Albert Speer, el arquitecto de Hitler

Speer siempre dijo que no sabìa nada de los crìmenes en los campos de concentraciones. Esta fotografìa lo desmiente totalmente. Speer visitando el campo de concentraciòn de Mauthausen en 1944


Un repaso a la vida del llamado Arquitecto de Hitler nos servirà ademas para darnos una idea de su responsabilidad en los crìmenes cometidos por el gobierno del cual fue parte. A continuaciòn, Albert Speer en El Secreto De Zara.

Biografìa

Albert Speer nació el 19 de marzo de 1905, en el seno de una familia económicamente muy acomodada. Fue el segundo de tres hermanos varones (Hermann, Albert y Ernst) siendo ignorado tanto por su madre como por su padre, en favor de sus hermanos, de los cuales era víctima frecuente de sus bromas.

Esto le valió generar una "coraza" y lo convirtió en un persona incapaz de mostrar, y no sé hasta donde de sentir, sentimientos de familia y de amistad. Este coraza lo marcaría para prácticamente el resto de su vida. Lo que obtuvo de su familia fue un pasar económicamente desahogado, algo muy especial en la Alemania de la década de 1920.

Como contra balance, desarrolló una importante capacidad intelectual y una marcada apariencia de aplomo personal, lo cual, unido a su fuerte contextura física, lo llevaría en varias ocasiones a imponerse con su sola presencia.

Creció en medio de una familia rica en bienes materiales, pero de una pasmosa carencia de afectos. Albert se formó en su intimidad personal como una persona silenciosa y poco dada a las demostraciones emotivas. Esto repercutiría fuertemente en la maduración de su carácter. No obstante, su ser proyectaba una imagen reinventada muy atrayente por su caballerosidad y apostura. Debido a estas carencias emocionales, Albert desarrolló una faceta en su personalidad de psicosomático.

Pasó su infancia en la residencia familiar de Mannheim. Hijo de arquitectos, descendía de una familia de la alta burguesía. Su abuelo, Hermann Hommel, fue comerciante que hizo fortuna con herramientas; de él, la familia Speer heredó un buen estatus económico.

En la escuela, Albert fue un aventajado alumno de matemáticas, en especial en el manejo de estadísticas. En su juventud, Speer primero quiso ser matemático, pero acabó siguiendo los antecedentes familiares y estudió arquitectura. Inició sus estudios en Karlsruhe, para después trasladarse sucesivamente a Múnich y Berlín. Su deporte favorito era el remo.

Fue alumno de Heinrich Tessenow en la Escuela Técnica Superior de Berlín-Charlottenburg, llegando a ser su ayudante. Dentro de las pocas amistades que tuvo en aquella época de estudiante, se relacionó con judíos aspirantes a arquitectos, tales como Raphael Geis, quien sería un apasionado líder antinazi. Tras completar sus estudios en 1927, se casó el 28 de agosto de ese año, pese a la oposición de su familia, con Margarete Weber, su amiga de la clase media desde los 15 años y su compañera de toda la vida. De esta unión nacerían Albert (hijo), Fritz, Arnold, Hilde, Margret y Ernst.

Se recibió de arquitecto en 1927 y pasó a desempeñarse como ayudante de cátedra del prestigioso arquitecto, y maestro, Heinrich Tessenow.

Partido Nazi

Albert Speer


En los años 20, Alemania se encontraba en medio de una dura depresión económica. No había prácticamente oportunidades laborales ni proyectos de construcción para un joven arquitecto recién licenciado. Era la época de la llamada Gran Depresión, y el joven matrimonio sobrevivió gracias a la ayuda de la familia de Albert, que contaba con bastantes recursos.

En 1928 aceptó el cargo arquitecto de la Corte del soberano de Afganistán, Amán Allah, que deseaba contratar especialistas alemanes para llevar a cabo reformas en su país. Sin embargo, Amán fue derrocado antes de que Speer se trasladara a Afganistán.

En 1931, varios de sus alumnos le convencieron para que asistiera a una reunión del NSDAP o Partido Nazi en el parque Hasenheide de Berlin, donde quedó hipnotizado por la poderosa elocuencia de Adolf Hitler.

Speer se afilió al partido en enero de 1931 con carné número 474.481. Posteriormente fue asignado a las SS, en la división motorizada e hizo labores de estafeta, aunque nunca figuraría oficialmente en ninguna lista SS por errores administrativos. Curiosamente, esto se mantuvo incluso aunque fue asignado en dos ocasiones a las SS: en 1942, cuando Himmler dio la orden de asimilarlo a las SS con el nº 46.104, fue agregado a la Plantilla Personal - RFSS. Este error, aparentemente sin importancia, le salvaría la vida más tarde.

El primer cometido de Speer como miembro del Partido le llegó en 1932 cuando Karl Hanke le solicitó reformar las oficinas del Gauleitung en Berlín. Hanke empezó a recomendar a Speer dentro de los círculos del partido.

En 1933, Joseph Goebbels le pidió que renovara la oficina principal del Ministerio de Propaganda. Speer puso toda su pasión en esta reforma y lo hizo en tiempo récord. Goebbels quedó impresionado con su trabajo y le recomendó a Hitler.

Posteriormente se le encargó, en ese mismo año, la decoración del monumento de Tempelhof, donde se colocó una inmensa águila apoyada en el símbolo nazi. La aprobación para esta obra la dio el mismo Hitler en persona a Speer.

Hitler apadrinó a Speer y le asignó a que ayudara al afamado arquitecto Paul Ludwig Troost, a quien Speer consideraba su segundo maestro, a renovar el apartamento del canciller en la Cancillería de Berlín. En este puesto, la aportación más notable de Speer fue la adición del famoso balcón, desde el cual Hitler podía saludar a las numerosas personas que se congregaban en la Wilhelmsplatz para verle. Speer y Troost informaban directamente a Hitler sobre el avance de las obras.

En 1934, Hitler le encargó la obra de embellecimiento de las condiciones de trabajo en el Frente de Trabajadores, que estaban a cargo de la construcción de las autopistas (autobahn), construyendo barracones modelos para estos trabajadores. También participó en la organización nazi Fuerza por la Alegría, integrada en el Frente de Trabajadores. Dentro de ella, desarrolló el proyecto llamado "Belleza del Trabajo", que pretendía mejorar las condiciones estéticas del trabajo en las fábricas alemanas, mediante el diseño de talleres, mobiliario, vajilla y otros elementos decorativos.

Ese mismo año se le asigna como Jefe del departamento de despacho de Rudolf Hess y en ese puesto traba una sólida amistad con la famosa documentalista y fotógrafa Leni Riefenstahl.

Primer Arquitecto de Alemania



El arquitecto Troost murió en 1934, y eligieron a Speer para reemplazarle como arquitecto jefe del Partido. Uno de los primeros encargos después de ese ascenso fue el probablemente más conocido de todos sus diseños: la tribuna del Campo Zeppelín, el área de desfiles de Núremberg, que se puede ver El triunfo de la voluntad, la obra maestra de la propaganda dirigida por Leni Riefenstahl.

Speer, para una mejor administración de sus trabajos, contrató a dos colaboradores: Annemarie Kempf, su secretaria personal, y al arquitecto de las SS, Rudolf Wolters, quienes serían su propio círculo de hierro.

En su autobiografía, Speer afirma que, cuando vio el proyecto original, hizo el comentario despectivo de que el campo de desfiles se parecía al lugar de reunión de un «club del rifle». Le invitaron a que hiciera un diseño nuevo.

Utilizó como base de partida la antigua arquitectura dórica del altar de Pérgamo, en Turquía, pero ampliada a una escala enorme, capaz de albergar hasta 240.000 personas. En la reunión del partido en el campo de desfiles, en 1934, aconsejado por Leni Riefenstahl, Speer mandó rodear el área con 150 proyectores antiaéreos. Esto creaba un efecto de «catedral de luz», como lo llamó el embajador británico Sir Neville Henderson.

Núremberg estaba destinada a contener muchos otros edificios oficiales nazis, la mayoría de los cuales nunca se llegaron a alzar. Por ejemplo, el Estadio Alemán tendría una capacidad de 400.000 espectadores y en él se celebrarían los Juegos Arios, sustitutos proyectados por Hitler de los Juegos Olímpicos, que se celebrarían en Núremberg a perpetuidad. En el Campo de Marzo, la Wehrmacht debía realizar desfiles y ejercicios de combate anuales ante más de 160.000 espectadores, sentados en tribunas coronadas por una estatua femenina de 60 metros de alto.

Mientras planeaba estos edificios, Speer inventó la teoría del «valor de las ruinas» —apoyada con entusiasmo por Hitler—, según la cual se construirían todos los nuevos edificios de forma que dejaran unas ruinas estéticamente agradables en el futuro lejano. Esos restos serían el testamento de la grandeza del Tercer Reich, igual que las ruinas griegas o romanas son el símbolo de la grandeza de sus civilizaciones.

El 30 de enero de 1937, Hitler nombró a Speer como Generalbauinspektor (Inspector general de construcción) con el rango de Secretario de Estado, y se le encargó que hiciera planes para la reconstrucción de Berlín, que habría de convertirse en la capital de un Estado supra-germano — Welthauptstadt Germania.

Otros arquitectos trabajaron para Speer, como por ejemplo Peter Klinke, Hans Stephan y Willie Schelkes, quienes fueron sus colaboradores dentro de sus especialidades en la oficina denominada GBI. También se unió Annmarie Kempf y Wolters. Speer invitó asimismo a participar a su mentor Tessenow, pero éste gentilmente rehusó el ofrecimiento.

El primer paso de estos planes fue la reforma del Estadio Olímpico de Berlín, usado para los Juegos Olímpicos de 1936, que había sido diseñado por Werner March. Speer proyectó igualmente la nueva Cancillería del Reich, que incluía un enorme salón dos veces mayor que el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles. Hitler quería construir una tercera Cancillería, aún mayor, aunque nunca se comenzó. La segunda cancillería fue destruida por el ejército soviético en 1945 y sus restos fueron utilizados para construir el monumento-cementerio militar de Treptow, a las afueras de la ciudad.

En 1937, Speer proyectó el Pabellón alemán de la Exposición Internacional de 1937 en París, que estaba situado justo en frente del Pabellón soviético. Su diseño pretendía representar una defensa sólida contra los embates del comunismo, aunque ambos pabellones fueron galardonados con medallas de oro por sus diseños.

En 1939, la Cancillería quedó terminada y Hitler, como muchos más, quedaron extasiados por la belleza de la reforma. En la planta baja y ocupando una gigantesca sala se instaló la maqueta del Berlín reconstruido, denominado Germania. En esa maqueta Hitler pasaba horas y horas en la madrugada como una forma de distracción. Según sus declaraciones a Speer, veía en esa maqueta un monumento post mortem a su gestión.

Del resto de los edificios planeados para Berlín, casi ninguno llegó a construirse. El concepto general era reorganizar Berlín a lo largo de un bulevar central de cinco kilómetros. En el extremo norte, Speer, basándose en esbozos dibujados por Hitler en los años 20, pensó en un edificio con una enorme cúpula, inspirado por la cúpula de concreto del Panteón de Agripa. El tamaño de la cúpula la haría poco práctica: más de 200 m de alto y casi 250 m de diámetro, dieciséis veces más grande que la cúpula de San Pedro. En el extremo sur del bulevar habría un arco semejante al Arco del Triunfo de París, aunque asimismo mucho más grande: 120 m de alto. De hecho, el Arco del Triunfo habría cabido en su vano. El comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939 impidió la finalización de estos proyectos, si bien no fueron formalmente abandonados por Hitler hasta bien entrada la guerra.

En 1940, debido a que se estaban llevando a cabo simultáneamente obras de reconstrucción en más de 30 ciudades alemanas, Speer solicitó a Hitler el cargo de Comisionado del NSDAP para la Arquitectura y Planificación urbana y así evitar el caos y uniformar los estilos, pero Hitler rechazó la idea.

En 1941, Speer dirige simultáneamente varios proyectos: erige los refugios antiaéreos de Berlín y construye fábricas en Brünn, Graz y Viena. En Noruega proyecta la construcción de un enorme astillero para submarinos. Diseña y levanta varias fábricas para el esfuerzo bélico en suelo alemán.

A raíz de los bombardeos, sumado al proyecto del nuevo Berlín, Speer fue presuntamente responsable de la deportación forzada de unos 50.000 judíos, expulsándolos de sus casas para hacer sitio para sus grandiosos planes, y del realojo forzado de ciudadanos alemanes afectados por estas obras. Sólo se salvaron de la deportación unos 26.000 judíos que trabajaban en las fábricas de armamento. Este aspecto se conoce como el de los pisos judíos.

Respecto al tema judío, Speer aparentó ignorar algunos hechos relacionados con el destino de los judíos berlineses, pero tenía al menos fundadas sospechas de cuál era ese destino y optó por abstraerse de ese tema.

A principios de 1942, Speer fue destinado a Dnepopestrovsk, en Kiev, para la reconstrucción de los nudos ferroviarios en colaboración con la Organización Todt.

Ese mismo año, su hermano Ernst fue atrapado en el "kessel" de Stalingrado. Presionado por sus padres, Speer intentó sacar a su hermano a mediados de enero de 1943, sin embargo, ni siquiera pudieron localizar a su unidad, que fue declarada "desaparecida en acción".

Ministerio de Armamento

Albert Speer junto a Hitler


Después de que el Ministro de Armamento y Producción Bélica Fritz Todt muriera en un extraño accidente aéreo el 8 de febrero de 1942, Hitler inmediatamente le nombró su sucesor con la promesa de que cuando terminara la guerra volvería a la arquitectura.

Speer asumió con ahínco sus nuevas funciones, tomando además el liderazgo de su antecesor en la Organización Todt. Mantuvo a los colaboradores de su antecesor, tales como el ingeniero Xaver Dorsch, uno de los más brillantes ingenieros de la Alemania nazi, y a Karl Saur, quien complotaría en su contra más adelante. Al asumir su nuevo cargo, Speer entró en el periodo más oscuro de su vida y trayectoria en el gobierno nazi.

Speer al frente del Ministerio de Armamento consiguió una increíble reactivación industrial en el terreno militar. Pese al diluvio de bombas que los aliados lanzaron sobre la industria militar del III Reich, ésta funcionó con una asombrosa eficacia, produciendo las cifras más altas de armas de toda la guerra y los productos tecnológicamente más avanzados. Todo ello gracias a Albert Speer, una de las personas mas eficientes que rodearon a Hitler.

Mientras fue Ministro de Armamentos y Municiones no tuvo todo bajo control y en más de una vez chocó con otros jerarcas, independientemente de lo político, algo en lo cual Speer no estaba muy comprometido, aunque sí advertido.

Erhard Milch, creador de la Lufthansa y posteriormente de la Luftwaffe, se quejó en ocasiones de que determinadas áreas destinadas a la producción de aviones eran requeridas por Speer para otros fines industriales. Recién cuando fue nombrado Ministro de Armamentos y de la Producción para la Guerra tomó total dimensión y logró cifras impresionantes de producción de armamentos, aviones y submarinos. Pero ya era tarde: no quedaban pilotos avezados; los principiantes que con unas pocas horas de entrenamiento eran enviados a la batalla, eran abatidos casi sin inconvenientes por parte del enemigo.

Las tripulaciones de los submarinos eran cada más bisoñas, a lo mismo que sus comandantes, y ya no podían merodear por el Atlántico con la impunidad de antes. La red de ferrocarriles del Reich, constante preocupación de Speer, estaba muy deteriorada y con enormes problemas de material y tráfico.

Pero junto con la tardanza, por distintos motivos, de nombrar a Speer como factotum de la industria bélica, fue la decisión de Hitler, luego de los rotundos triunfos de 1939 y 1940, de paralizar el desarrollo de armas más modernas, que ya estaban en fase de prototipos o en los tableros de dibujo.

Pues para Hitler, la campaña de Rusia no iba a ser otra cosa que "juego de niños en un arenero", sin hacer caso a su Estado Mayor, que le prevenía de pecar de un exagerado facilismo respecto de Rusia. Esa decisión de 1940, sumada a los errores de apreciación de Hitler en 1941, cuando invadió Rusia y le declaró la guerra a Estados Unidos, fueron las miopías que inclinaron la balanza de la guerra.

Además de haber dejado escapar al Ejército Expedicionario Inglés en Dunkerque, cuando Guderian lo tenía cercado, en favor de un Goering presuntuoso e ineficaz. El haber decidido no continuar con la Batalla de Inglaterra, cuando tenía de rodillas al Reino Unido, completa el panorama a futuro.

Anècdotas en Parìs

Hitler,junto a los arquitectos Speer y Giessler


Hitler llegaba a París a bordo de un avión que aterrizó en el aeropuerto de Le Bourget. Tres Mercedes blindados le recogieron junto con su séquito para trasladarle a la ciudad. En el primer automóvil viajaba el Führer acompañado por los arquitectos Albert Speer y su rival, Hermann Giessler, el escultor Arno Breker y el ayudante Schmundt. La primera visita en París fue la Ópera, edificio neobarroco del arquitecto Garnier que entusiasmaba a Hitler: ¡Mi Ópera!, desde mi primera juventud he soñado con ver directamente este símbolo del genio arquitectónico francés.

Ante sus acompañantes, el Führer hizo una exhibición de sus conocimientos acerca del edificio, su distribución y su historia. Siguió luego la visita por los Campos Elíseos, la Madeleine, el Trocadero, la torre Eiffel. En ese punto se pararon y hay una famosa foto en la que Hitler, en la que a los arquitectos Speer y Giessler, y al escultor Becker, se les ordenó vestir uniformes militares.

Además pasó por el Arco del Triunfo, el monumento al Soldado Desconocido y los Inválidos, donde permaneció unos minutos en silencio ante el sarcófago de Napoleón y cuando salieron a la calle comentó al fotógrafo Hoffmann: Ha sido el mas bello momento de mi vida.

Por lo demás, apenas mostró interés por Notre-Dame, al Sainte-Chapelle o el Louvre. Curiosamente, se detuvo al pie del Sacre-Coeur donde permaneció unos minutos rodeado por sus guardaespaldas mientras numerosas personas pasaban por allí camino de misa y según Speer fue reconocido por muchos fieles, que no le prestaron ninguna atención.

Cuando a las 9 de la mañana dieron por finalizada la visita, Hitler le dijo a Speer: Poder ver París ha sido el sueño de toda mi vida. No puedo expresar todo lo feliz que soy al ver cumplido hay este deseo.

Aquella misma noche le comunicó a su arquitecto que debía acelerar todos los trabajos sobre el nuevo Berlín ante cuya grandiosidad palidecería la capital francesa. Dijo Hitler: ¿No es verdad que París es hermoso? Berlín deberá superarlo en belleza. Cuando hayamos terminado, París siempre ocupará un segundo lugar.

Y fue a raíz de esta visita cuando en el estudio de Speer se amontonaban los encargos de Hitler y de Göring para configurar esa fantástica capital. Aparte de numerosos aeropuertos para la Luftwaffe, se estaba diseñando el área sanitaria, la universidad, el Gran Recinto destinado a los discursos de Hitler, la nueva residencia de Göring… y, fuera de la capital, el nuevo estadio de Nuremberg que debería disponer de 350.000 asientos.

Según Speer, durante aquellos meses del triunfal verano de 1940, Hitler le convocaba continuamente en Berlín o en Berchtesgaden, para comprobar la marcha de los proyectos y le recordaba al arquitecto, que todo debería estar terminado para 1950.

Según Speer: "Durante ese verano maravillosamente cálido parecía que Hitler no tenía otra cosa en su cabeza. En realidad, todos nos sentíamos, por así decirlo, en un estado de éxtasis".

Germania



Speer mismo reconocío más adelante, luego de la guerra, que las proyectadas construcciones para Berlín, las que querìa Hitler, eran disparatadas. También le llamó la atención que Hitler quisiera construir un estadio olímpico para 350.000 espectadores porque quería que luego de la guerra, los juegos olímpicos se desarrollaran siempre en Berlín. A Speer, que era gran deportista ( practicaba canotaje con su esposa), no le cayó bien esa idea.

El padre de Speer, que también era arquitecto, cuando vió la maqueta de las construcciones de Berlín le preguntó a su hijo y sus colaboradores, si se habían vuelto totalmente locos. Speer admitiò que estaba totalmente fascinado con la atención que Hitler le había prestado a su persona.

Los desacatos



Speer, con un riesgo considerable para su propia vida, evitó la realización de la política de tierra quemada deseada por Hitler, tanto en los territorios ocupados como en el propio suelo alemán. A mediados de 1944, Hitler había ordenado a Speer destruir toda la infraestructura productiva, fábricas, maquinarías, granjas, factorías. Él ignoró esta orden y mantuvo la capacidad industrial de estos países y la del suyo propio. Hitler le ordenó también incrementar la producción de gases venenosos, como el tabún y el sarín, que ya estaba bastante avanzada en su puesta en marcha. La idea de Hitler era gasear a los rusos que traspasaran las fronteras alemanas. Nuevamente Speer ignoró dicha orden y detuvo la fabricación de elementos para una guerra química, exponiendo de este modo su propia vida ante Hitler.

A principios de 1945, le fue añadida otra responsabilidad, la de ministro de transportes. En abril de 1945, la situación ya era terminal para el régimen nazi. Hitler confeccionó su testamento político el 29 de abril y no consideró a Speer en el gobierno de sucesión que se ejercería después de su muerte. Éste visitó por última vez a Hitler en su búnker con el propósito de despedirse y, en una conversación de una hora, le confesó a Hitler los desacatos cometidos; Hitler sólo guardó silencio ante la confesión de Speer. Luego Speer manifestó que se iba de Berlín y Hitler fríamente le dejó marchar con las palabras: «¿Así que se marcha?... bien... [...] ¡Adiós!». De este modo, con una frialdad que no reflejaba el tipo de relación mantenida, terminó la relación entre Hitler y Speer.

Previamente Speer trató de convencer a Magda Goebbels que desistiese de la determinación de suicidio de ella y sus hijos, pero la intervención brusca de Joseph Goebbels le impidió seguir conversando, muy a su pesar. Más tarde se despidió de Eva Braun y salió rumbo a un sector en las afueras de Berlín, en donde evacuó a su familia más tarde a Berghof. En alianza con el general Gotthard Heinrici, ordenó a las tropas del frente oriental que desobedecieran las órdenes de Hitler, se retiraran al frente americano y se rindieran allí, en lugar del intento suicida de romper el bloqueo con el que el ejército soviético sometía a Berlín.

Cuando supo que Hitler se había suicidado, Speer se abatió en una profunda depresión, de la cual sólo se recuperó cuando fue llamado por Karl Dönitz en Plön, en la frontera con Dinamarca, para formar el gabinete del nuevo gobierno alemán, en reemplazo de Martin Bormann. Dicho gobierno alcanzó a operar unos 20 días y no fue reconocido por los aliados.

Fue arrestado por los norteamericanos el 12 de mayo de 1945 e interrogado acuciosamente por la comisión para el control de la Alemania, conformada por técnicos aliados. Speer entregó información de utilidad que permitió la continuidad de la existencia de Alemania como nación. Entre otras informaciones de valor, ayudó al Estado Mayor americano a conocer los efectos reales de sus bombardeos aéreos sobre la economía de guerra alemana en los años 1942 a 1945. Algunos de estos bombardeos casi lograron paralizar la producción alemana, sobre todo cuando tuvieron como objetivo industrias altamente especializadas, como la de rodamientos o la química, mientras que sólo aumentaron el deseo de resistencia de la población civil cuando fueron indiscriminados (por ejemplo, durante el Bombardeo de Hamburgo o el Bombardeo de Dresde).

Los años finales

A pesar de haberse ganado la buena disposición del fiscal Robert H. Jackson, estuvo a punto de ser condenado a muerte, cosa que el mismo Speer creía firmemente, puesto que muchas pruebas fueron acumuladas en su contra: su afiliación a las SS, el trabajo esclavo, entre otras. Finalmente fue condenado a 20 años de prisión en Spandau (Berlín), principalmente a causa del uso que hizo del trabajo esclavo.

De haberse corroborado su fichaje en las SS (se habían consultado registros anteriores a 1942), y de haberse establecido que conocía fehacientemente el exterminio judío, Speer, sin lugar a dudas, habría sido ejecutado.

En su estadía en Spandau, Speer mantuvo amistad con Rudolf Hess, cautivo desde 1941, y otros jerarcas de menor importancia. Su liberación en 1966 fue un acontecimiento mundial. Publicó varios libros semi-autobiográficos, hasta su muerte en Londres en 1981.

Speer, ante sus biógrafos, explicaría acerca de la personalidad de Hitler que fue un ser desprovisto de humanidad, de una verdadera esencia que pusiera límite a sus pasiones. Sus comentarios han permitido a muchos historiadores acercarse más al verdadero perfil de Hitler y su régimen. Años más tarde diría sobre la personalidad del líder nazi:
"A pesar que de estuve mucho tiempo a su lado, nunca llegué a conocerlo. No sé quién fue exactamente Adolf Hitler."
En el pecho de Hitler, en el lugar donde debía existir un corazón, había solo un hueco".
"Si Hitler hubiera tenido un amigo, éste habría sido yo"-...Hitler, (...) era incapaz de sentir amistad, no creo que supiera lo que esta significaba...
Hitler fue lo mejor para Alemania. Sin embargo, Alemania no fue lo mejor para él..."

Sus autobiografías tituladas Memorias y Diario de Spandau— proporcionan una mirada personal y excepcional de las grandes personalidades de la época nazi. No obstante, muchos críticos opinan que Speer minimiza y evade su propia responsabilidad en las atrocidades de la época.

Según entrevistas realizadas después de su encarcelamiento y posteriormente, Speer adoptó la actitud cómoda de «mirar para otro lado» ante las atrocidades nazis. Por ejemplo, admitió que era consciente de la existencia de Auschwitz, y de que ahí estaban ocurriendo muchas muertes. Por ello, evitó intencionadamente visitar el campo o conseguir más detalles de lo que ocurría en realidad.

Speer pasó los últimos años de vida en un semi-retiro autorrevisionista, viviendo de sus derechos de autor, en compañía de su esposa Margret en Bergohf, hasta que la muerte lo sorprendió en septiembre de 1981.

Epìlogo

Quizá lo que libró a Speer de la horca fue su elección de asumir alguna de sus culpas y colaborar. En su afán por salvar el cuello llegó incluso a hablar de su participación en un atentado que acabase con Hitler.
Sobre los procesos de Núremberg, era lógico que Speer, que formaba parte de la cúpula nazi, fuese uno de los procesados por ser Ministro de Armamento y por usar mano de obra esclava en las industrias. A pesar de esto, a su favor jugaba que también discrepase de los planes finales de Hitler.

Cuando el Führer llevaba mas de un mes en el búnker de la Cancillería seguía moviendo ejércitos y manejando producciones industriales inexistentes; a la vez que daba órdenes que muchos ministros como Speer ya no cumplían. Hitler en ese aislamiento en el que vivió el final de la guerra, no sabía que Speer había boicoteado las destrucciones industriales ordenadas en el Ruhr y en el Sarre para que los aliados hallaran allí solo “tierra calcinada”.

Y es que los proyectos de Hitler no eran los de Speer. En aquellos últimos días en los que se hacía evidente la derrota, Hitler solía decir: “Si somos derrotados, es porque Alemania no es digna de mí”. Esta claro que no le interesaba la suerte de Alemania, ni sus gentes… Le traía sin cuidado la destrucción del país y el sufrimiento del pueblo. Una actitud muy distinta a la de Speer que hasta entonces había realizado el milagro de intensificar la producción armamentística en las circunstancias mas adversas.

También resultó ser un tipo que pareció sufrir algún tipo de amnesia porque tras la guerra nada sabía de campos de concentración, de planes de exterminio, pero arriba he mostrado una fotografìa visitando el campo de concentraciòn de Mauthausen en 1944, lo cual le delata la mentira.