Muere Charlton Heston



Charlton Heston, una de las últimas leyendas de Hollywood, ha fallecido en su residencia de Beverly Hills, en Los Ángeles, a los 84 años, al lado de su mujer Lydia, según confirmó su familia.

El artista, que llevaba retirado de la interpretación desde hacía años, padecía desde el año 2002 una enfermedad degenerativa similar al síndrome de Alzheimer, que implica desde sus primeros estadios la pérdida de memoria y un deterioro paulatino de las funciones vitales.

Fue el propio actor, hace unos años, el que anunció públicamente que sufría este mal, que también afectó al actor y ex presidente de EEUU, Ronald Reagan, uno de sus amigos.

"Debo tener coraje y resignación en igual medida", afirmó en aquel momento Heston, quien se vio obligado a cerrar definitivamente entonces la puerta al cine y a toda actividad pública al frente de Asociación Nacional del Rifle, organización en favor de las armas que lideró durante años.



Pese a la dureza del trance, Heston mantuvo hasta el último momento una gran entereza y compostura, similar a la que aplicó a sus papeles históricos, ya fuera en el tiempo de los romanos con 'Ben Hur', o en el futuro, con 'El planeta de los simios'.

Con su constitución atlética, sus rasgos marcados y su timbre de voz, Heston encajó perfectamente en el tipo de estrella que Hollywood buscaba para sus grandes producciones de los años 50, en los que la industria buscó inspiración en la Biblia y en los libros de Historia.

Heston, que logró el Oscar en 1959 por 'Ben Hur', una de las películas más aclamadas de la historia, también será recordado como el Moisés de 'Los diez mandamientos' y el héroe de la reconquista española, Don Rodrigo Díaz de Vivar, en 'El Cid'.



También participó en otras grandes producciones, como "55 días en Pekín", "Titanic", "Terremoto" y "El planeta de los simios", historia en la que volvió a participar cuando interpretó un pequeño papel en la nueva versión de Tim Burton.

Además de retirarse del cine, Heston, de claras convicciones republicanas, se vio obligado a abandonar su actividad pública al frente de la Asociación Nacional del Rifle, organización en favor de las armas que lideró durante años.

No obstante, atrás queda una carrera cinematográfica legendaria, que sin duda le convirtió en uno de los grandes iconos masculinos de la industria, en los que interpretó más de 70 películas, con personajes como Moisés, Miguel Ángel, el cardenal Richelieu y El Cid.



Tras la muerte de Charlton Heston y la de Richard Widmark, acontecida el pasado 28 de marzo, el cine clásico de Hollywood se queda huérfano de prácticamente todas sus presencias estelares. Tan solo queda Kirk Douglas, que nació seis años antes que Heston, como símbolo vivo de una era que terminó a finales de los 50, con la defenestración del sistema de los estudios. Pero Heston sobrevivió muy bien a las crisis y a los cambios que se produjeron en aquellos tiempos.

Precisamente en esos años de drásticas variaciones en la forma de trabajar en Hollywood, Heston se hizo un nombre entre el cine de raíz bíblica y lo que entonces se entendía como superproducción. Llevaba una década y media trabajando en películas, algunas de ellas tan notables como el melodrama de aventuras Cuando ruge la marabunta --una historia romántica ambientada en plena faena devoradora de la hormiga marabunta-- y el drama pantanoso Pasión bajo la niebla --un tórrido mano a mano con Jennifer Jones-- cuando Cecil B. De Mille lo eligió para interpretar a Moisés en su segunda versión de Los diez mandamientos, realizada en 1956.



El creíble trabajo de Heston, y los efectos especiales que hacían separarse en dos las aguas del mar Rojo, fueron dos de los pilares de aquella costosa producción. De Mille se convirtió en uno de los mayores valedores del actor: le había hecho liderar la compañía circense de El mayor espectáculo del mundo y le contrató para la simpática película de aventuras Los bucaneros, producida por él y dirigida por Anthony Quinn.

Aunque se mostró dúctil con casi todos los géneros, con excepción de la comedia --las prestaciones de Heston para el cine humorístico fueron siempre nulas--, el actor se sintió especialmente cómodo en los melodramas religiosos y espectaculares, con muchos extras, mucho movimiento y mucha espiritualidad tal como podían entenderla en la meca del cine. En 1959 protagonizó Ben-Hur, en la que ganó la célebre carrera de cuadrigas, en la ficción, y su único Oscar al mejor actor, en la realidad. Después apareció en el papel de San Juan Bautista en La historia más grande jamás contada. El cine colosal-religioso de Hollywood habría sido mucho menos sin él.



Actor duro y rudo, sin problema alguno para quedarse desnudo de cintura para arriba en casi todas sus películas, Heston supo alternar los papeles puramente épicos (El Cid y 55 días en Pekín, las dos producciones que hizo para Samuel Bronston en España) con los más tormentosos.
Y es aquí donde dio lo mejor de sí mismo: el militar obsesivo de Mayor Dundee (Heston se puso del lado del director, Sam Peckinpah, cuando este se enfrentó con los productores del filme), el angustiado Miguel Angel en plena elaboración del fresco de la Capilla Sixtina en El tormento y el éxtasis o el caballero feudal enamorado de la campesina a la que ha esclavizado en El señor de la guerra.

Con todo, su interpretación más relevante en este periodo de esplendor la tuvo a las órdenes de Orson Welles en el turbio thriller Sed de mal, donde encarnó a un policía mexicano de narcóticos enfrentado al corrupto oficial interpretado por el propio Welles.



Con El planeta de los simios, de 1968, comenzó en su bien apuntalada trayectoria una feliz y fecunda inclinación por el cine de ciencia-ficción. De hecho, las mejores interpretaciones de Heston en los últimos 30 años de su carrera se registran en este género.
A la primera versión de El planeta de los simios le siguieron títulos como Regreso al planeta de los simios (continuación más apocalíptica de aquella), El último hombre vivo (según la novela de Richard Matheson recreada recientemente en Soy leyenda, con Will Smith) y Cuando el destino nos alcance, memorable filme sobre el futuro imperfecto que entonces nos esperaba que mezcla thriller, fantasía y ecologismo.

Amante de los ciclos temáticos, Heston se convirtió también en todo un especialista en el cine de catástrofes como antes lo había sido del cine bíblico: Aeropuerto 1975, Terremoto y Alerta roja: Neptuno hundido lo atestiguan. Luego le llegó el turno a la televisión, refugio de las viejas glorias: apareció en unos cuantos episodios de Dinastía.

Una de sus últimas interpretaciones de peso fue en En la boca del miedo, una exploración del miedo digna de H. P. Lovecraft a cargo de John Carpenter.
Como director, Heston tentó la suerte artística con la desigual Marco Antonio y Cleopatra, según Shakespeare, y Duelo en las profundidades, filme de aventuras corealizado con su hijo Fraser C. Heston.

Heston fue alejándose de las pantallas, pese a que Michael Moore se empeñara en devolverlo a la actualidad. En su último cometido, la coproducción My father, Rua Alguem 5555 (2003), incorporó al criminal de guerra Josef Mengele. No fue la más digna de las despedidas.

A continuación, video de una de las peliculas memorables en las que participó, Sed de Mal de Orson Welles.