Estados Unidos discrepa públicamente con Francia sobre la opción de abrir la puerta a economías emergentes como China, cuarto PIB del mundo, debido a su creciente peso frente al que ejercen, entre otras, Rusia, superada en peso económico por Brasil.
Los líderes del G8 inauguraron este lunes su cumbre anual en Hokkaido (Japón) entre divergencias por una eventual inclusión de las economías emergentes en este selecto club de países, como propone el francés Nicolas Sarkozy.
El primer ministro japonés, Yasuo Fukuda, daba la bienvenida a sus socios de EEUU, el Reino Unido, Alemania, Rusia, Francia, Canadá e Italia, que suman el 58% del PIB mundial, y a siete líderes africanos.
Es la cumbre del G8 más extensa desde 1975 pues acogerá hasta el miércoles a mandatarios de 22 países: sus ocho miembros, siete economías avanzadas -entre ellas los emergentes China, la India, Brasil, México y Sudáfrica- y siete naciones pobres, que quieren que las ricas mantengan sus promesas de ayuda al desarrollo.
Discrepancias en la primera jornada
En plena crisis económica, el G8 dedicó su primera jornada de reuniones al desarrollo de África, ante el objetivo japonés de avanzar en el cumplimiento de las metas de la ONU para 2015, pero previamente hubo una cierta polémica en los pasillos.
Francia y Estados Unidos discreparon públicamente sobre la opción de abrir la puerta a economías emergentes como China, cuarto PIB del mundo, debido a su creciente peso frente al que ejercen, entre otras, Rusia, superada en peso económico por Brasil.
Sanciones a Zimbabue
EEUU, cuyo presidente, George W. Bush, calificó las elecciones en Zimbabue como "una farsa" , anunció sanciones contra el régimen de Mugabe y espera que la ONU imponga también restricciones a ese Gobierno.
150 personas protestaron contra el G8, aunque no se produjeron enfrentamientos violentos
La Unión Africana, por contra, considera que la solución a la crisis en Zimbabue es la formación de un Gobierno de unidad nacional entre el partido de Mugabe, y el opositor Movimiento por el Cambio Democrático de Morgan Tsvangirai.
Unas 150 personas protestaron contra el G8, aunque no se produjeron enfrentamientos violentos.