El humor durante el règimen nazi



Aunque la ironìa durante el règimen fue despiadadamente perseguida, Goering fue una de las vìctimas del humor de comediantes alemanes. A pesar de que la Alemania Nazi fue uno de los regímenes más terribles y siniestros que hayan existido en la Tierra, también había allí espacio para el humor, el cual se utilizaba no solo como entretenimiento, sino tambièn como válvula de escape a travès de la cual, poder criticar al régimen.

Empiezo con una broma contada por esos dìas: Goering es enviado al Vaticano en una delicada misión diplomática para intentar atraer a la Iglesia al bando nazi. Una vez en Roma, Goering manda el siguiente telegrama a Hitler: "Misión cumplida. Papa depuesto. La tiara me queda perfectamente. Firmado: tu santo padre".

A pesar de la rigidez y disciplina del estado nazi, el humor en forma de ironía fue capaz de colarse por algunas hendiduras. Evidentemente, dicho humor estaba perseguido, pues a fin de cuentas la ironía es una forma de crítica, algo impensable en el III Reich.

Anthony Beevor, en su famoso libro sobre Stalingrado, menciona un par de anécdotas, cuanto menos curiosas. En documentos encontrados por los rusos en cadáveres alemanes, en la retirada ante Moscú en el invierno de 1941, se hallaba un papel con el siguiente texto: «La Navidad –decía una orden de broma- no tendrá lugar este año, por las siguientes razones: José ha sido llamado al ejército, María se ha incorporado a la Cruz Roja, el niño Jesús ha sido enviado con otros niños al campo (para evitar los bombardeos), los tres Reyes Magos no han podido obtener visado pues carecían de pruebas de origen ario; no habrá estrella a causa de un apagón; los pastores se han convertido en centinelas y los ángeles son operadoras telefónicas [Blitzmädeln]. Sólo ha quedado el asno, y no puede haber Navidad con sólo un asno». Para colmo, un oficial de inteligencia del Ejército Rojo escribió al pie de la traducción: «No comprendo ¿De dónde viene esto?».

Un segundo caso se basaba en las estrictas instrucciones que el afortunado soldado alemán con permiso de Navidad en aquel invierno recibía. «Usted está bajo el fuero militar –decía el enérgico recordatorio- y está todavía sujeto a sanciones. No hable de armas, ni de tácticas o bajas. No hable de las raciones malas o la injusticia. El servicio de inteligencia del enemigo está listo para explotar esto». Un soldado, o más probablemente un grupo de soldados, hizo su propia versión de las instrucciones, titulada «Notas para los que salen de permiso». Sus tentativas de ser graciosos revelan mucho acerca de los efectos embrutecedores del Ostfront: «Debe usted recordar que está entrando en un país nacionalsocialista cuyas condiciones de vida son muy diferentes a las que se ha acostumbrado. Debe ser diplomático con los habitantes, adaptándose a sus costumbres, y evitar los hábitos que tanto le ha llegado a gustar. La comida: no destruya el parqué ni suelos de otro tipo, porque las patatas se guardan en un lugar muy diferente (era el lugar donde los campesinos rusos escondían sus escasos víveres). El toque de queda: si usted se olvida de la llave, trate de abrir la puerta con un objeto de forma redonda. Sólo en casos de extrema urgencia use una granada. La defensa contra los partisanos: no es necesario pedirles a los civiles la contraseña ni abrir fuego al recibir una respuesta inexacta. La defensa contra los animales: los perros alemanes en el peor de los casos muerden, pero no explosionan (los rusos estaban empleado perros-bomba). Dispararle a cada perro que usted vea, aunque es recomendable en la Unión Soviética, podría crear una mala impresión. Relaciones con la población civil: en Alemania el hecho de que alguien lleve ropa de mujer no significa que ella sea un partisano. Pero pese a esto, son peligrosas para todo el que esté de licencia del frente. Nota general: cuando esté de licencia en Alemania tenga cuidado de no hablar de la existencia paradisíaca en la Unión Soviética no sea que todo el mundo quiera venir y malograr nuestra idílica comodidad».

A continuaciòn, un chiste que circulaba por Berlín, extraído de un articulo del periodista Eugenio Xammar, corresponsal en Berlín del diario Ahora, publicado el 16 de diciembre de 1934:

- ¿Sabe usted lo que le tiene preparado el padre eterno a Goebbels para recibirle en el purgatorio?
- Una habitación donde todo son altavoces, pero sin ningún micrófono.
- ¿Y a Goering?
- Un cuarto donde todo son armarios con los más expléndidos uniformes, pero sin nigún espejo.

Y sobre la resistencia contra toda esperanza que llevó a cabo el regimen nazi, con el consiguiente desabastecimiento, se decía en Berlín:

"La lucha no terminará hasta que Goering quepa en los pantalones de Goebbels"

Y alguno mas: Hindenburg es enviado desde el cielo a la tierra para tratar de arreglar las cosas en Alemania. Un amigo suyo le ve y le dice: "¡Herr Generalfeldmarschall, huya rápido! ¡Están a punto de llamar a filas a la quinta de 1847!"

Acerca de los bombardeos que sufría la capital, se decía que las omnipresentes iniciales LSR, de Luftschutzraum o "refugio antiaereo", querían decir en realidad Lernt schnell Russich: "Aprenda ruso enseguida"

Incluso un cierto cinismo apareció incluso en lo referente a las medallas. Cuando se emitió una medalla de la campaña de invierno al año siguiente, rápidamente fue llamada la «Orden de la carne congelada».

Termino con otro de la època: Un berlinés y un vienés intercambian vivencias de los bombardeos aéreos en sus respectivas ciudades. El berlinés dice: "el bombardeo fue tan duro que horas después de finalizar todavía seguían cayendo al suelo cristales de ventanas ".

Ian Kershaw, en "El mito de Hitler. Imagen y realidad en el III Reich", habla sobre este mismo chiste, pero situando la conversación entre un berlinés y un ciudadano de Essen. El berlinés cuenta que cinco horas después de un severo bombardeo sobre Berlín todavía saltaban cristales rotos de las ventanas, a lo que contesta el de Essen que los cuadros de Hitler salían por las ventanas todavía catorce días después del último bombardeo de Essen.