A 50 de años de "La Dolce Vita" de Fellini, se proyectará documental en Cannes

Anita Ekberg, en 'La dolce vita', de Federico Fellini.


El Festival de Cannes proyectará un documental sobre 'La dolce vita', la obra maestra del gran director italiano. En 2010 se cumplen cincuenta años de su estreno. Federico Fellini hizo la obra más importante de los sesenta antes de empezar esa década"

La estatua de Cristo surcando el cielo de Roma. El pez monstruo atrapado en la red de los pescadores. Y, sobre todo, la Fontana de Trevi refrescando a una rubia tórrida y espectacular. Tres inolvidables momentos de La dolce vita, que en febrero de 2010 cumplirá medio siglo y a la que el próximo Festival de Cannes homenajeará estrenando Noi che abbiamo fatto La dolce vita (Nosotros que habíamos hecho La dolce vita).

El documental, que dirige Gianfranco Mingozzi (asistente de dirección de Fellini ), se basa en el libro homónimo de Tullio Kezich, crítico de cine, amigo y biógrafo del genial director.

"Federico era un capitán de valentía irrisoria", explica Kezich, "y nosotros, niños que acababan de llegar a la escuela". Además de explorar personaje y persona, el libro es el único diario sobre el rodaje de la película y pretende ser un retrato del maestro en su momento más creativo.

"Federico Fellini hizo la obra más importante de los sesenta antes de empezar esa década", aseguraba Jonathan Jones en The Guardian. En efecto, corría 1958 cuando el italiano concibió una película trascendental en su carrera: tras el neorrealismo de Luces de variedades o Los inútiles, Fellini giraba con La dolce vita hacia mundos más oníricos, entre la autobiografía y la fantasía, que revisitaría en Ocho y medio o Amarcord.

Con él llegó el escándalo

Ganadora de la Palma de Oro de Cannes y del Oscar al mejor diseño de vestuario en blanco y negro (optó a tres más, incluido el de mejor director), La dolce vita sembró la polémica ya en su estreno, donde Fellini fue escupido por parte del público.

La cinta tuvo mejor acogida en Estados Unidos que en Europa (Bosley Crowther la definió en The New York Times como "la brillante muestra de una sociedad en decadencia, una película poderosa y muy sofisticada"). En España, simplemente, no fue acogida: a causa de la censura no pudo estrenarse hasta 1981.

¿Qué provocó tal revuelo? Algo tan simple como la crónica de la fatua vida nocturna de una ciudad que, gracias al auge de Cinecittà, era la capital del cine europeo.

Brunello Rondi, coguionista de ésta y otras obras de Fellini, aseguraba que fue la moda la que inspiró al director. "Los vestidos en forma de saco", decía Rondi, "golpearon a Fellini, porque mostraban a una mujer hermosa que, por dentro, podía ser un esqueleto de miseria y soledad".

La película equipara a esa mujer con una sociedad de aristócratas decadentes, orgías, amantes, suicidios y asesinatos, vistos por la prensa con indiferente frialdad.

Un destino escrito

Los siete episodios que dividen la cinta han sido interpretados como una representación de los siete pecados capitales, de las siete colinas de Roma o, sencillamente, de los siete días (con sus respectivas y crápulas noches) que forman una semana.

Antes y después de siete amaneceres sombríos el protagonista, Marcello (insuperable Marcello Mastroianni, en su primera colaboración con Fellini) escribe artículos sobre estrellas venidas a menos, prostitutas de alto y bajo caché y trágicos cazafortunas.

Mientras, se lamenta de su incapacidad para publicar algo que valga la pena. Definido por Dan Schneider, poeta y crítico, como "un impotente emocional y, quizá, también sexual", el atormentado periodista busca consuelo en desconsoladas mujeres y sólo puede admirar al personaje de Steiner, un intelectual que representa todo lo que Marcello no tiene, pero que tampoco escapa a su trágico final.

Retrato de una Roma imprudente y festiva, comparable a cualquier gran ciudad actual, La dolce vita está más viva que nunca. La alta sociedad sigue de fiesta, los fotógrafos se despellejan por un retrato prohibido y el público se arroja a cualquier cosa con tufillo a escándalo. "El destino está escrito en cada cara", decía Fellini. Pero el de nuestra sociedad fue adelantado, hace tiempo, por películas como ésta.

Las anécdotas del mentiroso

A Fellini (que se definía como "un gran mentiroso") le rodean maravillosas leyendas y La dolce vita, una de sus obras más recordadas, no es una excepción.

El productor Dino de Laurentiis dejó el proyecto tras el no de Felllini a que Paul Newman lo protagonizase. Mastroianni sólo pudo rodar la escena de la Fontana de Trevi (filmada en una gélida noche primaveral) tras beberse una botella de vodka.

El director llamó a su amigo Pasolini para que le asesorase al rodar una orgía; además, presumía de haberse acostado con Anita Ekberg, lo que siempre negó la actriz.

Y, por último, una verdad: el término paparazzi procede de la película. Así se apellidaba (Paparazzo, exactamente) el amigo fotógrafo del protagonista.