Estudio en Science. Restringir la ingesta de calorías prolonga la vida en monos. Ya se había observado en otros animales, pero se confirma en estos mamíferos. Los autores reconocen que será difícil probar esta misma relación en humanos. Los animales que comían un 30% menos, tenían menos cáncer, diabetes y problemas de corazón
Sin necesidad de píldoras mágicas ni pastillas. La fórmula de la 'eterna juventud' podría estar al alcance de cualquiera. Un estudio realizado con monos durante más de 20 años ha confirmado lo que ya se había visto hasta ahora con otras especies animales (moscas o roedores, entre otros), que restringir la ingesta de calorías puede prolongar considerablemente la esperanza de vida.
A pesar de la buena noticia que representan, los resultados de este trabajo, que se acaba de publicar en la revista 'Science', son difícilmente aplicables a los humanos. Y así lo advierten los autores, dirigidos por Richard Weindruch, de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU): "Los efectos de limitar las calorías en la esperanza de vida de los humanos puede que no lleguen nunca a conocerse".
El trabajo comenzó en 1989 en los laboratorios del Centro de Investigación de Primates de Wisconsin con 30 ejemplares de mono de la especie macaco Rhesus ('Macaca mulatta') que tenían por entonces entre siete y 14 años de vida (la media para esta especie suele rondar los 27 años en cautividad; hasta un máximo de 40). La muestra de animales se amplió en 1994 con otros 46 ejemplares de la misma familia con la idea de aumentar la potencia estadística de los resultados.
La mitad de ellos ha seguido una dieta normal durante este tiempo, mientras que al resto se le ha sometido a lo que se conoce como 'restricción calórica', una reducción de la cantidad de calorías hasta llegar a un 30% pero sin llegar a niveles considerados como desnutrición. El objetivo del trabajo era no sólo confirmar que los animales eran más jóvenes en apariencia, sino que esta dieta 'light' tuvo algún efecto en los paramétros fisiológicos asociados al envejecimiento. Es decir, que no sólo parecían más jóvenes, sino que lo eran biológicamente.
Y para ello, se midieron algunas de las enfermedades más característicamente asociadas al envejecimiento (no sólo en los macacos, sino también en los seres humanos); es decir, diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares y una cierta atrofia cerebral o disminución del volumen de ciertas áreas del cerebro provocado por los años.
Ni diabetes, ni cáncer...
En todas estas parcelas, los monos con restricción de calorías eran más jóvenes. Ninguno de ellos presentó problemas en el metabolismo de la glucosa ("hemos visto una prevención completa de la aparición de diabetes"), se detectaron un 50% menos de casos de cáncer (el adenocarcinoma intestinal es el tumor más habitual en estos monos) y tampoco se observó un descenso del volumen en las regiones del cerebro más afectadas con la edad (como las que ejecutan funciones relacionadas con la memoria y la resolución de problemas).
En total, como señala el equipo de Weindruch, un 37% de los animales que comían de todo murió por alguna causa relacionada con el envejecimiento frente a sólo el 13% de los animales con pocas calorías, lo que supone un tercio menos.
De los 33 animales que sobreviven en la actualidad, 20 se mantienen con esa dieta hipocalórica, y el más viejo de los ejemplares ha cumplido ya los 29 años. En total, han sobrevivido el 80% de los ejemplares 'a dieta' y sólo el 50% de los que han sido alimentados de forma habitual.
La primera vez que se observó el efecto que esta estrategia dietética podía tener en un organismo corría el año 1935. Se trataba de un trabajo con ratones, pero no fue hasta la década de los noventa cuando la idea empezó a valorarse seriamente desde el punto de vista científico, estudiando la posibilidad de que una menor ingesta de nutrientes pudiese retrasar el proceso de envejecimiento.
Hasta ahora (y probablemente seguirá siendo así en el futuro) no se ha realizado ningún trabajo de este tipo en humanos. Sin embargo, los autores consideran que por las similitudes "fisiológicas, anatómicas y de comportamiento" entre los macacos y el ser humano, ésta es la experiencia que más se aproxima. La clave, según sugieren en el trabajo, está en la relación entre la respuesta del organismo a los nutrientes que lo alimentan y una serie de moléculas implicadas en el envejecimiento de los tejidos, como mTOR, SIRT1 y PGC-1. De hecho, algunas de estas vías están relacionadas con la aparición de cáncer, por lo que algunos estudios también han apuntado que limitar el flujo de nutrientes que alimentan al tumor también podría tener un cierto efecto antitumoral.
Science: "Los monos que comen menos, viven mas"
Publicado por Daniel 11:46
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