La búsqueda del Titanic en realidad fue una tapadera



La localización de los restos del 'Titanic' fue una tapadera de EE UU para buscar submarinos atómicos hundidos, según revela el jefe de la operación

Las labores de búsqueda de los restos del Titanic, hundido el 15 de abril de 1912 y hallado por el investigador Robert Ballard y su equipo el 1 de septiembre de 1985, fueron en realidad una tapadera del Gobieno de Estados Unidos para encontrar los restos de dos submarinos nucleares hundidos durante la Guerra Fría ante la costa de Norteamérica. Así lo asegura el propio Ballard, que explica que la autorización de Washington para buscar los restos del transatlántico de lujo iba condicionada a que antes buscara los de los submarinos Thresher y Scorpion, hundidos en la década de los 60, para la Marina de EE UU.

En 1985, el oceanógrafo halló los restos hundidos del Titanic a más de 4.000 metros de profundidad gracias al robot submarino ARGO, provisto de cámaras sumergibles de visión nocturna, pero sólo dispuso de 12 días para ello. Antes, Ballard había empleado sus medios técnicos para buscar, para el Gobierno de Estados Unidos, los restos hundidos de dos de sus submarinos nucleares hundidos dos décadas antes. "No se lo podía decir a nadie. Tenía una gran presión sobre mí. Era una misión secreta. Lo consideré un intercambio limpio a cambio de conseguir la oportunidad de buscar el Titanic", relata Robert Ballard.

El científico, que desvela ahora aquella misión en la que participó porque los detalles de la misma ya han sido desclasificados por Washington, asegura que se limitó a entregarles los datos recabados a los expertos militares de la Marina. Pero "nunca me contaron cuáles fueron sus conclusiones", asegura en declaraciones a The Times. El Thresher y el Scorpion se hundieron con 200 hombres en su interior en la década de los 60 y desataron el temor de que, al menos el último de ellos, hubiera sido hundido por el Ejército de la antigua URSS.

Al parecer, Ballard se puso en contacto en 1982 con la Marina de EE UU para solicitarles permiso para iniciar la búsqueda del Titanic. Los militares le respondieron que no pensaban invertir millones de dólares en esa tarea, pero que les interesaba que utilizara su robot submarino para averiguar qué les había pasado a sus dos submarinos nucleares. Según el propio oceanógrafo, los militares norteamericanos estaban muy interesados en saber qué consecuencias había tenido en los reactores nucleares de ambas naves el haber estado tanto tiempo sumergidas.

De aquellas muestras, los militares estadounidenses descubrieron que, pese a haber estado tanto tiempo sumergidos, los reactores nucleares no habían provocado radioactividad a su entorno, según explica el científico. En cualquier caso, la búsqueda de los restos de los submarinos estadounidenses le dio a Ballard la idea de centrarse en encontrar el rastro que hubieran podido dejar los restos del Titanic para luego seguirlos como si se tratara de huellas y dar con las secciones principales del transatlántico.