El actor durante su mejor época en el cine.
El actor estadounidense que intentó triunfar como boxeador, fracasando estrepitosamente, deslumbró como 'El chico de la motocicleta' en La ley de la calle de Coppola. Con Orquídea salvaje comienza la decadencia física y cinematográfica de Rourke. Su última película, "El luchador", acaba de ganar el León de Oro del Festival de Venecia. A continuación, un listado de sus mejores películas y las mas comentadas.
La puerta del cielo (1980)
Obra de Michael Cimino, este western atípico e interminable (casi cuatro horas de duración) supuso la primera gran aparición de Rourke en el cine, rodeado de leyendas como John Hurt, Joseph Cotten o el protagonista Kris Kristofferson. Aunque muchos la califiquen de obra maestra incomprendida, La puerta del cielo es recordada, sobre todo, por ser uno de los fracasos económicos más absolutos de la historia del cine, hasta el punto de dejar a los estudios United Artist en la bancarrota y fracturar gravemente la trayectoria de Cimino, en la cima entonces gracias a El cazador.
La ley de la calle (1983)
Dirigida, producida y co-escrita por Francis Ford Coppola, la película supuso un fracaso total de taquilla y crítica en su momento. Sin embargo, los años le han sentado muy bien: su tono onírico, su romanticismo y los riesgos que adopta Coppola detrás de las cámaras convirtieron a La ley de la calle en una de las películas más valoradas de los ochenta. Su reparto también ayuda: Diane Lane, Nicolas Cage, Chris Penn y, como "Chico de la motocicleta", un impresionante Mickey Rourke, líder de una banda de pandilleros e ídolo de un hermano pequeño encarnado por Matt Dillon.
Nueve semanas y media (1986)
Pregúntenle a cualquier adolescente ochentero por su película favorita y, probablemente, citará Nueve semanas y media, la tórrida cinta que catapultó a Kim Basinger como gran estrella erótica de la época. Vista ahora, la película de Adrian Lyne no es mucho más que una serie de videoclips aliñados con las apetitosas carnes de Basinger -sustituída por un doble en más de una escena-, aunque también da pistas sobre cómo ligaban los yuppies guapos de la época. En resumen: mezclen Wall Street, American Psycho y un vídeo de lencería de Playboy y comprenderán su éxito.
El Corazón del Ángel (1987)
Dirigida por Alan Parker, este thriller muy morboso enfrentaba a Rourke a un peso pesado como Robert De Niro y a otra actriz de carrera accidentada como Lisa Bonet, la chica más guapa de La hora de Bill Cosby. Rourke se mete en la gabardina de Harry Angel, un mediocre detective adicto a los bajos fondos: entre magia negra, revolcones sanguinolentos y mucha rudeza, las cosas se descontrolan cuando aparece Louis Cyphre. Con ese nombre, no es de extrañar que el tipo fuese así de maligno y pelara los huevos duros de una manera tan rara...
Barfly (1987)
Escrita por el polémico autor estadounidense Charles Bukowski, esta irregular obra de Barbet Schroeder supone, para algunos, la mejor interpretación de Rourke en su vida, mientras otros la esgrimen como ejemplo de las limitaciones del actor. Acompañado por Faye Dunaway, Rourke encarna a Henry Chinaski, alter ego de Bukowski: pelo grasiento y copas cargadas son el hilo argumental del filme. La cinta ofrece frases rescatables para una conversación en un bar: "Necesito otra copa. Tanto como una araña necesita una mosca".
Requiem por los que van a morir (1987)
Rourke salta el charco para alistarse en el IRA irlandés. Tras cometer un atentado en el que muere un grupo de niños su personaje, Martin Fallon, deja las armas para iniciar una nueva vida; obviamente, sus antiguos compañeros no se lo permitirán. La película es interesante y el reparto excelente: Bob Hoskins hace de párroco y un jovencísimo Liam Neeson, de matón.
Francesco (1989)
Tras la insoportable Homeboy -una mera excusa para que Rourke mostrara sus dotes pugilistas-, el actor rodó con Liliana Cavani esta película sobre Francisco de Asís, santo italiano fundador de la Orden Franciscana. Aunque relativamente contenido, Rourke no pierde ocasión de retorcerse de dolor, poner miradas angelicales y sufrir alguna que otra alucinación. La cinta no gustó demasiado ni al público ni a la crítica.
Orquídea salvaje (1990)
Fue rodar Johnny el Guapo (1989) y algo pasó en la cara de Rourke: el atractivo y proporcionado rostro se transformó, de la noche a la mañana, en una especie de garbanzo gigante. Pese a todo, el actor se atrevió a rodar Orquídea salvaje, otro drama de alto contenido erótico con los mismos productores que Nueve semanas y media. La película, ambientada en Brasil, fue un fracaso, del que apenas cabe salvar la escena final de sexo y a su protagonista femenina, Carré Otis, pareja durante muchos años del cada vez más conflictivo actor.
Sin City (2005)
Y en los quince años siguientes... la nada. Fracaso tras fracaso: 37 Horas desesperadas, el remake de Michael Cimino de una película de Bogart, fue vapuleada por la crítica; Harley Davidson y Marlboro Man, junto a Don Johnson, apenas provocaba risas; Amor en París, o cómo intentar triunfar con una secuela de Nueve semanas sin Kim Basinger... Mientras, Rourke se castigaba con toneladas de droga, intentaba hacer carrera como boxeador y era acusado de maltratar a Carre Otis. Así, hasta que Robert Rodriguez -que ya le había dado un pequeño papel en Érase una vez en México- le regala el personaje de Marv, un deforme y gigantesco Conan moderno.
El luchador (2008)
Como pasara con Travolta y Pulp Fiction, Sin City sirve para poner a Rourke otra vez en el mapa. Los proyectos se acumulan para el errático actor: rueda Domino con Keira Knightley, Alex Rider: Operación Stormbreaker con Ewan McGregor, Los confidentes -basada en un libro de Brett Easton Ellis- con Billy Bob Thornton y, otra vez, Kim Basinger, y dentro de poco Sin City 2. Antes llega El luchador, donde Rourke se suelta la melena -oxigenada y, por supuesto, descuidadísima- a las órdenes de Aronofsky.
La película ha sido galardonada con el premio principal del certamen del Festival de Venecia y Mickey Rourke hace el papel de un luchador al que obligan a retirarse, y que inicia una relación sentimental con una desnudista avejentada, encarnada por Marisa Tomei. El cineasta alemán Wim Wenders, que encabezó el jurado del festival, anunció la película ganadora y elogió el trabajo de Rourke, de quién dijo logró "un actuación que verdaderamente rompe el corazón, en el sentido literal de la frase".