Con un casco especial, un grupo de científicos dicen que pueden hacer experimentar la experiencia religiosa comparable a sentir a Dios.
En Scientific American se cuenta cómo estos científicos han logrado realizar un mapa del cerebro cuando experimenta el sentimiento de euforia religiosa.
En una serie de estudios que han sido llevados a lo largo de varias décadas, Michael Persinger y su equipo, de la Universidad Laurentian, Estados Unidos, han diseñado un dispositivo que analizó el lóbulo temporal de cientos de personas. Con ello han logrado provocar el sentimiento de que un espíritu, o una presencia, estaba en el cuarto con ellos, cuando, de hecho, no había nadie. Esto se sentía como un estado de revelación de la verdad universal. La estimulación duraba tres minutos, y cada sujeto luego traducía lo que había sentido a su propia cultura y religión, algunos lo llamaban Dios, Buda, o una presencia benéfica.
Persinguer argumenta que las experiencias religiosas y la creencia en Dios son el mero resultado de anormalidades eléctricas en el cerebro humano. Él opina que las inclinaciones religiosas incluso de las figuras más exaltadas, como por ejemplo San Pablo, Moisés, Mahoma o Buda, son a raíz de esas casualidades neurológicas.
“Dios no es más místico que una rica cena”, dice Persinger. Se refiere a que la religión y la mística provienen de estos eventos neurológicos que le dan placer al cerebro, por lo cual una rica comida que también nos da placer, para él es igual a un evento místico.