Los controles de seguridad de los aeropuertos siguen siendo una fuente inagotable de situaciones tan absurdas como sorprendentes. E incómodas, cuando no directamente humillantes, para quien las sufre. El penúltimo capítulo de esta larga cadena de sonados despropósitos tuvo lugar hace unas semanas en la nueva terminal T-5 del aeropuerto londinense de Heathrow. Allí, los agentes de seguridad impidieron a un joven embarcar con una camiseta de algodón en la que aparecía un personaje blandiendo una pistola. Y no se trataba de un peligroso terrorista, sino de Optimus Prime, el robot protagonista de Transformers, un cómic y una serie de televisión inspirados en una línea de juguetes infantiles.
Brad Jayakody, un informático de 30 años nacido en Australia y residente en Londres, se disponía a tomar junto con cuatro compañeros de trabajo un vuelo de British Airways con destino a Dusseldorf cuando fue interceptado por uno de los agentes de seguridad. "Me paró y me dijo que no podía subir al avión porque había una pistola en mi camiseta", relató Jayakody en declaraciones a la prensa británica. Estupefacto, el pasajero pidió la presencia de algún responsable de seguridad. "Simplemente, buscaba a alguien con un poco de sentido común", señaló. La tentativa fue inútil, porque el supervisor que se acercó hasta el control secundó la orden de su compañero. "Lo sentimos, pero no podemos dejarle pasar con una pistola en la camiseta", reiteró.
Jayakody no salía de su asombro. "Me quedé pasmado. Creía que el supervisor iba a mostrar sensatez, pero no lo hizo. ¡Era un robot de dibujos animados con un brazo en forma de pistola! ¿Qué se supone que iba a hacer? ¿Usar la camiseta para fingir que llevaba un arma?". Sus protestas de nada sirvieron. Afortunadamente para él, en el equipaje de mano llevaba otra camiseta, sin robots ni pistolas, de modo que pudo cambiarse y pasar a la sala de embarque. "El agente de seguridad me dijo que, si una vez dentro me volvía a cambiar, sería arrestado", explicó.
Palabras Soeces
Un portavoz de British Airways aseguró ayer que Jayakody no presentó en su momento ninguna denuncia formal por el trato recibido y apuntó que "si una camiseta lleva impresa una palabra soez o una bomba, por ejemplo, se le puede pedir al pasajero que la lleva que se la quite". Y agregó: "Estamos investigando lo sucedido para ver si entra en esta categoría".
El reglamento secreto de la Unión Europea que regula la seguridad en los aeropuertos --un documento cuyo contenido fue desvelado por elperiodico.com la semana pasada-- no dice absolutamente nada sobre el estampado de las camisetas ni de ninguna otra prenda de ropa. Quizá es que en el Reino Unido sucede como en España, donde el Ministerio de Fomento ha justificado los controles supuestamente arbitrarios con el argumento de que además de las normas de la UE existen una docena de reglamentos internos también secretos, que dependen de Interior.
Larga Lista
El caso de Brad Jayakody se suma a una ya muy larga lista de pasajeros o de trabajadores de los aeropuertos a los que se ha vetado el acceso a la salas de embarque por motivos tan peregrinos como llevar unas raquetas de tenis. En otros casos, se ha impedido que se introduzcan bocadillos argumentando que llevaban demasiada salsa (se trataba de mayonesa), se ha obligado a facturar un premio Goya por considerarlo un objeto contundente y se ha forzado a una joven a quitarse los piercings que llevaba en los pezones ya que pitaban en el detector de metales. Tampoco es la suya la primera camiseta considerada inadecuada para volar. En el 2006, a un activista en defensa de los derechos humanos se le impidió embarcar en Nueva York por vestir una camiseta con una inscripción en árabe que decía: "No nos callarán".