Investigaciones y técnicas sobre el viaje astral



Y técnicas para realizarlo por Lobsang Rampa. Nos ponemos algo metafísicos hoy. El Viaje Astral se produce cuando el cuerpo astral o alma, se separa del cuerpo fïsico, sin que para ello sea necesaria una intervención del cuerpo emotivo ni mediación del cuerpo mental, si bien el estado mental se hace necesario para su interpretación.

“Una noche me desperté de improviso y constaté, horrorizado, que no podía moverme. Pero la rigidez no tardó en desaparecer siendo reemplazada por una sensación de ingravidez. Luego de un instante recobré la vista y me encontré flotando por la habitación en posición vertical. Miré a mi alrededor y observé un cordón plateado que unía mi “cuerpo astral” con el cuerpo físico que había quedado en la cama”.

Así describía, en 1929, Sylvan J. Muldoon su primera EEC (Experiencia Extra Corporal) que había tenido a la edad de 12 años. Los experimentos de Muldoon (que luego logró repetir muchas veces el fenómeno) dieron pie para que comenzacen las primeras investigaciones científicas al respecto.

La EEC, sin embargo es algo demasiado común para que recién a mediados de siglo XX se le haya estudiado en un laboratorio. Millares de personas en el mundo manifiestan tenerla con frecuencia. Desde los anales de la SRP (Sociedad de investigaciones Síquicas) de Inglaterra fundada en 1882, hasta los estudios más modernos de diversas escuelas esotéricas, está la EEC como una forma de conocer e investigar más allá del cuerpo físico y de los sentidos físicos.

La descripción tipo se ajusta bastante a la hecha por Muldoon: la persona, acostada, en el estado de transición entre vigilia y sueño pierde la conciencia por un instante; luego se levanta con otro cuerpo (el cuerpo astral) permaneciendo el cuerpo físico en la cama como si fuera un traje, un vestido. A veces no se logra ver el cuerpo físico, pero el nuevo ámbito es muy diferente al mundo tridimensional. En este otro plano (el plano astral) se puede levitar, los objetos son menos rígidos, nos desplazamos a altas velocidades, etc..

Pero ¿qué es el cuerpo astral? ¿qué es el plano astral?.

Desde tiempos inmemoriales todas las culturas han hablado de un doble del cuerpo humano que tiene su manifestación en otro mundo, en otro ámbito, en otra dimensión. La existencia de este doble es mucho más difícil de probar científicamente que de comprobar en forma práctica.

En 1953, el profesor Hornell Hart de la Universidad de Duke, Carolina del Norte hizo una recopilación de casos. Los resultados eran, ya en aquel entonces, miles de personas que experimentaban el fenómeno. Más adelante el Dr. Tart de la Universidad de Davis en Carolina, experimentó con una dama que podía provocar el desdoblamiento a voluntad. Atada a la cama de pies y manos lograba ver objetos y mensajes no visibles aún para una persona que se encontrara de pié.

Para Ingo Swan, que fue estudiado por el Dr. Karlis Osis en 1971 en EEUU, desdoblarse era su juego favorito siendo niño: “vivía en las Montañas Rocosas y me divertía seguir la veta del metal entre las rocas”. Esto, claro está, con su cuerpo astral.

Ingo Swann, se convirtió luego en asesor permanente de la Agencia Espacial Norteamericana. Las posibilidades de superar el tiempo y el espacio con un procedimiento “parapsicológico”, habían llamado la atención en ambientes políticos y militares, que buscaban de esa manera beneficiar sus intereses. La NASA no perdía el tiempo, ni su dinero. Se le daba así una importancia diferente a la E.E.C., aunque no mayor a la que debería tener para cada ser humano.

Los sucesivos estudios no hicieron más que seguir confirmando la existencia de la EEC en gran cantidad de individuos. La utilización de esta práctica tiene, según esas mismas investigaciones, horizontes insospechados para la psiquis humana.

Janet Mitchell, ayudante del Dr. Karlis Osis de la ASPR (Sociedad Americana de Investigaciones Síquicas) hace una afirmación polémica pero sin duda bien fundamentada: "Si existe en el hombre una parte conciente que puede operar independientemente del cuerpo físico mientras este vive, entonces habrá que hacerse la pregunta si esa "parte" podría seguir existiendo cuando el cuerpo muere"

El abandono del cuerpo en las horas del sueño es una sensación que está lejos de ser una ilusión. Sylvan J. Muldoon explica: "Cuando pienso en ello me paree difícil creer que la existencia de una conciencia astral no sea conocida por todos. No puedo imaginarme que se ponga en duda una experiencia tan real, que no sea aceptada del mismo modo que se acepta la vida del cuerpo físico. Pero tal vez no pensaría así si yo mismo no la hubiera experimentado tantas veces. Cuando se ha salido del cuerpo ya no se puede tener la menor duda, se tiene el convencimiento".

En los últimos 20 o 30 años los estudios de la E.E.C. se volvieron más complejos y más minuciosos. "Lo que sorprende es la asiduidad de un fenómeno que es relativamente desconocido". Así lo entiende el Profesor H. Hart quien estudió las características de los casos obtenidos en los últimos años.

En el hospital Maimonides de Brooklyn (Nueva York) se ha trabajado en el Dream Experiment Unit (Unidad de experimentación onírica). En una de las llamadas "fases del sueño" se produce el R.E.M. (M.O.R. en español, movimientos oculares rápidos), que dura unos 20 minutos. En este período, se dice, la persona sueña. De hecho, si se despierta a un sujeto al finalizar el R.E.M. puede contar con exactitud sus sueños. En este período, según se afirma, se produciría el desdoblamiento, origen de la experiencia extra corporal.

En el terreno de las investigaciones oficiales abundan precisamente las especulaciones. Sin embargo la posibilidad de experimentar directamente es científica y apasionante a la vez. Y entonces surge la pregunta: ¿es posible que una persona común y corriente, a partir de ciertas prácticas, llegue a comprobar la existencia del cuerpo astral, del plano astral; o por lo contrario es un fenómeno reservado a una elite de sensitivos?

Para algunas culturas la respuesta es simple. Para los hinduistas y budistas, por ejemplo, la E.E.C. es básica para el conocimiento filosófico y místico. Es por lo tanto un fenómeno general. Escritores de diferentes latitudes y culturas nos aseguran que se puede aprender a "salir en astral", desde H. P. Blavatski, fundadora de la Teosofía, hasta el escritor esoterista T. Lobsang Rampa quien en su libro "You Forever" enseña en lecciones prácticas como llegar al desdoblamiento.

La gnosis enseña que las claves para llegar a participar de la experiencia son más simples de lo que podría suponerse. Los requerimientos básicos son, en principio, buena voluntad y esfuerzo.

Técnicas para el viaje astral por Lobsang Rampa



En la lección anterior tratábamos, al final, del pensamiento. Decíamos: «el pensamiento está donde el sujeto necesite que esté». Es ésta una fórmula que nos podrá ser útil para salir de nuestro propio cuerpo, para realizar viajes en el astral. Repitámosla.

El pensamiento está donde el sujeto necesita que esté. Fuera de nosotros, si lo necesitamos. Procedamos a un pequeño ejercicio. Aquí, también, necesitamos estar completamente solos, donde no hayan distracciones. Vamos a intentar salirnos de nuestro propio cuerpo. Tenemos que estar solos, distendidos, y aconsejamos que acostados, preferentemente sobre una cama. Una vez instalados, respirando lentamente y pensando en el experimento que intentamos llevar a cabo, tenemos que concentrarnos en un punto situado cosa de un metro y medio a dos frente nuestro. Cerremos los ojos, concentrémosnos; pongamos toda nuestra voluntad en el pensamiento de que yo — el yo real, el astral — vigila nuestro cuerpo desde el punto donde estamos concentrados (metro y medio a dos metros enfrente nuestro). Pensad. ¡Práctica! Procurad concentraros más y más. A fuerza de ejercitarnos, súbitamente experimentaremos un choque eléctrico, y veremos nuestro propio cuerpo acostado, con los ojos cerrados, a la distancia que va de nuestro cuerpo físico al punto de concentración.

Al principio nos costará un buen esfuerzo el llegar a este resultado. Sentiremos como si, por dentro, fuésemos un gran balón de caucho, cada vez más tirante. Continuaremos por este camino, sin que nada suceda. Por fin, de sopetón, reventaremos con una ligera impresión de estallido como, exactamente, si se punzase un globo de juguete. No nos alarmemos, porque si continuamos libres de todo miedo iremos adelante y nada nos perturbará en lo sucesivo: pero si nos dejamos dominar por el miedo, retrocederemos de nuevo dentro del cuerpo físico y tendremos que empezar nuestras experiencias de nuevo, en otra ocasión. Si queremos intentarlo en el mismo día, raramente lo conseguiremos. Necesitamos dormir, descansar, primero.

Sigamos adelante. Imaginémonos que ya hemos salido de nuestro cuerpo con el sencillométodo explicado; estamos contemplando nuestro cuerpo físico y preguntándonos lo que hay que hacer en aquel momento. No nos entretengamos; ¡lo volveremos a ver tan a menudo! En vez de esto, procedamos de la siguiente forma:

Abandonémonos como si fuésemos una pompa de jabón flotando perezosamente en el aire, ya que no llegamos al peso de una pompa de jabón ahora. No podemos caer, no podemos hacernos daño. Dejemos que nuestro cuerpo físico repose. Naturalmente, ya nos hemos ocupado de él antes de liberar nuestro astral de su envoltorio de carne. Hemos comprobado que nuestro cuerpo físico está a sus anchas. Si no hubiésemos tomado esas precauciones, nos expondríamos, a nuestro regreso, a encontrarnos con un brazo dormido o una tortícolis. Estemos bien seguros de que no hay arrugas que opriman un nervio, si, por ejemplo, hemos dejado un brazo extendido al borde de un colchón, lo que nos puede ocasionar agujetas más tarde. Una vez más, comprobemos que nuestro cuerpo está absolutamente a sus anchas antes de hacer el menor esfuerzo para levantar nuestro cuerpo astral.

Ahora, dejémonos llevar, dejémonos flotar por la habitación como si fuésemos la pompa de jabón moviéndose al compás de las divagantes corrientes de aire. Exploremos el techo y todos los sitios que normalmente no podemos ver. Procuremos acostumbrarnos a ese elemental viaje astral, ya que si no nos será imposible llevar a cabo felizmente excursiones más lejanas.

Vamos a intentar otra cosa algo diferente. En realidad, este viaje astral es fácil; no hay más dificultad que la causada por el tiempo que tardamos en convencernos de que podemos practicarlo. En ningún caso ni circunstancia hemos de temer; no cabe tener miedo, ya que un viaje en el astral es una etapa hacia la liberación. Cuando regresamos al cuerpo, entonces debemos sentirnos prisioneros, encerrados en barro, con el peso encima del cuerpo, que no responde bien del todo a los mandamientos del espíritu. No; no hay por qué temer los viajes astrales; el miedo les es ajeno.

Vamos ahora a repetir los viajes astrales bajo una terminología ligeramente distinta. Estamos tendidos sobre la espalda en nuestra cama. Nos hemos asegurado de que cada una de las partes de nuestro cuerpo físico está con toda comodidad, sin que puedan estorbar a los nervios de nuestra musculatura arrugas o cuerpos salientes; que nuestras piernas no están cruzadas, ya que, si lo estuviesen, podrían darnos calambres en el punto donde se obstruyese la circulación sanguínea. Permanezcamos tranquilos, apacibles; no existen influencias perturbadoras ni quebradero de cabeza alguno. Pensemos sólo en proyectar nuestro cuerpo astral fuera del cuerpo físico.

Distendámosnos cada vez más. Imaginémonos una forma fantasmal que corresponda toscamente al perfil de nuestro cuerpo físico, y que va separándose lentamente de éste y permanece flotando hacia arriba, como si fuese un globo infantil empujado por una suave brisa de verano. Dejadlo que se eleve, y mantened los ojos cerrados; de otra manera, en las dos o tres primeras veces os podría dar un sobresalto que podría ser lo suficientemente violento para arrastrar el astral a su sitio normal dentro del cuerpo.

Muchas personas experimentan un sobresalto peculiar exactamente cuando entran en el sueño. Muchas veces es tan violento que nos obliga a despertarnos del todo. Ese sobresalto está causado por una separación demasiado brusca de los cuerpos astral y físico; porque, como hemos dicho repetidamente, casi todo el mundo viaja por el astral durante la noche, aunque casi nadie tiene conciencia de tales viajes. Pero, volvamos de nuevo al cuerpo astral.
Pensemos gradualmente en nuestro cuerpo astral, que se separa con toda facilidad de su cuerpo físico, y que se levanta unos palmos sobre el físico. Permanece sobre nosotros, balanceándose poco a poco. Hemos podido percibir la sensación de flotamiento cuando nos dormimos; es el flotamiento astral. Como dijimos, el astral flota encima de nosotros, balanceándose tal vez. Está conectado por medio de la Cuerda de Plata, que va del ombligo del cuerpo físico al del astral (fig. 8).

Desprendiendose del cuerpo

No hay que mirar demasiado cerca; ya se ha dicho que si nos impresionamos y tenemos un sobresalto, haremos entrar nuevamente el astral dentro del físico, y tendremos que comenzar de nuevo en otra ocasión.

Supongamos que se han escuchado esas advertencias, y no ha ocurrido ningún contratiempo; entonces, cuando el astral esté flotando por unos momentos, no hay que tomar ninguna iniciativa, apenas pensar nada, respirar sólo superficialmente; porque debemos tener presente que es el primer tiempo en que hemos salido conscientemente del físico y se tiene que andar con mucho tiento.

Si no nos asustamos, si no nos estremecemos, el cuerpo astral flotará lentamente, alejándose, trasladándose al borde o a los extremos de la cama, sin el menor choque, y luego bajará hasta que los pies lleguen a tocar — o casi — sobre e] suelo de la habitación. Entonces, en el proceso de un «aterrizaje suave», el cuerpo astral podrá mirar vuestro físico y transmitir a vuestro cerebro lo que ve.

Tendremos una sensación incómoda tan pronto como miremos a nuestro físico, y advertiremos que ésta es una experiencia que nos humilla. Recuérdese aquel momento en que escuchamos nuestra propia voz. ¿La hemos escuchado en un magnetófono? De momento no hemos creído en absoluto que se tratase de nosotros, o, en este caso, que el magnetófono no funcionaba correctamente.

La primera vez que un individuo escucha su propia voz, no quiere admitir que sea suya; se siente espantado y mortificado. Pero hay que ver cuando contemplamos nuestro cuerpo por vez primera. Allá estamos con nuestro cuerpo astral, donde se ha transferido por completo nuestra conciencia. Experimentamos una sensación horripilante; no nos gusta ni la forma de nuestro cuerpo, ni su complexión; nos chocan las líneas de nuestro rostro y nuestras facciones. Si avanzamos algo más y miramos nuestra propia mentalidad, nos damos cuenta de ciertos recovecos insignificantes y fobias, que pueden originar un salto atrás hacia dentro del cuerpo físico, de puro miedo que sentimos.

Mas, supongamos que hemos podido superar este primer susto al contemplarnos por vez primera a nosotros mismos. ¿Qué sucederá? Tenemos que decidir adónde nos gustaría ir, lo que hay que hacer, lo que tenemos que ver. Lo más sencillo es visitar a una persona que conocemos bien; tal vez algún pariente próximo que vive en alguna localidad cercana. Ante todo, que sea una persona a quien visitemos con frecuencia, ya que nos será preciso visualizarla con mucho detalle, y también dónde vive y cómo se va allí. Recordemos que se trata de una cosa nueva para nosotros — nuevo, el hacerlo conscientemente — y necesitamos saber el camino exacto para regresar a nuestra propia carne.

Abandonemos nuestra habitación, sigamos por la calle (en el astral no hay por qué preocuparse, nadie podrá vernos), tomemos el camino habitual que siempre hemos seguido, con el pensamiento bien fijo en la imagen de la persona a quien deseamos visitar y en el camino a seguir. Entonces, a una enorme velocidad, mucho mayor que el coche más rápido puede alcanzar, nos hallaremos a la puerta de la casa de aquel pariente nuestro.

Con la práctica seremos capaces de ir a todas partes: mares, océanos y montañas no serán obstáculos para nuestros caminos. Todas las tierras y ciudades del mundo serán asequibles a nosotros.

Alguien pensará: «Suponiendo que pueda ir a donde quiera, pero no pueda regresar ¿qué sucederá?». La respuesta es que es imposible perderse. Es imposible extraviarse, o perjudicarse o bien encontrarse que nuestro cuerpo físico ha sido ocupado. Si alguien llega cerca de nuestro cuerpo mientras estamos en viaje por el astral, el cuerpo físico manda un aviso y el astral es «arrastrado» al físico con la celeridad del pensamiento. Ningún daño nos puede sobrevenir; el único mal es el miedo. Así es que no temamos, sino experimentemos y con el experimento llegará la realización de nuestras ambiciones de viajes astrales.

Cuando estemos conscientemente en el plano astral, veremos colores más brillantes que en este mundo terrenal. Todas las cosas resplandecerán de vida; podréis ver partículas de «vida» a vuestro alrededor, como pequeñas motas. Es la vitalidad de la tierra, ycuando pasaréis a través de aquellas chispas, sentiréis crecer vuestras energías y vuestra potencia.

Cuando estemos en el astral y queramos volver al cuerpo físico, tenemos que conservar la calma, y nos sentiremos de nuevo dentro de nuestra carne; basta con pensar que regresamos, y ya estamos de vuelta. En el momento en que pensemos en nuestra vuelta al plano físico experimentaremos una sensación borrosa y una aceleración, o un cambio instantáneo desde el lugar donde estábamos a un sitio unos palmos encima de nuestro cuerpo acostado. Experimentaremos que estamos allí a la deriva, flotando, lo mismo que en el momento en que abandonamos nuestro cuerpo. Dejémonos caer con toda lentitud; lentitud indispensable para que ambos cuerpos puedan sincronizarse en absoluto.

Si lo practicamos con precisión, caeremos en el cuerpo sin la menor trepidación, sin ninguna trepidación, sin más sensación que la de hallar nuestro cuerpo como una masa fría y pesante.

Las personas desmañadas, que no se preocupan de alinear cuidadosamente los dos cuerpos, o si se da el caso de que algo entorpezca la operación, experimentarán una sacudida en el momento de acomodarse al cuerpo físico. En este caso, es muy posible que sufran algún dolor de cabeza, principalmente del tipo de jaqueca. En este caso, pueden adoptarse alternativamente dos soluciones: conciliar el sueño, o volver a ascender al plano astral, dado que, hasta que los dos cuerpos queden alineados exactamente, continuará el dolor de cabeza. No hay que preocuparse, pues, y escoger entre las dos soluciones la que más nos guste.

Podremos notar, al regresar a nuestro cuerpo de carne y huesos, una especie de embotamiento. Una sensación similar a la de cuando nos ponemos un traje que ha sido lavado el día anterior y que aún está húmedo, empapado. Hasta que nos acostumbremos a esta sensación de nuestro cuerpo, sensación muy poco agradable, encontraremos que los portentosos colores que vimos en el astral se hallan ensombrecidos. Varios de los colores jamás vistos en este mundo, varios de los sonidos que escuchemos en el astral, no nos pertenecen en la vida presente sobre este suelo. Pero no hay que preocuparse; estamos sobre la Tierra para aprender algo. Y cuando hayamos aprendido aquello que era nuestro fin al venir a este mundo, tan pronto como lo hayamos conocido, nos encontraremos libres de los lazos terrenales, y cuando dejemos para siempre nuestro cuerpo mortal, al cortarse la Cuerda de Plata, iremos a otros reinos de mucho más arriba de donde el plano astral se halla situado.

Aconsejamos al discípulo que practique insistentemente esos viajes astrales. Hay que apartar de nosotros todo temor, ya que si no se tiene miedo no hay nada que temer, ni puede sobrevenir daño alguno; antes bien, al contrario, sólo placer.

* De Usted y la Eternidad por Lobsang Rampa.