El teatro de Nueva York ha hecho historia al ser cuna de los mas grandes mùsicos afroamericanos de todos los tiempos. Ella Fitgerald, James Brown, Marvin Gaye, Billie Holliday, los Jackson 5, todos ellos se dieron a conocer en este històrico teatro.
El homenaje que se ha rendido esta semana a Michael Jackson en el Apollo ha vuelto a llevar a los titulares al emblemático teatro neoyorquino, que acaba de cumplir 75 años.
El 'rey del pop' es una de las muchas estrellas que nacieron sobre sus tablas: Ella Fitzgerald, Billie Holliday, James Brown, Marvin Gaye... Todos ellos ganaron la 'Noche Amateur', un concurso para descubrir nuevos talentos que presentó al resto de la humanidad a algunos de los principales artistas del siglo pasado.
Bajo el lema "Donde las estrellas nacen y las leyendas se hacen", el mítico teatro dio la oportunidad hace ahora 40 años a cinco hermanos de Indiana que, a falta de repertorio propio, entonaron el 'Who's loving you' de Smokey Robinson. Se hacían llamar Jackson 5 y ya entonces destacaba por encima de todos, a pesar de sus escasos nueve años, un mocoso con una voz y un sentido del ritmo únicos.
La audiencia del 'Apollo', implacable y a veces incluso cruel, se rindió aquel día a los pies de Michael Jackson. "Cuando se les metía en la cabeza que les habías gustado, realmente te lo hacían saber. Se volvían locos", contaba Little Anthony del público del Apollo. Lo mismo sucedía en caso opuesto: los abucheos acabaron con más de una carrera artística en su primera noche. Cada velada, Capone, el humorista presentador del espectáculo, lanzaba el mismo ruego: "Son estrellas que están comenzando, así que nada de pitidos ni gritos".
El tributo a Michael Jackson ha puesto un broche tan trágico como majestuoso a este año de conmemoraciones, en el que la crisis económica se ha dejado percibir. Aunque viene siendo tradición que la gala de aniversario del Teatro Apollo se convierta en un acto para recaudar fondos, en esta 75 edición ha cobrado más sentido que nunca: Lehman Brothers, el principal patrocinador del teatro, ha dejado de financiarlo por motivos obvios.
Sin embargo, y a pesar de las 'apreturas' económicas, la supervivencia del teatro no parece amenazada. En 1983 el edificio en el que se asienta fue declarado Monumento Nacional por su valor histórico, y desde el año 92 lo gestiona una fundación sin ánimo de lucro. Hoy, el Apollo intenta recuperar el esplendor pasado. Para ello ha realizado una profunda renovación de las instalaciones, ha introducido sonido digital, y además, ha recuperado las 'noches de los debutantes'.
La importancia del teatro no sólo radica en que fuera el lugar donde actuaron por primera vez estrellas como Ella Fitgerald -quien, por cierto, pensaba hacerlo como bailarina en lugar de como solista-, sino fundamentalmente en que se convirtió en el primer teatro de Nueva York que permitió subir a sus tablas a artistas afroamericanos.
Corría el año 1934 cuando el periodista Ralph Cooper decidió trasladar su programa de radio al Apollo, un espacio que buscaba nuevos talentos entre la comunidad negra. Talentos que, a pesar de llevarse el aplauso del público blanco, no podían mezclarse con él. Esos músicos, cantantes, actores y humoristas no podían hospedarse en los mismos hoteles, ni comprar en las mismas tiendas, ni siquiera sentarse en la misma zona del autobús.
Paradójicamente, el Apollo fue perdiendo su influencia cultural conforme los afroamericanos iban ganando libertades: cuando las estrellas negras cambiaron las tablas del teatro por las de otras salas mayores, en la década de los 70.
Una pieza más del renacimiento de Harlem
A pesar de que los años han ido diluyendo su influencia, el Teatro Apollo sigue siendo hoy una pieza imprescindible de la cultura neoyorquina. Realizó una labor crucial para el fortalecimiento y expansión de la cultura afroamericana. Además, formó parte del 'Harlem Renaissance', que es como se conoce al movimiento artístico y cultural que tuvo lugar en los años 20 en este barrio.
El teatro estaba ubicado en el corazón de Harlem, rodeado de músicos que tocaban en la calle y de iglesias de las que emanan voces de Góspel. Durante los años del florecimiento de Harlem surgieron clubes de jazz, como el famoso Cotton Club, además de teatros como el Apollo. Expresiones artísticas que surgieron en una época convulsa para el barrio, dominado por la pobreza, la marginación y violentas revueltas, que propiciaron que toda la población blanca huyera de la zona para instalarse en otros lugares.
Hoy Harlem vive su 'segundo renacimiento', muy diferente al que tuvo lugar el pasado siglo. El barrio apunta a convertirse en una de las zonas más florecientes de Nueva York. Y es que a sus tradicionales habitantes -familias afroamericanas con pocos recursos- se están sumando parejas jóvenes y ejecutivos, que buscan casas a precios más baratos, y a sólo unos minutos en tren de Manhattan. Hasta el ex presidente Bill Clinton ha instalado allí su oficina, a la que acude cada día en transporte público.
Sin embargo, este 'segundo renacimiento' de Harlem no es del gusto de todos. No son pocas las voces que se elevan para denunciar que los edificios de apartamentos y las cadenas de tiendas que planean asentarse en la zona acabarán con la idiosincrasia de un barrio que ha sido fundamental no sólo en la historia de Nueva York, sino de todo EEUU.