Una antiquísima lápida revela que en la edad de hierro ya creían que alma y cuerpo iban por separado

La lápida en la que Kuttamuwa quería dejar impresa su alma.


Ha sido encontrada en un asentamiento del sur de Turquía. Su propietario es un hombre llamado Kuttawa del s.VIII a.C. Permite descubrir que ya entonces creían en vidas tras la muerte.

Un grupo de arqueólogos ha descubierto en el sur de Turquía una talla de la Edad de Hierro que aporta evidencias de que los hombres en aquella región ya pensaban que el alma era algo que estaba separado del cuerpo.

Los investigadores, que pertencen a la Universidad de Chicago, han encontrado una lápida de 360 kilos que incluye la imagen de un hombre en Zincirli, un asentamiento del sur de Turquía donde llevan a cabo las excavaciones.

La lápida, primera en encontrarse en su ubicación original, permite a los investigadores descubrir cómo eran los ritos funerarios en el s. VIII a.C.

En perfecto estado

Según la Universidad de Chicago, el hombre que aparece en la talla fue incinerado,una práctica que según los judíos y otras culturas pensaban que servía para reunir al cuerpo con el alma. En la talla también se lee que el alma del muerto reside en la lápida.

Los investigadores se sorprendieron al ver el buen estado de en el que se ha conservado esta pieza. "Es única y nos permitirá descubrir muchas cosas a cerca de el lenguaje y la cultura del momento", señalan los responsables de este hallazgo.

La lápida pertenece a un oficial llamado Kuttamuwa, siervo del rey Panamuwa. Fue encontrada en lo que parece un sitio funerario en su propia vivienda, alejada del que se cree fue el palacio de los reyes.

"Yo Kuttamuwa"

La inscripción del pedestal dice: "Yo, Kuttamuwa, siervo de Panamuwa, soy el que soy el que ha supervisado la producción de esta lápida para mi mientras aún vivo. La coloqué en una cámara eterna y dispuse un festejo en esta cámara: un toro para Hadad (el dios de la tormenta), un carnero para Shamash (dios del Sol), y un carnero para mi alma que está en esta lápida".

Lo importante es que revela que había creencias de otra vida después de la muerte, al creer que el alma se quedaba habitando un objeto en el que la imagen del muerto había sido tallada.

Kuttamuwa se había hecho retratar sentado cómodamente, rodeado de comida, como un simbolo de una vida posterior muy agradable. De hecho, en la inscripción también se lee el mandato a sus hijos de que le llevaran hasta esta talla comida y bebida.