal y del Atlántico se mantenían la fortaleza de Dunquerque, las islas del Canal, las antiguas bases de submarinos Lorient y La Rochelle. En el Egeo, Creta y Rodas las fuerzas alemanas tenían todavía gran capacidad defensiva. En total seguían en armas alrededor de tres millones de hombres de las fuerzas alemanas entre el Cabo Norte y el Mar Egeo.

Muchos de los combatientes en las calles de Berlìn eran niños.


Pero, la máxima preocupación del almirante era la evacuación de refugiados, enfermos, soldados heridos o de unidades completas en el Báltico y en Hela, que era en lo que estaba empleada la mayor parte de las fuerzas de la Marina todavía disponibles. Dönitz quería evitar, por medio de capitulaciones parciales, que la mayor parte del Ejército del Este cayera prisionero de los rusos, consiguiendo que los Aliados aceptaran la rendición de unidades del frente del Este para ponerlos bajo su custodia. La mejor opción era capitular con el máximo de fuerzas con el Oeste y con el mínimo con el Este. Para ello, tenía que ir obrando estrictamente de acuerdo con el orden previsto. Por ello prohibió al jefe de distrito de Hamburgo, Kaufmann, que capitulara por su cuenta. El 3 de mayo de 1945 el almirante se decidió por comenzar las negociaciones con el comandante en jefe del 21 Grupo de Ejércitos Británico, Mariscal Montgomery, que operaba en el noroeste de Alemania. Designó al recién nombrado Comandante en Jefe de la Kriegsmarine, Almirante von Friedeburg, hasta entonces su sucesor como comandante de la flota submarina. Friedeburg se presentó en el Cuartel General de Montgomery acompañado del Jefe del Estado Mayor de la Zona Norte, General Kinzel y otros oficiales del Estado Mayor.

El británico les recibió de mala modo; después condescendió en escucharlos. Hizo constar en seguida que no estaba autorizado a aceptar la capitulación de tropas que hubieran luchado contra los rusos. Pero, en las negociaciones de los días 3 y 4 de mayo, propuso una capitulación total de las fuerzas alemanas ante sus tropas de los flancos oeste y norte, esto es, en la zona de los Países Bajos, noroeste de Alemania y Dinamarca, incluido el cese inmediato de la guerra submarina y la entrega de la Marina Mercante y de la Kriegsmarine. Friedeburg pidió la autorización y Dönitz asintió de inmediato. El día 4 de mayo regresó Friedeburg al Cuartel General de Montgomery en Lüneburger Heide. El 5 entraba en vigor la llamada capitulación del Noroeste. El Mariscal Montgomery se mostró dispuesto a permitir el paso a su Zona, de militares que huían de los soviéticos, pero en pequeños grupos. Con respecto a los refugiados civiles, que lo hacían en masa, estaba también prohibido el paso de la línea de demarcación, pero puntualizó que reflexionaría sobre ello, ya que no era ningún "desnaturalizado."

En el sentido de la táctica escalonada de Dónitz la capitulación del Noroeste era un triste éxito parcial. El 6 de mayo el Almirante von Friedeburg y el General Kinzel fueron comisionados al Cuartel General de las Fuerzas Expedicionarias Aliadas en Reims para tratar de la proyectada capitulación general del Oeste con el comandante Supremo General Eisenhower. El viaje fue una odisea pues debido al mal tiempo el avión que los conducía hubo de aterrizar en Bruselas.

La rendiciòn

Mural aliado de propaganda


La rendición se firmó en la madrugada del 7 de mayo en el local de una escuela de Reims, que era el cuartel general avanzado del mariscal Eisenhower, por el jefe del Estado Mayor alemán, general Jodl, y por el almirante von Friedenburg; por los aliados, a nombre de Dwight-Eisenhower, por el general Smith, por el general Susloparov, ruso, y Savez, frances; después de lo cual los comisionados alemanes fueron presentados a Eisenhower. En Berlín firmaron otro convenio de rendición el 9 de madrugada, en presencia del general De Lattre de Tassigny, francés, y Spaatz, norteamericano, el mariscal von Keitel, jefe del alto mando alemán -que había leído las condiciones del armisticio a los franceses en Compiègne en 1940-, y los generales Freideberg y Stumpf, también alemanes, y por los aliados, el mariscal ruso Zhukov y el general Tedder, en nombre de los anglo-americanos.

La guerra con Alemania e Italia había terminado. El gobierno de Doenitz, que se trasladó a Flensburgo, cerca de la frontera danesa, para cumplir las condiciones de la rendición, aunque en calidad de prisionero, fue disuelto y sus miembros presos el 23 de mayo. Quedaba en curso la guerra contra el Japón, en situación favorable después de la reconquista de muchas islas del Pacifico de gran importancia estratégica y sobre todo de gran parte de las Filipinas. En Manila se había ya instalado el gobierno filipino, presidido por Osmeña, que sustituyo a Quezón después de la muerte de éste.

Habían sido capturados en Europa enormes masas de soldados Y muchos generales alemanes. De los grandes dirigentes nazis caían en poder de los aliados Goering, Ley, Papen, Rosenberg, Streicher y otros. Goebbels e Himmler se suicidaron. Se ignoraba el paradero de Ribbentrop, que se hallaba escondido y luego fue capturado.

Se libertó a los prisioneros de los campos de concentración: Dachau, Oranienburg, Buchenwald, etc., en Alemania, y otros en Checoslovaquia, Holanda y Noruega. En todas partes se encontraban señales de la horrible crueldad nazi, lo mismo que se habían encontrado en Rusia, en Polonia y en Francia. Himmler había dado orden de exterminar a todos los prisioneros y montones de millares de cadáveres insepultos se amontonaban en todas partes. Los que habían escapado a la muerte eran esqueletos vivientes, depauperados por la falta de alimentación y los sufrimientos. Se comprobaba que habían sido enviados a morir en los campos de concentración los obreros que ya no podían trabajar, incluso los que se habían reclutado en otros países, a veces prometiéndoles grandes ventajas. Los médicos habían practicado en los campos operaciones de vivisección e inoculaban enfermedades para supuestas investigaciones.

Fueron libertados también los políticos franceses a los que había sustituido el gobierno de Pétain. También se libertó al general Gamelin y al general Weygand. De Oranienburg salió el dirigente socialista español Largo Caballero. Pétain, a través de Suiza, marchó a Francia para ser encarcelado y sometido a proceso, que terminaba con su condena a muerte y el subsiguiente indulto y su reclusión. Laval huía de Alemania en un avión nazi y aterrizaba en Barcelona, en donde quedaba preso en Montjuich, siendo entregado luego en el mismo avión en que llegó a las autoridades militares aliadas en el punto de su partida, desde donde fue enviado a Francia para su proceso. El jefe fascista belga León Degrelle aterrizaba a su vez en San Sebastián.

Los detalles de la rendiciòn

La bandera de la URSS ondea sobre el Reichtag. Es la foto más famosa de la Batalla de Berlín, y símbolo de la victoria para los soviéticos.


La primera gran capitulación de las fuerzas nazis se produjo el 4 de mayo de 1945. El mariscal británico Bernard Montgomery recibió en sus manos, ya en territorio alemán, la capitulación parcial del almirante general Hans-Georg von Friedeburg, quien buscaba facilitar la huida de la mayor cantidad de soldados y civiles alemanes hacia occidente, para escapar a las tropas soviéticas.

Se llegó al absurdo de que un jefe militar rogase directamente a sus enemigos que lo tomaran prisionero, para eludir la prisión en manos de los otros enemigos. Monty le hizo caso, pero describió luego con sorna cómo hizo esperar largo tiempo a los alemanes y los humilló hasta el punto de que los altos oficiales del Ejército nazi ni siquiera contaban con una silla para sentarse durante sus primeros tiempos de prisión británica.

La capitulación frente a Montgomery incluía a todos los soldados alemanes que combatían en el norte y el oeste, pero no al conjunto de la Wehrmacht.
La rendición de la totalidad de las fuerzas alemanas fue recibida tres días más tarde por Dwight D. Eisenhower en Reims. Nuevamente era von Friedeburg quien buscaba una capitulación parcial con los comandantes aliados. Su oferta: los alemanes seguirían ofreciendo resistencia a los soviéticos en el frente oriental, si las potencias occidentales estaban dispuestas a una paz moderada.

Pero Eisenhower rechazó la oferta. Por un lado no quería traicionar los acuerdos con sus aliados soviéticos y por el otro era difícil de imaginar que una paz por separado fuese políticamente viable. Los norteamericanos confiaban aún en Uncle Joe (Tío Joe) Stalin.

También cuando el almirante Karl Doenitz, canciller del Reich tras el suicidio de Hitler, envió a negociar al general mayor Alfred Jodl, se mantuvo firme la posición estadounidense. Eisenhower rechazó con un tajante "!Esto es todo!" las propuestas de Jodl. El general alemán saludó en silencio y se sometió.
A las 2:41 de la madrugada del lunes 7 de mayo de 1945 suscribió Jodl el que tal vez sea el documento más importante de la Segunda Guerra Mundial. Tras cinco años y nueve meses, 50 millones de muertos y una guerra de dimensiones jamás imaginadas hasta entonces, terminaba la mayor masacre de la historia universal.

De esta manera habría finalizado la Segunda Guerra Mundial en su escenario europeo. Pero Stalin estaba fuera de sí por haber tenido lugar el fin "oficial" del conflicto bajo la égida de los estadounidenses. Entre otras cosas por las enormes pérdidas sufridas por la Unión Soviética, demandó una nueva capitulación definitiva, aunque no fuera más que una puesta en escena. Y ésta debería tener lugar donde había comenzado todo: en Berlín.

El comandante alemán de la plaza de Berlín, Helmuth Weidling, ya había capitulado el 2 de mayo. Los rusos habían instalado entonces su cuartel general en la Escuela de Zapadores de la Wehrmacht en la capital alemana. La capitulación debía firmarse en el casino de oficiales de la Escuela, Stalin había planeado hasta los mínimos detalles.
Por los aliados occidentales firmaron el acta de la rendición alemana el general estadounidense Carl Spaatz, el mariscal del aire británico William Tedder y el general francés Jean de Lattre de Tassigny. Pero no eran más que comparsas. Los verdaderos protagonistas se llamaban Wilhelm Keitel y Gueorgui Shukov.

El primero, mariscal de campo alemán, trataba de mantener una actitud digna, pero su antagonista, el mariscal soviético, no lo permitió. Con palabras tajantes le ordenó a Keitel firmar el acta. El jefe militar alemán obedeció tieso, tomó su bastón de mariscal y se marchó. La comida servida a continuación sólo incluyó a los oficiales alemanes en un edificio aledaño.

Keitel había aceptado la rendición ante los aliados de "todas las fuerzas actualmente bajo mando alemán".
Muchas unidades siguieron sin embargo combatiendo, no tanto por fanatismo nazi, sino con la esperanza de poder abrirse camino a occidente. Pero a mediados de mayo callaron las armas. La guerra había terminado en Europa.

La primera gran capitulación de fuerzas alemanas fue el 4 de mayo, la primera capitulación general tuvo lugar en Reims el día 7. El cese de hostilidades había sido dispuesto para el 8 de mayo a las 23:01 horas. Pero Keitel suscribió el acta de rendición definitiva el miércoles 9 de mayo a las 0:16 horas. En el Kremlin incluso ya eran las 2:16 de la madrugada.

Así es que muchos estadounidenses celebran el 7 de mayo como fin de la Segunda Guerra Mundial, en tanto que en Alemania se conmemora el 8 y en Rusia el día 9.
En verdad no es correcta ninguna de estas fechas: la conflagración mundial siguió cobrándose la vida de decenas de miles de personas durante cuatro meses más, hasta la rendición japonesa del 2 de septiembre de 1945.

El día de la firma del Acta de Rendición, en Londres, Winston Churchill anunció por la BBC, el fin de la guerra en Europa. En una parte de su discurso dijo textualmente; "Sin embargo, ahora podemos permitirnos un breve período de regocijamiento." Aunque no se refirió a las 100.000 violaciones que cometieron los rusos, resultó irónico, porque en esos momentos en Berlín se desataba una orgía de sangre y muerte.