Los Protocolos de Sion



Los Protocolos es una obra de ficción, escrita intencionalmente para culpar a los judíos de una variedad de males. Los que la distribuyen afirman que documenta una conspiración judía para dominar el mundo. Pero la conspiración y sus presuntos lideres, los sabios de Sión, nunca existieron.

Los protocolos de Sión es un panfleto antisemita publicado por primera vez en 1903, en la Rusia zarista cuyo objetivo era justificar ideológicamente los pogromos o linchamientos que sufrían los judíos. El texto sería la transcripción de unas supuestas reuniones de los «sabios de Sion», en la que estos sabios detallan los planes de una conspiración judía, la cual estaría en control de la masonería y los movimientos comunistas, extendida por todas las naciones de la Tierra, y tendría como fin último el hacerse con el poder mundial.

Los protocolos de los sabios de Sión es la publicación antisemita más famosa y ampliamente distribuida de la época contemporánea. Sus afirmaciones acerca de los judíos, que han sido desacreditadas repetidamente, continúan circulando hoy en día, especialmente por internet. Los individuos y grupos que han utilizado este texto están unidos por un propósito común: diseminar el odio a los judíos.

La publicación constituye un fraude histórico, como lo fueron antes el descubrimiento del Hombre de Piltdown, y más recientemente los Diarios de Hitler.

Origen

Si bien ha sido muy leído y citado por sectores antisemitas, su verdadera autoría resulta confusa. La teoría más aceptada dice que fue obra de los servicios secretos zaristas, que buscaban desacreditar a la izquierda bolchevique acusándolos de colaborar con la conspiración judía expresada en el libro (Marx, Trotsky y Kérensky, por ejemplo, eran de ascendencia judía). Los teóricos de la conspiración señalan generalmente que estas reuniones se habrían llevado a cabo en el Primer Congreso Sionista de Basilea (Suiza), del 20 al 31 de agosto de 1897, presidido por Theodor Herzl. Sin embargo, no hay evidencias que demuestren la existencia de este congreso.

Por otra parte jamás existió una organización llamada «Los sabios de Sión» o «Los ancianos de Sión». Sin embargo, y sin que exista un ápice de evidencia para probarlo, se ha mantenido empecinadamente que estos textos eran las actas de esa inexistente organización.

En diciembre de 1901, un oscuro personaje conocido como Sergei Nilus afirmó haber traducido al ruso unos textos que en conjunto tituló Los protocolos de los sabios de Sión. Durante los primeros quince años, los Protocolos tuvieron escasa influencia. A partir de 1917 vendieron millones de ejemplares en más de veinte idiomas.

Conspiración

La creación de este documento se ha señalado como un claro ejemplo de la persistencia de las teorías conspirativas que, en una coyuntura política de crisis social, avivan los prejuicios y las fobias al proporcionar una coartada ideológica para el antisemitismo. Así, entre otras acciones, este falso texto inspiró la masacre de 60 000 judíos (a los que se responsabilizó de la Revolución de 1917) a manos de las autoridades bielorrusas.

Fueron parte de la Propaganda Nazi

Los Protocolos también pasaron a ser parte de la propaganda nazi para justificar la persecución de los judíos. Se convirtió en lectura obligatoria para los estudiantes alemanes. En El holocausto: la destrucción del pueblo judío en Europa (1933-1945), Nora Levin afirma que «Hitler utilizó los Protocolos como un manual en su guerra de exterminio de los judíos»:
A pesar de las pruebas concluyentes de que los Protocolos eran una burda falsificación, tenían gran popularidad y grandes ventas en los años veinte y treinta. Se tradujeron a todos los idiomas de Europa y se vendían ampliamente en los países árabes, Estados Unidos e Inglaterra. Pero fue en Alemania, después de la Primera Guerra Mundial, que tuvieron su mayor éxito. Allí se utilizaron para explicar todos los desastres que ocurrieron en el país: la derrota en la guerra, el hambre, la inflación destructiva.[19]

A partir de agosto de 1921, Hitler comenzó a incorporarlos en sus discursos, y fueron tema de estudio en las aulas alemanas después de que los nazis llegaran al poder. En el apogeo de la Segunda Guerra Mundial, Joseph Goebbels (ministro de propaganda nazi) proclamó: «Los protocolos de los sionistas son tan actuales hoy como lo fueron el día en que fueron publicados por primera vez».[20] En las palabras de Norman Cohn, esto sirvió para los nazis como «autorización del genocidio».

Adolf Hitler y Henry Ford muy influenciados por los protocolos

Adolf Hitler

Su lectura por parte de Adolf Hitler, evidenciada en Mi lucha, fue determinante para avivar los prejuicios fanáticos del futuro dictador.

Con el paso del tiempo se ha convertido en libro de texto entre los grupos de ultraderecha, compartiendo estantería en las librerías dedicadas a este tipo de literatura con panfletos supremacistas blancos y obras en las que se niega el holocausto judío a manos de los nazis. En el interés nazi en extender el antisemitismo, se imprimieron cientos de miles de copias y se repartieron por muchos hogares (se dice que sólo la Biblia podía competir en número de ejemplares) y en las Juventudes Hitlerianas se hizo lectura obligatoria.

El propio Goebbels, en sus diarios, reflexiona sobre su utilidad como vehículo de propaganda antisemita y refiere que Hitler creía en su autenticidad (quedando claro que él mismo y otros sí tenían noticia de que se trataba de una falsificación).

Henry Ford

El magnate automovilístico estadounidense Henry Ford financió varias ediciones del folleto ruso y creó una revista (The Dearborn Independent) dedicada a denunciar la supuesta existencia de un «peligro judío».

Luego reunió sus artículos de investigación antisemita en un extenso libro en cuatro volúmenes titulado El judío internacional, con el que pretendió demostrar a través de diversos ejemplos la veracidad de los Protocolos. Este libro no tuvo mucho éxito en EE. UU., sin embargo se popularizó rápidamente en Europa, donde fue traducido a 16 idiomas (entre ellos el alemán, por Theodor Fritsch) y, en 1922, se habían superado las 22 ediciones.

Acerca de los Protocolos en sí, en una entrevista publicada el 17 de febrero de 1921 en la revista New York World, Ford dijo: «La única declaración que voy a hacer respecto a los Protocolos es que encajan con lo que está ocurriendo. Tienen 16 años y encajan con la situación mundial hasta este momento».

Tanto la extensa obra de Henry Ford como Los protocolos de los sabios de Sión se volvieron elementos indispensables dentro de la propaganda antisemita de Hitler. No se conoce la razón del antisemitismo de Ford.


Uso actual

Al mismo tiempo que Los protocolos mantienen su popularidad en algunos países, desde la derrota de la Alemania Nazi en la segunda guerra los gobiernos y líderes políticos de la mayor parte del mundo han evitado sostener que Los protocolos representa una evidencia real de una conspiración judía. Sin embargo, este mito de una supuesta conspiración judía internacional, lejos de mitigarse con el paso del tiempo, continúa proliferando en lugares donde prima el antisemitismo. Uno de estos lugares es Oriente Medio, donde un gran número de regímenes y líderes árabes y musulmanes los consideran auténticos.

En los países islámicos existe un público excepcionalmente receptivo a este mensaje. Innumerables discursos políticos, editoriales, y hasta dibujos animados se derivan de los Protocolos. Debido a ello, las versiones en árabe de los Protocolos se han multiplicado, y son difundidas por diversos medios, desde fotocopias hasta Internet, pasando por textos académicos o la televisión por satélite. En 2002, la televisión estatal de Egipto trasmitió una miniserie basada sobre los Protocolos, un evento condenado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. En textos oficiales educativos elaborados por la ANP egipcia, se llegan a citar como referencia para «explicar» la política de Israel. Los Protocolos llegan a ser citados para explicar teorías alrededor de hechos como el 11-S o el asesinato del primer ministro libanés. Hamas, la organización palestina, se apoya en parte sobre los Protocolos para justificar sus actos de terrorismo contra civiles israelíes.

Los respaldos pasados al texto de los presidentes Gamal Abdel Nasser y Anwar Sadat de Egipto, del presidente Arifs de Iraq, del rey Faisal de Arabia Saudita, y del coronel Muammar al-Gaddafi de Libia reciben hoy un eco en las más contemporáneas declaraciones desde el Gran Muftí de Jerusalén, el sheik Ekrima Sa'id Sabri, y Hamas hasta las realizadas por el ministro de educación de Arabia Saudita .