Los secretos de la Guardia Suiza



La Guardia Suiza fundada por el Papa Julio II en 1505, ante la necesidad de que existiera un cuerpo militar siempre disponible para proteger al Papa. En ese momento, la elección lógica fueron los mercenarios suizos, debido a la reputación que se habían labrado en las Guerras de Borgoña. La fecha oficial de fundación es el 21 de enero de 1506. Desde entonces ha variado enormemente en número y composición, e incluso se ha disuelto por completo en algunas ocasiones.

Historia

Durante el saqueo de Roma en 1527, las tropas de Carlos I de España y V de Alemania intentaron asesinar al Papa Clemente VII, en las escalinatas de la misma Basílica de San Pedro, en el Vaticano, siendo masacrados sus defensores, la Guardia Suiza, cuyos supervivientes consiguieron escoltar al Papa para refugiarse en el Castel Sant'Angelo. El catòlico Rey de España, inspirador del Concilio de Trento, que desarrolló la Contrarreforma católica, frente a la Reforma protestante, atacó a la misma ciudad del Vaticano y al mismo Papa católico en tiempos de fanatismos religiosos en Europa, causando destrozos por doquier. Esta fecha es la escogida hasta la actualidad por la Santa Sede para incorporar nuevos miembros de la famosa Guardia Suiza.

La heroica defensa del pontífice en el gran saqueo de Roma de 1527, obra de tropas españolas y alemanas desatadas en una orgía anticlerical, les valió el privilegio de convertirse definitivamente en la guardia personal del Papa.

Jules Repond

El cuerpo ha tenido sus altibajos y ha estado al borde de la disolución en varias ocasiones. Pío X estuvo a punto de suprimirlo a principios del siglo XX, ante la revuelta, ya habitual, que siguió a su elección, porque los soldados exigían una paga extra por el trabajo durante la sede vacante. Al final optó por conservarlo, pero con un buen lavado de cara.

De esta 'refundación' nace la Guardia Suiza tal como la conocemos hoy y se debió a Jules Repond, el militar profesional a quien el Papa encargó la tarea. Repond era un señor que se paseaba por el Vaticano con prismáticos y un plano, como si estuviera a punto de entrar en combate, y hasta llegó a proponer colocar unos cañones. Se lo tomó muy en serio y consiguió dar lustre al regimiento: diseñó el uniforme actual, recuperó la alabarda, echó a los que no eran suizos -se había colado mucho romano- e impuso una férrea disciplina. De hecho, algunos guardias abandonaron el cuartel asqueados, cantando la Marsellesa y gritando vivas a Garibaldi, que 30 años antes había tomado Roma y acabó con los estados pontificios.

Actualmente



Está compuesta por unos cien soldados: cuatro oficiales, 23 mandos intermedios, 70 alabarderos, 2 tamborileros y un capellán. Se les entrena en procedimientos y manejo de armas modernas (como el fusil suizo SIG 550), aunque también se enseña a manejar la espada y la alabarda. El actual uniforme ha sido diseñado por el Comandante de la Guardia Jules Répond (1910-1921) a partir del modelo que se atribuye a Miguel Ángel hecho en 1505, por lo que es considerado una de las vestimentas militares más antiguas del mundo, siendo mucho más vistoso, alegre y brillante que el del siglo XIX: el yelmo, ornado con una pluma roja; los guantes blancos y la coraza, que aún tiene una reminiscencia medieval y el casco es una copia del que llebaban los soldados Españoles en el siglo XVI. El color rojo fue introducido por el Papa Leon X, en referencia al escudo de los Medicis. Los guardias suizos no usan propiamente botas, aunque sí medias adherentes a las piernas, sujetas a la altura de la rodilla por una liga dorada.

¿Qué hace hoy un guardia suizo? Pues vigila día y noche uno de los 27 puestos establecidos en las puertas, logias y salas vaticanas. Al principio está acompañado de un mando y sólo llega a escoltar al Papa tras ocho años de servicio. Vive dentro del Vaticano, en un cuartel con tres barracones que se halla a la derecha de la plaza de San Pedro, entrando por la puerta de Santa Ana. Si tiene graduación, al menos 25 años y lleva tres en el cuerpo, puede casarse. En este momento, 15 viven con sus familias y tienen 20 niños. Hasta hace poco no se admitían suizos de cantones italianos, «porque se temía indisciplina y un exceso de confraternización con la población», ha reconocido el comandante Mäder.

La Guardia Suiza recluta 30 personas cada año, para un periodo mínimo de dos, y exige los siguientes requisitos: ser suizo, católico, soltero, de entre 19 y 30 años, medir al menos 1,74 metros, tener una «reputación irreprensible», que certifica el párroco correspondiente, y un título de formación profesional o de enseñanza superior. Los candidatos deben haber cumplido el servicio militar suizo y hacer un curso en la escuela de reclutas del cuerpo en Suiza. No se admiten mujeres.

Solo Hombres



No hay mucho tiempo libre, pero tampoco demasiadas distracciones. Los soldados se pueden apuntar al equipo de fútbol, F.C. Guardia, fundado en 1975 y que juega amistosos, además del torneo vaticano. Disponen de una sala de juegos y un gimnasio, y de una piscina en un convento cercano. Pueden salir a dar una vuelta por Roma, pero sin trasnochar. No hay mujeres, «porque con 110 jóvenes encerrados en un cuartel causarían inevitables problemas disciplinarios y de relaciones», explica Mäder. Sin embargo, con el uniforme se debe de ligar, porque en el último año se han casado cuatro.

Las italianas y la belleza de Roma, tener una experiencia única en el extranjero, son algunos de los reclamos confesos de estos mozos llegados de aburrídisimos cantones. Pero también, por supuesto, la vocación de servicio y la fe católica. Engancha, porque muchos se quedan hasta diez años. En los valles suizos, ir a la Guardia es un orgullo y una tradición, a veces familiar. Los que vuelven cuenta anécdotas y recuerdan con nostalgia la vida de Roma. En el pueblo les conocen y a menudo su servicio les facilita encontrar un trabajo a su regreso, porque todos piensan que será un persona de confianza. Si no, no habría vigilado el sueño del mismísimo Papa.

Dudas y mas dudas

La Guardia Suiza es el ejército del Vaticano. Es la única religión que tiene un cuerpo armado propio, pero formado por mercenarios procedentes del país alpino. Últimamente han sido noticia por su escasa eficiencia. Recordemos el atentado a Juan Pablo II, y sus rencillas con la policía (italiana) que presta servicio en el minúsculo estado. Hoy son noticia porque el comandante de este ejército ha anunciado la posibilidad de admitir mujeres en su seno. Se saben de extrañas rencillas, muertes, enfrentamientos, suicidios, todo eso han salpicado estos palacios, asuntos que recuerdan las novelas conspirativas y esotéricas, como El código Da Vinci, tan de moda en los últimos años. Pero un caso se hizo célebre hace años, en 1998, la muerte del matrimonio Estermann y el suicidio de su asesino, el cabo del cuerpo, Cédric Tornay. Alois Estermann era comandante de la Guardia, muy próximo al Opus Dei, y de tendencia homosexual. Y fue asesinado junto a su esposa por el cabo, por negarle una promoción en el cuerpo, según la versión oficial vaticana. Se habló, no obstante, de que los militares eran amantes y que habían tenido una trifulca sentimental, y de que este tipo de relaciones homosexuales se dan con mucha frecuencia, siendo llamativas en unas tropas tan reducidas. Incluso se dice que el estado más homófobo de Europa tiene la proporción más alta de gays en su ejército.

Sin embargo, esta versión ha sido discutida en muchas ocasiones y la familia del cabo Tornay, que acusa a la Santa Sede de manipular las pruebas, siempre ha exigido una investigación independiente. Del sensacionalismo a los libros de investigación más rigurosos, las hipótesis han hablado, cuando menos, de una historia de infidelidad de la mujer de Estermann con el recluta. Pero también de un turbulento romance homosexual entre los dos guardias en medio de una rígida disciplina militar teutónica, un material demasiado bueno como para no disparar los rumores más escabrosos. Se llegó a decir que Estermann había sido espía de los servicios secretos de Alemania del Este. Asì que, como se puede observar, se encierran aùn muchos secretos escabrosos dentro de este cuerpo de èlite.