Obligan a danzar a un bailarín en el aeropuerto para poder entrar en Israel

Porque desconfiaban de su nombre musulmán. Les expliqué que mi padre se convirtió al islam y me dio este nombre", manifestó el bailarin.

El bailarín estadounidense Abderrahim Jackson, de la compañía Alvin Ailey, ha denunciado que fue obligado a dar unos pasos de danza en el aeropuerto de Tel Aviv (Israel) para probar su identidad ante los guardias de seguridad, que desconfiaban de su nombre musulmán.

Abderrahim Jackson llegó el domingo por la noche al aeropuerto Ben Gurion junto a sus compañeros, que pasaron los controles de identidad sin problemas, explicó al diario Yediot Aharonot, que publicó la historia este martes.

"Cuando llegó mi turno, se me acercaron (los agentes de control del aeropuerto) y me pidieron que me hiciera a un lado", relató Jackson, de 31 años. Entonces, un grupo de guardias de seguridad le llevaron a una sala de espera separada, donde comenzaron a hacerle preguntas sobre su nombre.

"Les expliqué que mi padre se convirtió al islam y me dio este nombre. Me preguntaron repetidamente cómo se llaman mi padre, mi madre y porque me dieron este nombre", precisó.

Después, para probar que es bailarín profesional, Jackson recurrió a un folleto de la Alvin Ailey que contenía varias fotografías en las que aparece sobre escena. Ni el folleto ni la fama mundial de su compañía disiparon las dudas de los agentes.

Una situación embarazosa

"Uno de ellos me pidió entonces que bailara para él. Me daba vergüenza pero tenía miedo de hacer algo incorrecto que pudiera hacerme parecer sospechoso", recuerda Jackson, que visitaba Israel por primera vez. Así, Jackson dio "unos pocos pasos de danza" y "tras otra clarificación sobre los detalles" recibió luz verde para pasar el control y unirse a sus compañeros de compañía.

El control duró aproximadamente una hora. Jackson reconoce que la situación fue "embarazosa y desagradable", pero recuerda que también fue obligado a bailar en un aeropuerto de su país cuando volvía de República Dominicana. "A lo mejor tengo que acostumbrarme a bailar en los aeropuertos", concluye con humor.