De nuevo con los Vampiros

Nosferatu, de F.W. Murnau, 1922.


Los vampiros se vuelven a poner de moda. Nuevo impulso a la temática. Libros y DVD reactivan el interés sobre la leyenda y el fenómeno de Drácula. El ocultismo se ha convertido en uno de los filones cinematográficos del año

Más allá de las lecturas metafóricas sobre el mundo de la cultura y los chupasangres, la realidad muestra que los vampiros vuelven a estar de moda. El éxito de la serie Crepúsculo -tanto en su vertiente literaria como en la cinematográfica-, la buena acogida de la revisión nórdica del género (el filme Déjame entrar), o la estética de millones de jóvenes góticos en todo el mundo son la materialización de esta nueva fascinación. La reedición del libro inaugural del vampirismo, 'Tratado sobre los vampiros', del padre Augustín Calmet, y la publicación de una edición de lujo de Nosferatu, de Murnau, son, de momento, el último capítulo de la epidemia.

Empezando por el principio, Reino de Goneril (editorial hija de Rey Lear) acaba de reeditar el Tratado sobre los vampiros que en 1751 se publicó en París, con firma del padre Augustin Calmet. El Tratado sobre la aparición de espíritus y sobre los vampiros o revinientes de Hungría, Moravia, etcétera, que es su título completo, es un catálogo de testimonios vampíricos de diversa índole. En palabras del escritor Luis Alberto de Cuenca, que prologa el libro, "cuando Calmet redactó este primer manual de vampirología quizá no fuese consciente de que estaba iniciando, en pleno Siglo de las Luces, una corriente subterránea y oscura que amenazaba con prestigiarse mucho en años posteriores. La obsesión por lo nocturno, por lo irracional, por lo gótico".

Pero tal vez algo sabía el propio Calmet, pues, entre historias de campesinos resucitados, brucolacos de Grecia y turbas que acudían a los cementerios a clavar estacas de fresno en el corazón de los cadáveres, cuela la siguiente afirmación: "Cada siglo, cada nación, cada país tiene sus prevenciones, sus enfermedades, sus modas, sus inclinaciones que los caracterizan y que pasan y se suceden las unas a las otras; a menudo lo que ha parecido admirable en un tiempo, se convierte en lamentable y ridículo en otro".

Las historias de Calmet tuvieron bastante predicamento y llegaron hasta Benito Jerónimo Feijoo, que hizo un comentario de la obra. Luego llegó el romanticismo y su pasión por lo oscuro, la novela gótica de Sheridan Le Fanu y, por fin, la popularización definitiva a cargo de Bram Stoker y su Drácula (1897).
Vampiros de cine

Era inevitable que el vampirismo llegase al cine. Y lo hizo además con una de las obras maestras del séptimo arte: 'Nosferatu', de Murnau. La película, que ha sido objeto de múltiples revisiones y que anticipó la iconografía de los dráculas de Bela Lugosi y Christopher Lee, conoce ahora una edición de lujo a cargo de Divisa Ediciones. Dos DVD (uno con la película restaurada y la partitura original de Hans Erdmann, y otro con varios documentales sobre el rodaje de la película) más un libro con abundante información y material gráfico componen esta revisión del mito vampírico que ha sido coordinada por Luciano Berriatúa, experto en la obra de Murnau y artífice de la restauración del filme.

El trabajo de Berriatúa desvela todas las claves que hicieron posible el surgimiento de Nosferatu como "un film erótico/ocultista/espiritista/metafísico", que es como se vendió en su momento y como se subtitula esta edición. Así, sigue los pasos de Murnau como joven homosexual de la burguesía artística berlinesa, desde sus comienzos en la compañía teatral de Max Reinhardt hasta su encuentro con el productor Albin Grau y su secta ocultista.

El libro de Bearriatúa destaca las aportaciones de Grau a la película, como la iconografía simbolista y esotérica, y, sobre todo, la caracterización del personaje como un ser escuálido, repugnante y con aspecto de rata: largos y huesudos dedos e incisivos afilados para chupar sangre. Igual que pasó con Calmet, Murnau jamás sospechó que su creación vampírica acabaría derivando en la estilización actual.