El rechazo a una mujer islámica bañandose en 'burquini' en una piscina desata la polémica en Holanda



La prenda solo deja a la vista la cara, las manos y los pies

La discusión de si las mujeres musulmanas pueden llevar un velo o hiyab en el colegio o el trabajo ha saltado en Holanda a las piscinas públicas. El rechazo de un grupo de bañistas hacia una mujer que se tiraba al agua en un burquini, un traje de baño diseñado para musulmanas que cubre casi todo el cuerpo excepto la cara, los pies y las manos, llevó al director de las instalaciones a prohibirle la entrada a una holandesa convertida al islam. Una polémica decisión que ayer por la tarde rectificó, bajo la presión de las autoridades municipales de Zwolle, una ciudad en el norte del país donde se encuentra la piscina.

El burquini, una marca registrada, ha sido diseñado por Aheda Zanetti, una australiana nacida en El Líbano. Como joven musulmana descubrió sus limitaciones a practicar deportes y ahora, a los 38 años, se ha decidido a lanzar al mundo ropa deportiva pensada para las mujeres musulmanas. "Quiero demostrar que las musulmanas pueden practicar el deporte cumpliendo con las exigencias de su religión", escribe Zanetti en su página web (www.ahiida.com).

El burquini recuerda a los trajes de buceadores, con la gran diferencia que no se lleva ajustado al cuerpo. También incluye un velo, el hijood, parecido a un gorro de baño. Pese a que su nombre está inspirado en el burka, a diferencia de este el burquini no tapa por completo la cara de la mujer.

Liselotte Buitelaar, una holandesa musulmana de Zwolle, se puso el jueves de la semana pasada el burquini que se acababa de comprar para tirarse a la piscina. Otras bañistas, sin embargo, se quejaban ante el director, Hans Meijer, con el argumento de que a ellas tampoco se les permite bañarse vestidas. Meijer se dirigió a Buitelaar y le pidió que abandonara la piscina.

Horarios especiales
"Zwolle aún no está preparado para el burquini, ya que molesta a otra gente", argumentó el director su decisión. "Tenemos horarios especiales para que puedan bañarse inmigrantes que no quieren que les vea otra gente, y para gente con obesidad o Parkinson. La mujer puede venir a bañarse, pero no en el horario normal", añadió. Meijer, además, se basaba en un reglamento sobre el tipo de vestimenta que se puede llevar en la piscina.

La medida, que salió a la luz después de que Liselotte Buitelaar se dirigiera en una carta al Ayuntamiento para quejarse, causó un alud de reacciones contrarias a este tipo de discriminación. No solo organizaciones de inmigrantes protestaban, también desde el Gobierno se instó a la piscina a revisar sus reglamentos. Según la secretaria de Estado de Deportes, Jet Bussemaker, el burquini "facilita la integración de mujeres musulmanas a través del deporte, ya que les permite ir a la piscina en los horarios para todo el público".

Subvención municipal
El lunes pasado, el Ayuntamiento de Zwolle, una población mediana con una comunidad musulmana relativamente pequeña en comparación con las grandes ciudades, instó a la piscina a no rechazar más a mujeres con este peculiar traje de baño. Aunque la piscina ya no es de propiedad municipal desde hace 15 años, sí sigue recibiendo una subvención anual.

"Nos alegramos de que la piscina haya rectificado. Hay que ser muy cauteloso con estos temas y no tomar este tipo de decisiones solo porque un grupo de bañistas se haya molestado. Imagínense que se rechazaría a gente de color porque a los blancos no les gusta bañarse con ellos", dijo un concejal del Ayuntamiento de Zwolle.

El burquini es un fenómeno relativamente nuevo aunque según sus distribuidores es cada vez más popular, no solo en los países occidentales, sino también en los islámicos. La empresa holandesa Woortman Sportswear tiene desde noviembre pasado los derechos para Europa y el norte de África del burquini de Aheda Zanetti. "No es muy diferente a un bañador o traje de buceador", comentó la directora, Dorelies Woortman en el diario NRC Handelsblad.

"Desde que empezamos, solo hemos recibido reacciones positivas. En Europa vendemos cientos a la vez, pero a los países norteafricanos enviamos contenedores con miles y miles de burquinis", dijo. Sobre todo en un país como Marruecos hay mucho interés entre las mujeres jóvenes por una prenda que podría apoderarse poco a poco de la piscinas pero sobre todo de las playas.