Benicio del Toro y Steven Soderbergh
El director estadounidense de Ocean's Eleven, Traffic, Sexo, mentiras y videotape o El halcón inglés, habla sobre su última película sobre el guerrillero argentino Ernesto Che Guevara, su trabajo conjunto con el actor Benicio del Toro y sobre su obra fílmica en esta entrevista.
Del Toro no sólo es la estrella de la película, sino también su productor. ¿Cómo fue su relación durante el rodaje?
En todos mis trabajos hay algo claro: yo tengo la última palabra. Pero mi método es escuchar, animar a la gente que me rodea a que sugiera ideas. Fue genial, porque Benicio está lleno de ellas, y si no se las aceptas no se siente herido. Otros directores son distintos, sólo se escuchan a sí mismos: Del Toro se sentiría frustrado trabajando con ellos. Nuestra colaboración fue incluso más allá del rodaje: mientras yo hacía el montaje, le enviaba material a Benicio, que me devolvía material con sus comentarios e, incluso, montajes alternativos. La última canción de la película, que interpreta Silvio Rodríguez, también fue idea suya.
Su filmografía está llena de películas muy distintas, ¿qué debe tener una idea, un guión, para seducirle?
Existe una conexión entre todas mis obras, estoy seguro, aunque creo que tendré que dejar de dirigir y alejarme un poco de ellas para saber exactamente qué es. Además, es frecuente que cambie de idea. La primera vez que me comentaron el argumento de Erin Brockovich me pareció la peor idea posible para rodar una película. Un tiempo después, me enviaron el guión ya terminado y me pareció genial.
Existe una leyenda romántica sobre usted: rueda películas comerciales para, con el dinero recaudado, afrontar proyectos más arriesgados y personales.
Es falso. Hago todas mis películas para mí. Pero sí tengo otra sensación: mi próposito, cada vez que empiezo una nueva obra, es destruir la justamente anterior.
¿Ganará Benicio el Oscar por este Che?
Sería fantástico, y una señal de que yo también he hecho bien mi trabajo, pero los Oscar son imprevisibles y tan famosos por sus premios como por sus olvidos injustificables. Además, el trabajo de Benicio no es el típico que premian en la Academia: es muy realista, muy contenido. No vende al Che: él es el Che.
La cinta original dura más de cuatro horas, ¿cómo valora que se estrene como dos películas diferentes?
No sería demasiado realista pensar que la gente puede aguantar tanto tiempo sentada y disfrutando en un cine. Aunque en EE UU, por un tiempo limitado, se esté proyectando íntegra, siempre supimos que habría que dividirla en dos partes.
¿Qué nos espera en la segunda?
Es totalmente distinta, opuesta a la primera. La primera parte avanza para expandir la historia, mientras la segunda se va contrayendo. En la primera vemos al Che rodeado de gente, con los suyos, mientras en la segunda quiero mostrarle aislado en Bolivia. Un anti-Che me preguntó por la película, y le dije: te gustarán los últimos veinticinco minutos, su final, su muerte.
¿Qué aporta su película a lo ya sabido del Che?
Hay un millón de "Ches", uno por cada persona. Mi versión se basa en todo lo que he leído, en las entrevistas que he realizado, pero innegablemente es una visión particular, poco objetiva. Es un retrato personal de una leyenda, a través de la que hablo de todo lo que me interesa en el mundo.
¿Qué relación hubo con el gobierno cubano?
Trabajamos muy cerca de ellos. Por ejemplo, el Centro de Estudios Che Guevara colaboró con documentación, fotografías, escritos del propio Guevara. Querían que fuese un retrato muy serio del personaje. Sin embargo, pese a toda su ayuda, no sabían exactamente qué estábamos haciendo. Sé que la han visto, porque les mandé una copia de la película acabada, pero no han hecho ninguna declaración oficial.
¿Cómo le influye lo que dicen los demás de su película?
Encuentro el placer realizando mi trabajo, no escuchando a los demás. Polanski lo dijo hace mucho: "Sólo debes creerte las críticas buenas si también te crees las malas"... ¡por eso nunca leo a los críticos!